Oro en la montaña, cuento mazateco
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Arte y Cultura

Oro en la montaña, cuento mazateco

Para los nativos, las montañas son lugares sagrados que no se pueden profanar


Foto: Archivo El Imparcial / Montañas de la región mazateca
Foto: Archivo El Imparcial / Montañas de la región mazateca

Cuentan que en el interior de cada una de las montañas hay muchísimo oro. Sin embargo, para los nativos las montañas son lugares sagrados que no se pueden profanar.

Se comenta que hace muchísimo tiempo llegó a estos lugares un maestro que venía de la ciudad, quien empezó a preguntar entre los habitantes si en estos lugares no había zonas arqueológicas o sitios donde existieran piezas antiguas.

Se enteró entonces que en las altas montañas había mucho metal precioso, y que en cierta época del año aparecían en los ríos pedazos de piedras preciosas.

Un día sin decirle nada a nadie se fue a la montaña, llevando consigo herramientas necesarias que con anterioridad había conseguido para este propósito.

Entró a la primera cueva que encontró y se adentró al fondo de ella, donde topó con muchas piezas antiguas y restos humanos.

Con lámpara de mano afocó todo el espacio observando algunas pinturas rupestres plasmadas en la pared, y empezó a picar los rincones donde efectivamente pudo quitar un pedazo de metal que se lo llevó consigo para analizarlo.

Era oro en bruto, lo mandó a fundir y con él se hizo un anillo, una esclava y se mandó a forrar toda su dentadura de oro puro.

Se puso a pensar cómo podría extraer más de ese material sin que los pobladores se dieran cuenta.

Se llevó a los niños de la escuela, según él, para realizar un trabajo de investigación en la materia de química, y cuando llegaron a la entrada de la gran cueva, de pronto la montaña recobró vida, se incorporó sacudiéndose muy fuerte tirando árboles, piedras y lodo.

A sus pies se abrió un hoyo profundo mostrando todo lo que en su interior había, mientras que los niños se echaron a correr sin rumbo, en tanto que el maestro fue arrastrado y succionado hacia el fondo de donde ya no regresó.

La montaña le reclamó lo que había sacado de su interior.

Poco a poco la montaña fue tomando su estado normal, pero quedando todo desértico, viéndose solamente unas simples piedras sin nada de hierbas ni árboles, mientras que los niños posteriormente fueron regresando a sus hogares contando todo lo sucedido.

Por su parte los habitantes, en agradecimiento de que a sus hijos no les pasó nada, cada primero de mayo van a la montaña donde llevan velas, copal y alguna otra ofrenda para ofrecérselo al dueño de la montaña, y así pedir por la prosperidad del pueblo y las buenas cosechas abundantes.

En cuanto a este relato que es verídico, los ancianos del pueblo y demás personas caracterizadas declaran que no es la primera vez que sujetos extraños, o inclusive del mismo pueblo, saquean los tesoros milenarios almacenados en las montañas mágicas, aunque estos hechos tarde o temprano se llegan a descubrir.

Y aún en pleno siglo XXI, tipos con mentes perversas siguen ingresando a nuestra región en busca de tesoros escondidos.

Buscan ser millonarios de la noche a la mañana en un abrir y cerrar de ojos, sin querer realizar algún trabajo que dignifique el fruto de su esfuerzo.

 

Con información de Juan G. Carrera y Alberto Prado


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