Voces, ecos y secretos: Los lugares verdaderos
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Voces, ecos y secretos: Los lugares verdaderos

Hay autores que basta con ver el título de sus libros para saber lo que te espera


Voces, ecos y secretos: Los lugares verdaderos | El Imparcial de Oaxaca

Hay autores que basta con ver el título de sus libros para saber lo que te espera, y aunque el argentino Gastón García Marinozzi es multifacético y escribe libros de ensayo o novela por igual, sus temas siempre acaban recayendo en la memoria, el desamor y la nostalgia.

En 2018, publicó con gran éxito El libro de las Mentiras y ahora regresa con Los lugares verdaderos (Alfaguara/2022) un libro con tiempos narrativos muy pequeños, porque transcurre en un día, pero nos adentra en la profundidad de sus personajes o, por lo menos, de Pedro Ruiz, un exatleta con sueños frustrados de artista y de nadador olímpico, cuyos años de gloria se terminaron muy pronto cuando le descubren un soplo al corazón y tiene que abandonar las competencias. No le queda otro camino y para continuar cerca del agua se convierte en entrenador; primero de alto rendimiento y luego en un club de adultos económicamente bien posicionados que encuentran en él una especie de gurú para arreglar sus problemas, aunque Pedro lo único que haga es recomendarles que “respiren y floten”.

La historia transcurre un 24 de diciembre, Pedro se levanta a las primeras horas de la madrugada y se da cuenta que al otro día cumplirá 40 años y que es su último día al lado de Ana, su pareja durante 15 años, con quien compartía casa, vida y una aburrida estabilidad. No nos dice el motivo de su separación, quizá sea resultado de mucha monotonía o de anhelos nos realizados; ella se va a perseguir su sueño de ser cantante y él permanece en su confort.

La novela es de apenas 194 páginas, dividida en cuatro capítulos (mañana, tarde, noche y madrugada); que bien pudiera llamarse “24 horas para decirse adiós”, pero tiene ese nombre porque a decir de su protagonista “Los lugares verdaderos no tienen aire, se hace difícil respirar cuando un lugar tiene tanta verdad”.

Ana es un personaje complejo que apenas y podemos dilucidar con la voz de Pedro, pues es él quien habla, mira y cuenta; conocemos sólo su versión de la historia, no son gritos de ahogado sino una especie de relatoría sentimental cargada de culpas, deseos y cierto desconcierto porque se desmorona la “exitosa” vida que había construido.En el trasfondo parece que su principal problema es que ella se separa porque sabe a dónde ir y Pedro no, está estático como las ballenas que le fascinan desde niño y se aparecen de manera alegórica en muchos momentos de la novela.

Este es un libro interesante que sigue una linealidad alterada, que combina nostalgia y desconcierto con momentos que mantienen en el quicio al lector, que llega al tercer capítulo con una cena navideña en la que se reúne el grupo de amigos en común; todos rondan los 40, cada uno ha hecho su vida a como ha podido y en esa noche en el que nadie sabe a ciencia cierta que sucederá al otro día, hacen una memoriosa retrospectiva de sus vidas.

@Urieldejesús02


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