Juan Carlos Zavala: del periodismo a la poesía
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Arte y Cultura

Juan Carlos Zavala: del periodismo a la poesía

Juan Carlos presentó “Barjanes en la profundidad de Tetis”, un volumen que describe como metáfora del lugar en el que nació y creció 


Fotos: César Rito Salinas / Juan Carlos Zavala nació en San Pedro de las Colonias, Coahuila, pero desde 2008 ha hecho de Oaxaca su terruño.
Fotos: César Rito Salinas / Juan Carlos Zavala nació en San Pedro de las Colonias, Coahuila, pero desde 2008 ha hecho de Oaxaca su terruño.

La duda, lejos de una desventaja, ha sido para Juan Carlos Zavala Díaz algo que le permite cuestionarse, pero principalmente cuestionar a otros, a su entorno y contexto, vital en el oficio de periodista. Ha sido esa misma duda la que lo hace preguntarse si lo escrito desde la secundaria es poesía, sobre el nombre de su primer libro y si es un escritor, un poeta o un periodista. O quizá todo eso.

Juan Carlos Zavala (1982) nació en San Pedro de las Colonias, Coahuila, pero desde 2008 ha hecho de Oaxaca su terruño, el lugar al que emigró poco después de terminar la universidad en Torreón y tras conocer a su esposa. Aquí ha ejercido la mayor parte de su labor periodística en diversos medios y fundado uno propio: Estado 20, aunque también ha debutado con una obra para danza: “Kirsha”.

Ese sábado, luego de años de guardar sus poemas, Zavala presentó su primer libro: “Barjanes en la profundidad de Tetis”, en el que alrededor de 20 textos lo devuelven a la infancia, a aquel lugar de la comarca lagunera. La duda hizo que el libro lanzado bajo el sello Pandemia Ediciones y con apoyo de la mezcalería Cuish tuviera también el nombre de “Ave que retorna”.

El poemario “es una metáfora” sobre el lugar donde nació y creció, sobre los barjanes que se forman en el desierto de su tierra natal, a la que también se le conocía como mar de Tetis.

Tengo otros escritos, pero esta selección de alrededor de 20 poemas los escogí porque, aunque fueron escritos en diferentes momentos y con otras intenciones, cuando los recogí parecían hablar sobre lo mismo, como un ejercicio de memoria porque fueron escritos muchos en la distancia, ya estando fuera de San Pedro”, cuenta el autor en esta entrevista.

 

Has contado que tu acercamiento a la literatura fue por tu madre y tu hermana mayor, ¿de qué manera fue?

Mi mamá es testigo de Jehová y nosotros también fuimos. Con el tiempo, mis hermanos y yo decidimos no seguir en ninguna religión, pero había un libro que se llamaba “Historias bíblicas”, de pasta dura, amarillo, y con el título en rojo. Eran historias sobre ciertos pasajes bíblicos narrados de una forma fácil para que los niños los pudieran leer. Me gustaba leer esas historias. Y de mi hermana, que es mayor que yo, a ella le encargaban hacer resúmenes de libros.

Como sabía que me gustaba leer, me pedía que le ayudara a entregar algunos resúmenes para avanzar más rápido. Y la mayoría eran libros de autores de la Revolución como Mariano Azuela. Así fue creciendo mi gusto por la literatura. Después, por iniciativa propia me iba a la biblioteca pública de San Pedro a leer por horas. Hasta que un día la bibliotecaria me dijo que si quería me los podía llevar (los libros). Era gracioso porque me pasaba horas ahí, pero no sabía que me podía llevar los libros en préstamo.

 

¿Empezaste así elegir a elegir tus autores, tus lecturas?

Fue más al azar, de esas cosas que vas buscando y las escoges quizá por el lomo, el título, y así empezaba a leer, pero siempre era literatura: cuentos, novela. No había un interés intelectual y sigue sin haberlo. Todo lo hacía porque me gustaba mucho.

 

Ser periodista exige escribir, conocer el lenguaje y quizá por eso se relaciona o es literatura, pero ¿cómo llegas a la poesía?

Coincido en eso, que ambos son literatura (periodismo y poesía) aunque con estructuras diferentes, pero empecé a escribir mucho antes de estar interesado en el periodismo, en la secundaria. Había textos de español con poesía y me gustó mucho un poema de Salvador Díaz Mirón (“A Gloria”), que hace mucho no leo: el de “no intentes convencerme de torpeza con los delirios de tu mente loca: mi razón es al par luz y torpeza, firmeza y luz como el cristal de roca”. Muchos quizá no sepan, pero de ahí viene la frase de “hay aves que cruzan el pantano y no se manchan… ¡Mi plumaje es de esos!”, que se ha usado en alguna canción. Creo que más que cualquier cuento o novela, la poesía creó un impacto diferente en mí y por eso empecé a escribir poesía, en un intento no solo de desahogo sino de querer decir cosas.

 

¿Has sido más autodidacta al escribir poesía?

He estado en un taller de literatura en Oaxaca, en el Centro de las Artes de San Agustín, pero lo demás ha sido autodidacta. Empecé escribiendo sonetos y a partir de que mi libro iba a ser publicado, mi hermana me dijo que conserva esos cuadernos. La verdad no recuerdo qué escribía, pero sí eran sonetos, décimas, donde cuidaba la métrica, el ritmo. He aprendido la poesía de manera autodidacta y por eso siempre sentí cierta inseguridad sobre si eran o no poemas. Solo recientemente, cuando se los mostré a César Rito (poeta) me dijo que sí lo eran y que debían publicarse. Fue por eso que me animé a publicarlos, pero siempre lo hacía por gusto, desde la secundaria.

 

Hay autores que se iniciaron en el periodismo y han transitado más a la literatura: Gabriel García Márquez, Leila Guerriero o Martín Caparrós, ¿tú cómo te ves?

Quizá el periodismo me empezó a interesar por la literatura porque muchos de los escritores que leía en sus biografías decían que habían sido periodistas o eran periodistas, entre ellos García Márquez. Creo que ahorita me siento más periodista. Esto fue algo vertiginoso, en cuestión de dos o tres meses ya estaba pensando en publicar algo cuando no tenía esa intención. Considerarme escritor o poeta, no lo sé en este momento. Surgió así y más por el impulso de otras personas a las que les gustó y que creían que valía la pea publicarlo. No sé si en un futuro siga publicando, pero ahorita sigo siendo más reportero.


aa

 

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