Félix Beltrán, el rostro detrás de la imagen
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Arte y Cultura

Félix Beltrán, el rostro detrás de la imagen

El diseñador cubano se ha especializado en la creación de símbolos y carteles que se ocupan de problemas sociales


Félix Beltrán, el rostro detrás de la imagen | El Imparcial de Oaxaca
Félix Beltrán insiste en valerse por sí mismo y estar activo como catedrático

Félix Beltrán (La Habana, Cuba, 1937), es uno de los diseñadores gráficos más importantes de Iberoamérica. Su obra se encuentra en colecciones privadas y públicas de Francia, Rusia, Suiza, Dinamarca, España, Chile, Cuba y México; diversas universidades han reconocido sus aportes al diseño, su longevidad y su vasta obra.

Se ha especializado en la creación de símbolos y carteles que se ocupan de problemas sociales. Su rostro y nombre pueden parecer desconocidos; sin embargo, sus imágenes están ahí, en el inconsciente colectivo latinoamericano. Los carteles que realizó en los 60 y 70 para la Revolución Cubana, aquel que exige “Libertad para Angela Davis” o la silueta del Che Guevara —de la que existen más de 50 interpretaciones— son algunas de sus obras que le han dado la vuelta al mundo, estampándose en póster, playeras y museos.

Sacar ventaja de la adversidad es uno de sus principales objetivos. La situación de su país lo hizo trabajar rápido, conciso y con los recursos que tenía; quizá esa simpleza sea justamente su aporte más importante. Desde los 80 vive en la Ciudad de México donde ha formado a varias generaciones de diseñadores y artistas.

Me recibe una mañana en su casa, en el corazón de la colonia Condesa, los años ya pesan sobre sus espaldas, se mueve con dificultad, pero se niega a utilizar su bastón, insiste en valerse por sí mismo y estar activo como catedrático. Viste con pantalón y playera de manga larga negra; antes de entrar me advierte que el departamento “está impresentable” y, efectivamente, por ahí ha pasado la hecatombe del tiempo.

Obra, bocetos, cajas, libros, revistas y papeles están regados por doquier. Desocupo un par de bancos amarillos y nos sentamos a conversar, al contarle que soy de Oaxaca, me relata su amistad con Rufino Tamayo y Francisco Toledo. Luego me advierte “soy defensor de la revolución” y antes de que pueda responderle, se excusa “Me dirás por qué estoy aquí, porque todo en la vida son etapas y yo ya pasé mi etapa allí y duré bastante, tengo alumnos que están entre los pintores más importantes de la isla”.

Él que no hace diseño lucrativo, ni tiene un horario fijo para trabajar está muy consciente de sus glorias; sin embargo, las reduce cuando habla de la gente con la que ha colaborado y de quienes han sido sus alumnos, pues asegura son su satisfacción más grande. “Estoy un poco preocupado porque la carrera de diseño está muy débil, no hay profesores. Las grandes escuelas se definen en los grandes profesores, sea cual sea la etapa”.

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Su padre, de oficio zapatero, poseía una inventiva extraordinaria “Todo lo que se descomponía, él decía yo te lo arreglo, aunque no lo conociera, lo empezaba a desarmar y a deducir”, de ahí el joven Félix Beltrán despertó la curiosidad por la mente humana y quiso estudiar psiquiatría; no obstante, aquellos eran años cruentos con la dictadura de Fulgencio Batista y la Universidad de la Habana estaba cerrada.

No estudió Medicina, pero desarrolló un interés particular por el dibujo. Su padre, asiduo a tertulias donde se hablaba de arte, libros y música clásica, encontró las condiciones para que un importante ejecutivo de la agencia publicitaria McCann Erikson viera los dibujos de Félix. “El ejecutivo me dijo voy a propiciarte que trabajes con el director de arte, te estoy hablando del año 53 más o menos, comencé a trabajar a los 15 años y después me fui a Nueva York”:

 

La silueta del Che Guevara ha tenido más de 50 interpretaciones / “Libertad para Angela Davis”

 

¿Cómo fueron esos años 50 en Nueva York?

—Era la oleada de los que venían de Europa y en Nueva York estaban ansiosos por que la cultura se impulsara. Cuando llegué fue fácil, trabajaba en una fábrica que hacía juguetes para la playa, después trabajé en un lugar dónde se montaban obras de arte del primerísimo nivel, ahí tuve que montar unos Rembrandt, me temblaba la mano para colgarlo (risas).

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Luego de estudiar en la célebre Schoolof Visual Arts y recibir influencias del modernismo de la época, regresó a su país. “Soy fundador del movimiento 26 de julio en Nueva York que funda Fidel Castro cuando ataca el Cuartel Moncada, yo todavía estudiaba cuando el triunfo de la revolución, tuve el cuidado de terminar y trabajaba freelance”.

¿Usted conoció a Fidel Castro?

—Claro (responde con sorna) cómo no lo voy a conocer, si me puso una medalla aquí (dice señalando su pecho) por la contribución a la cultura. Estaba eso repleto de cuerpos diplomáticos, directivos y gente del más alto nivel dentro de la revolución. Él era un hombre alto, a parte usaba botas y todo eso, cuando me toca acercarme se me hacía más alto; para joderlo un poco yo le decía entre dientes “comandante me está pinchando, comandante me está pinchando”, porque no es un tipo como la gente cree, no es ningún asesino ni nada de eso y me dijo “los revolucionarios tienen que aprender a soportar los problemas”.

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¿Cómo ha visto los cambios del diseño en estas últimas décadas?

—Mira, el diseño ha existido siempre con diferentes etapas, después con el desarrollo de la imprenta, los medios de reproducción, los fonógrafos y todo esto, va teniendo una expansión mayor, pero diseño es todo, desde tiempo inmemorable.

¿Pero el diseño como arte?

—Todo es arte, lo que ocurre es que hay el arte de la culinaria, la literatura, la composición musical, la declamación, el canto y todo eso. Ahora la palabra arte está muy deteriorada, pero todo eso por culpa de las cabronadas del capitalismo; ya no es el cuadro más interesante sino cuánto cuesta, ahora es el valor de uso, el valor monetario.

¿Esto de alguna manera ha sido un retroceso?

—Yo creo que estamos bastante jodidos (sonríe).

@Urieldejesús02


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