“Tamales Doña Flora”,  rico legado familiar
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“Tamales Doña Flora”,  rico legado familiar

Desde hace 49 años, Doña Flora se dedica a la venta de deliciosos tamales


La mujer empezó con la venta de tamales desde que tenía 27 años.
La mujer empezó con la venta de tamales desde que tenía 27 años.La mujer empezó con la venta de tamales desde que tenía 27 años.

¡Tamales de elote!, ¡tamales de chepil! va cantando por las calles de Santa Cruz Huatulco Doña Flora, una mujer de 76 años de edad, oriunda de San Pedro Pochutla, quien comenzó a vender el producto desde que tenía 27 años cumplidos y ahora ha forjado un legado gastronómico que le permite sobrevivir económicamente y se ha convertido en una tradición familiar.

 

La necesidad la hizo emprender

 

Con cuatro hijos nacidos y un embarazo; además de la necesidad de sacarlos adelante con sus estudios y que ahora, el más pequeño, desde el año 2019 se encarga de que el legado de su madre: “Tamales Doña Flora”, sea perdurable y que como ellos aprendieron a elaborarlos, también buscan que los nietos adquieran ese conocimiento.

La historia de Doña Flora y la venta de tamales comenzó cuando sus hijos eran pequeños y necesitaban estudiar; antes se dedicaba a lavar y planchar ropa ajena; sin embargo, alguien le recomendó que para que le alcanzara, debía vender algo y así obtener más dinero.

Doña Flora y sus pequeños hijos sufrían violencia familiar, su esposo los trataba mal, no les daba dinero para el gasto familiar, para la escuela de sus hijos.

 

De lavar ajeno, a la venta de tamales

 

Les lavaba ropa a las madres de la escuela particular, una de ellas me dijo que metiera a mis hijos a estudiar en la particular y que me cobrarían más barato”, comentó Doña Flora, lo que transformó su idea y se pusiera, además de lavar y planchar, a vender los deliciosos tamales; los primeros que sacó a la venta, fueron los de elote.

El sabor de los tamalitos de elote fue un éxito que posteriormente hizo para venta, tamales de chepil, de frijol, de mole, de amarillo, de cambray, de rajas, de chileajo, de piña y ahora de lo que le pidan, ella los hace.

Comentó que anteriormente hacía tamales de iguana, “antes me pedían mucho de iguana, ahora ya nos los hago por la cuestión de que ya se escaseó esa iguana, ya no hay iguana, están tan pequeñitas que ya no se les come nada, por eso ya o los hago; antes sí me encargaban muchos”, detalló la mujer.

 

Recorría Santa Cruz vendiendo tamales, antes del desarrollo turístico

 

La experimentada tamalera explicó que su venta la hace de manera ambulante, nunca le gustó estar en un establecimiento, ella recorre las calles de Santa Cruz Huatulco con 300 tamales a cuesta, en ocasiones va a Zipolite, Puerto Ángel o vende en San Pedro Pochutla.

En sus primeros “pininos”, Doña Flora comenzó a visitar Santa Cruz Huatulco, “iba yo a Bahías los días domingo, entonces no había negocios, nada más unas ‘palapitas’ en la playa, allí aprovechaba a vender los sábados y domingos los tamales de elote, de frijoles y de chepil”, expresó.

Agregó que enseñó a sus seis hijos a preparar los tamales; “todos aprendieron, ahora el que se encarga es mi hijo Cuitláhuac, ya me siento un poco cansada, pero sigo haciendo tamales para vender”, detalló.

 

Izquierda: A sus 76 años de edad, Doña Flora sigue preparando exquisitos tamales.
Derecha: Cuitláhuac (hijo menor) y su esposa, emprendieron la empresa “Tamales Doña Flora”.

 

Del ambulantaje a pedidos especiales

 

Actualmente, la familia de Doña Flora hace tamales por encargo, entrega en hoteles, restaurantes y familias que les demanda; sin embargo, la venta al público aún la siguen practicando; los lunes y miércoles, ella sigue recorriendo las calles de Santa Cruz Huatulco, lleva a la venta al menos unos 300 tamales; más otros tantos que Cuitláhuac saca para la venta.

Los días que más tamales le es solicitado a Doña Flora es en las fechas de Todos Santos, el Día de Candelaria, Día del Amor y la Amistad, Semana Santa, entre otros; mientras tanto, el mes que más vende es en diciembre; “la gente me pide por ciento, por medio ciento, de acuerdo a sus necesidades”.

Yo ya sufrí mucho, pero le tengo mucho amor a lo que hago, me enamoré de mi trabajo hasta ahorita, cuando me llega algo de pedido, yo me emociono, me alegra, me encanta este trabajo”, comentó.

 

“Tamales Doña Flora”, legado familiar

 

El negocio llegó a trascender en el año de 2019. Doña Flora comenta a sus seis hijos que se siente un poco cansada y pedía que continuaran con el negocio; Cuitláhuac, el menor de los hijos, platicó con sus hermanos y de manera consensuada, fue él el que continúa el legado con la venta de los tamales.

A pesar que el negocio lo tiene el menor, sus demás hermanos, cuando le salen pedidos grandes en la que tienen que elaborar hasta dos mil unidades, salen al quite, lo apoyan y en familia entregan los exquisitos tamales.

Junto con su esposa Yadira, Cuitláhuac emprendió la empresa “Tamales Doña Flora”; para eso, tuvieron que invertir para comprar sus herramientas como utensilios y pidieron a la experimentada vendedora, que enseñara a cocinar el mole. “Mi mamá nos enseñó a hacer el mole, nos enseñó a hacer tamales, aunque yo lo aprendí desde niño, cuando nací, ya mi mamá hacía tamales” explicó Cuitláhuac Aguilar García, quien cuenta con 41 años de edad.

Cuitláhuac y su familia siguen haciendo tamales de raja, de chepil, de mole, de amarillo, de cambray; ahora entregan a empresas hoteleras y restauranteras de Bahías de Huatulco; además de pedidos que le hacen en San Pedro Pochutla y otros lugares turísticos.

 

Doña Flora, orgullo para sus hijos

 

Por su parte, Beatriz Aguilar García, una de las hijas mayores de Doña Flora dijo estar orgullosa de su madre; “admiró mucho a mi mamá, en esta situación de que a sus 76 años que casi tiene, todavía ella quiere seguirle, nosotros la hemos frenado un poco”.

Actualmente, Beatriz y sus demás hermanos siguen apoyando al menor, “sobre todo cuando tiene mucho pedido, nos sumamos al apoyo”.

 

Los tamales en familia

 

Yadira Carmona Feria, como esposa de Cuitláhuac, en marzo de 2019 tuvo que aprender a elaborar tamales, hacer el mole, el amarillo; ella y sus dos hijos se han sumado al negocio familiar y de esa manera le inculcan a su descendencia el legado que les deja Doña Flora.

Al principio sí me costó un poco aprender, pero me adapté y me gusta lo que hago; ahora hay satisfacción, gracias a Dios, nos va bien, vendemos, tenemos entrega y lo importante que le damos trabajo a la familia”, narró Yadira y agregó, “mis dos hijos se integran, nos ayudan a poner el nixtamal, a lavarlo, a secar la hoja, los cuatro participamos”, concluyó.

 

Izquierda: El legado gastronómico le ha permitido a la familia sobrevivir económicamente.
Derecha: Sus seis hijos aprendieron a preparar los ricos tamales.

aa

 

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