Cultura, la fuerza para reponerse a la tragedia
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Arte y Cultura

Cultura, la fuerza para reponerse a la tragedia

La directora del Conarte considera que los sismos han expuesto fracturas sociales.


Cultura, la fuerza para reponerse a la tragedia | El Imparcial de Oaxaca

El desarrollo todavía no termina de entender que sin la cultura no tiene futuro, considera Lucina Jiménez, fundadora y directora del Consorcio Internacional Arte y Cultura (Conarte). Quien se ha desarrollado como consultora en políticas culturalespara diversos países explica que la situación se pone de relevancia ahora, en un momento en que estados como Oaxaca y la Ciudad de México quieren reconstruirse luego de los sismos del 7, 19 y 23 de septiembre pasados.

Y es que, añade, “es la cuestión comunitaria y el sentido de pertenencia lo que puede darle la fuerza a las comunidades para poder resistir, por un lado, pero por el otro insistir también en lo que es su propio concepto de reconstrucción”.

Luego de los sismos de aquel mes, Jiménez piensa que los fenómenos removieron no solo las placas tectónicas, sino placas internas que dejaron expuestas varias fracturas sociales previas y ajenas a tales eventos. Y una de esas fracturas es que “el desarrollo todavía no termina de entender que sin la cultura no tiene futuro”.

Recientemente, la autora del libro Políticas culturales en transición; retos y escenarios de la gestión cultural en México ha colaborado con familias del multifamiliar Tlalpan, en la Ciudad de México. Desde Conarte, señala, se ha apoyado la construcción de comunidad.

Esta semana, Lucina Jiménez estuvo en la ciudad de Oaxaca como parte del primer Encuentro de Promotores de Lectura, así como en la presentación del catálogo de la exposición El infinito arte femenino.

– En estos procesos de reconstrucción, ¿cómo pueden abonar el arte y la cultura?
– En el caso de la Ciudad de México lo que estamos debatiendo como ciudad es el concepto mismo de la ciudad, es decir, cómo es posible que podamos recuperar el sentido de ciudad en donde en primer lugar se subraye el papel de las personas y no tanto de los intereses inmobiliarios.

En el Istmo de Tehuantepec, la región con más daños en Oaxaca tras el sismo del 7 de septiembre, Jiménez cree que las identidades culturales indígenas están vivas y son ellas las que exigen un replanteamiento del concepto de reconstrucción, ya que “no se puede, desde la perspectiva de un desastre natural, sacrificar la identidad”.

– ¿Como con lo de las construcciones que se pretenden edificar?
– Con lo de las construcciones, pero también con el sentido de las formas de organización comunitaria, que me parece que son muy importantes y que han estado en la escena del trabajo que varias organizaciones y artistas, en particular, han venido haciendo. Creo que es en la cultura donde radica la fuerza para que una comunidad pueda reponerse a una tragedia como esa, pero al mismo tiempo no desde una mirada de autocomplacencia o autocompasión, sino una mirada de fuerza, porque eso es lo que realmente representa la cultura para una comunidad, es fuerza, es energía, y es una energía creada históricamente, entonces es momento de ponerlo en escena.

Lucina Jiménez reflexiona sobre el tipo de arquitectura para la reconstrucción y recurre a lo planteado por el artista Francisco Toledo y varios arquitectos hace semanas, sobre el voltear a las construcciones vernáculas que forman parte de la historia e identidad de las comunidades.

“Yo creo que ahí el llamado de atención que hizo el maestro Toledo en su momento”.

La cultura y la dimensión social

En el Istmo de Tehuantepec han surgido varias iniciativas de organismos como el Comité Melendre, con las despensas con productos de la región para activar la economía local, o por medio de los donativos para la elaboración de hornos. Incluso, el caso del poeta Elvis Guerra con la confección de ropa para las abuelas, tomando en cuenta las costumbres y formas de vida de las comunidades.

En ejemplos como estos es donde Jiménez percibe la profundidad de la dimensión cultural, que no se reduce al tema de las nuevas edificaciones, sino que va a la base social en la que descansa, por ejemplo, la cultura alimentaria.

“Lo que el comité (Melendre) proponía tiene todo el sentido porque el acopio más importante que se puede hacer es el fortalecimiento de la economía local, de las redes sociales de la economía local porque eso es lo que va a permitir que la gente vuelva a colocar sus productos y sus formas de producción en escena”.

Sin embargo, reconoce que a las instituciones les cuesta entender eso, ya que “piensan que ayudar es algo pragmático, pero las comunidades tienen sus propias formas y creo que nos conviene como país fortalecer esas maneras porque eso está ligado a la sustentabilidad de las comunidades”.

Y es que para Jiménez la reconstrucción no se hace por condición de sobrevivencia, sino por condiciones de sustentabiliad. De ahí que las formas de ayudar sean con base en el sentido comuniatrio y la economía local, así como en el conocimiento tradicional.

“En estos momentos el conocimiento tradicional y las tecnologías tradicionales son la base de la sustentabilidad de las comunidades. Si no somos sensibles a eso, ayudamos creyendo que ayudamos, pero en realidad afectamos”.

– ¿Y todo esto cómo podría pensarse a partir de la ley de cultura?
– Creo que ahí hay algunos artículos que las comunidades pueden tomar como base porque hay principios de política cultural que vinculan cultura y desarrollo y ahí quiere decir que las comunidades tienen derecho a privilegiar su cultura en esa búsqueda de desarrollo de reconstrucción.Hay un elemento que tiene que ver con los derechos culturales que es el reconocimiento del patrimonio cultural inmaterial como un eje de bienestar, eso está en la ley y ahí es donde hay que trabajar.


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