Maximiliano de Habsburgo: el cuerpo del emperador fue vendido en pedazos
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Maximiliano de Habsburgo: el cuerpo del emperador fue vendido en pedazos

Tras ser fusilado, el cuerpo del emperador sufrió diversos deterioros naturales y causados a tal punto de que su madre no lo reconoció y afirmó que el cuerpo entregado no era el de su hijo


Maximiliano de Habsburgo: el cuerpo del emperador fue vendido en pedazos | El Imparcial de Oaxaca
El doctor Vicente Licea fue el encargado del cadáver de Maximiliano (Fotos: INAH mediateca/ Tw: @Cuauhtemoc_1521)

Maximiliano de Habsburgo, emperador austriaco del Segundo Imperio Mexicano, fue perseguido y arrestado en Querétaro para después ser fusilado en el Cerro de las Campanas por órdenes de Benito Juárez; sin embargo, su cuerpo no descansó ahí, pues se registró en algunos documentos de la época sobre el terrible desenlace de éste.

En el libro 365 días para conocer la historia de México, del historiador Alejandro Rosas, se mencionó que después del fusilamiento del emperador el 19 de junio de 1867, el cuerpo fue devuelto al convento de Capuchinas, de donde salió Maximiliano para su ejecución.

El cuerpo fue colocado en una mesa de madera, se observaron los cinco impactos de bala a la altura del abdomen y el famoso “tiro de gracia” en el corazón del imperador. El rostro tenía varias contusiones notorias y el embalsamiento fue encargado al doctor Vicente Licea.

Sin embargo, también en el documento de la época titulado Los harapos imperiales se narró cómo en días posteriores a la ejecución y durante los siete días que duró el embalsamiento del cuerpo, cualquier objeto que hubiese tenido contacto con el cadáver o fuera parte de éste se comenzó a vender, principalmente a mujeres de la alta sociedad queretana.

Según el documento, era común observar a los sirvientes de las damas entrar al convento para entregarle al doctor Licea pañuelos para humedecerlos en la sangre de Habsburgo. Incluso se dice que partes del cabello y barba del emperador también fueron vendidos.

Benito Juárez mandó a fusilar a Maximiliano (Fotos: Mediateca/INAH)

Uno de los mitos es que incluso los ojos del emperador fueron vendidos, por lo cual le agregaron otros de cristal. El doctor fue acusado de haber tratado cual carnicero el cuerpo del archiduque y querer lucrar con sus órganos y sangre.

Se dice que fue la princesa Agnes de Salm Salm quien acusó al doctor Licea por robo y venta de objetos que obtuvo del cuerpo del emperador. Con los rumores de lo que hacía Licea los cuales afirmaron que de igual manera la mascarilla del muerto de yeso que hizo Vicente fue ofrecida por 15 mil pesos; sin embargo, fue descubierto y el gobierno republicano mandó abrir el proceso al doctor Licea.

Fue el 22 de junio cuando se vio en un penal frente a un juez de la Ciudad de México por la acusación de que había ofrecido la mascarilla de muerto y órganos de Maximiliano. Incluso se cree que tras la semana de la realización del embalsamiento, se afirmó que el doctor guardó el corazón del emperador en un frasco con alcohol para ser vendido.

Además de un embalsamiento catalogado como “pésimo”, el cadáver se dirigió hacia la Ciudad de México, en donde cayó en un arroyo y quedó totalmente empapado, lo cual lo dejó hecho un desastre.

Al ver el resultado del cuerpo, Juárez pidió un nuevo embalsamiento, esta vez fue realizado por los médicos Agustín Andrade, Rafael Ramiro Montaño y Felipe Buenrostro.

Se dice que los ojos del emperador fueron sustituidos por unos de cristal (Foto: Mediateca/INAH)

Se piensa que los órganos fueron puestos de nuevo en las cavidades para terminar con las acusaciones de que se había traficado con ellos, el segundo embalsamiento tuvo un costo de aproximadamente 12 mil pesos para el gobierno federal. Tras un proceso penal, el docto Licea estuvo preso por dos años.

Él se defendió diciendo que no obtuvo ningún apoyo monetario por parte de las autoridades y por eso hizo el embalsamiento con químicos que no eran apropiados, se dice que el abogado del médico fue el joven Manuel Romero Rubio, futuro suegro del presidente Porfirio Díaz.


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