Voces, ecos y secretos: El hijo del hombre
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Voces, ecos y secretos: El hijo del hombre

La naturaleza y la minuciosa descripción de las acciones hacen posible una narrativa cargada de imágenes para el lector


Voces, ecos y secretos: El hijo del hombre | El Imparcial de Oaxaca

Conocí al escritor francés Jean-Baptiste Del Amo quien estuvo de visita en nuestro país para presentar su novela El hijo del hombre (Seix barral/2022); fue tal la buena crítica que el libro está desatando que en cuanto pude no dudé ni un minuto en adentrarme a esta historia que apenas hace unas horas he terminado de leer y no me ha dejado para nada indiferente.

En primer lugar, porque hace mucho que no llegaba a mis manos una novela tan descriptiva y con tantas alegorías poéticas. Aquí el escenario es muy importante, la naturaleza y la minuciosa descripción de las acciones hacen posible una narrativa cargada de imágenes para el lector.

Del Amo condensa en 293 páginas sentires apresados en el corazón del hombre, sí “el hombre”, un personaje sin nombre que puede evocar a cualquier otro ser que se parezca. Ya lo sentencia el epígrafe de Séneca en la primera página “Que se encone la rabia de los padres y llegue hasta los nietos esa larga impiedad”.

Resulta que luego de abandonar por años a su esposa e hijo, un día caluroso regresa “el hombre”, se encuentra a su pequeño crío jugando en el jardín, solo atina a mirarlo y decirle ¿te acuerdas de mí?, luego como si nada hubiese sucedido entra a la casa a esperar a la esposa y comunicarle su regreso. En esta segunda oportunidad el anhelo de construir una familia feliz a la tradicional usanza vuelve a corroer sus inquietudes y se marchan todos a pasar el verano a Le Roche una vieja finca aislada en lo más profundo del bosque montañoso, donde “el hombre” vivió con su padre cuando fue niño.

Dolores generacionales, egos heridos, traiciones y abandono son constantes en cada uno de estos personajes, inclusive en “el hijo del hombre” el pequeño crío que no dice más que un par de líneas en la novela y sin embargo con sus acciones y su omnipresencia se gana el corazón de los lectores.

Jean-Baptiste Del Amo creó un personaje del que es muy fácil encariñarse y que acaba siendo una huella profunda para el lector; en su aparente inocencia concibe el mundo a su manera sin saber que está siendo consumido por los viejos rencores familiares. Tanto los de la madre posesiva y depresiva, como los del padre, desmedido y cruel. Ambos víctimas de su propio pasado, de sus genealogías heridas.

Inhóspito mundo en el que crece el pequeño cachorrito de zorro, como apodan cariñosamente al niño, que crece sin ser consciente del transcurrir de los días y del hueco profundo que están dejando a su paso.

Y en medio del caos silencioso, el hombre, da un consejo a su hijo “Ojo con enamorarte, no sacarás nada bueno”, le advierte “se les ha metido en la cabeza que podrían encontrar en uno de sus semejantes lo que llenaría ese vacío […] olvidando que esa herida abierta en el corazón de los hombres nunca se colma, nunca se cura”.

Sin duda este libro tan cruel como bello, tan descabellado como inocente, será uno de los que marquen mi año lector.

@Urieldejesús02


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