Entrevistas sin fecha: Jazmina Barrera
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Entrevistas sin fecha: Jazmina Barrera

El poder de resistencia de una aguja y un hilo


Entrevistas sin fecha: Jazmina Barrera | El Imparcial de Oaxaca
Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988) / Punto de Cruz (Almadía/2021) reescribe en el telar del papel su adolescencia y se adentra al multiverso del bordado

Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988) necesita el silencio para escribir aunque, desde que se convirtió en madre, ha encontrado formas de sortear la escritura interrumpida. No escribe de noche, porque si no duerme al día siguiente es un desastre, pero sí aprovecha la mañana. Trata de que las horas en que su hijo va a la escuela, le sean lo más eficientes.

En su novela Punto de Cruz (Almadía/2021) reescribe en el telar del papel su adolescencia y se adentra al multiverso del bordado, actividad por siglos asignada a las mujeres, a pesar de que en sus bordes se hilvana el origen. “Son actividades compatibles con ese Multitasking de las mujeres y se asocian a la infancia porque los primeros cuidados que recibimos están en ese origen femenino” me dice la escritora.

No en vano en muchas culturas los mitos fundacionales del origen del universo, la vida o la tierra tienen que ver con la costura. “Como dice Irene Vallejo en El infinito en un junco, eran las mujeres las que realizaban estas tareas y contaban historias a la par, por eso cuando hablamos de narrar, usamos metáforas como “el nudo de la historia” o “seguir un hilo”.

***

Pensaba que quizá el bordado nos remita a la madre porque al bordar unes y de alguna manera es un papel que hacen las mujeres en las sociedades.

—En muchas sociedades las mujeres son parte fundamental del tejido social, son las que unen y las que tejen estos vínculos entre personas.

 

OLVIDO Y LA GRAN CAJA DE MENTIRAS

 

“Alguna vez le pedí a mi abuela que me enseñara el Imanikté pero ya estaba muy cansada, dijo que era muy difícil, que otro día. Yo no volví a insistirle y ella no volvió a bordar”. [Fragmento de Punto de Cruz]

Con la frase de inmediato pensé en el olvido ¿Tú como escritora cómo concibes el olvido?

—Tengo tendencia a querer anotar todo, a querer resguardar la memoria, a recuperarla a través de la escritura, pero también me parece que el olvido es muchas veces una gracia, como el personaje del cuento de Borges que todo lo recordaba y era como una especie de maldición; entonces olvidar es una gracia. Pienso también en esta relación que tiene mi hijo con cuatro años, que ahora ya tiene recuerdos más duraderos, pero hasta hace poco era probable que se fueran a desvanecer; al principio lo pensaba trágico, pero luego vi que al olvidar eso da espacio para nuevos recuerdos. Olvidar da esa libertad un poco de reconstruir.

¿En tu libro manejas la escritura fragmentaria como si fueran retazos de recuerdos que se hilvanan, el olvido tendrá alguna relación con ello?

—Sí, para mí en mis libros tiene todo que ver, yo imagino nuestra memoria hecha como estos muestrarios de bordado con sus patrones, texturas y puntadas. La memoria me la imagino un poco así, como un collage donde aparecen imágenes que permiten construir tu historia.

¿Tú has podido construir tu historia a partir de tus libros o viceversa?

—Las dos cosas, yo creo que muchas veces escribo a partir de mis vivencias y de mis recuerdos; pero, sobre todo, escribirlo me permite toda la libertad de inventarme, el resultado es que muchos de los recuerdos se transformaron ya para siempre, ya no sé distinguir en muchos casos qué era recuerdo y qué era invención (sonríe).

¿Entonces también crees que la memoria es una gran caja de mentiras?

—Si todo el tiempo (risas), pero bueno es un poco lo que decíamos del olvido, también la escritura y la parte de autobiografía que le he puesto me ha permitido reescribir mi historia a como he querido. En este libro en particular pude reescribir la historia de mi adolescencia a partir de las herramientas que me ha dado el feminismo, con todo lo que sé ahora, con todo lo que entiendo mejor y que en esa época no comprendía; por eso también ciertas vivencias eran muy dolorosas porque no tenía las herramientas que tengo ahora.

 

FEMINISMO Y LAS VIOLENCIAS NORMALIZADAS

 

¿Qué herramientas del feminismo te han ayudado a reescribir esta historia?

—Quiero creer que alguna especie de sabiduría que da el paso del tiempo y la distancia, pero también como te decía el feminismo me ha dado la capacidad de entender muchas de las violencias que viví en la adolescencia y la juventud, que me costaba tanto trabajo explicarme y me angustiaban. Eran violencias en mi vida y en la de las personas que me rodeaban y fue para mí muy liberador entender que muchas de estas violencias eran sistemáticas no por ti o por mala suerte, sino porque eran muy normalizadas en nuestra educación, nuestra sociedad, en todas partes… entonces empecé a entender.

¿Ya con este conocimiento es difícil darse cuenta de que lo que se vivió fue violencia y quizá en el pasado te era algo normal?

—Es muy difícil. Hablo de cosas que sucedían en la preparatoria y en la universidad donde yo estudiaba que en ese momento se asociaban a la libertad sexual, de expresión y una supuesta horizontalidad que creo que ahora nos hemos dado cuenta de que estaba mucho más atravesada por jerarquías, por la inequidad en el poder y que era violencia, aunque en ese momento nos la vendían como libertad.

 

EDUCAR ENTRE EL MAR DE LIBROS

 

Tú y tu esposo son escritores ¿Cómo perciben que es la relación de su hijo con los libros?

—No sé cómo va a ser en un futuro, por lo pronto tiene cuatro años y yo creo que le pasa un poco como a mí (se ríe) que cuando era niña mi mamá me decía que a mi casa no llegaba la televisión porque ni siquiera aparecía en la guía roja, vivíamos a las afueras de la ciudad. Con mi hijo hemos intentado que las pantallas estén a lo mínimo y creo que, hasta este momento de su vida, la literatura sigue siendo uno de sus principales medios de entretenimiento, le hemos construido con mi esposo la costumbre de leer todas las noches en compañía, que yo tenía también cuando era niña y es un momento… por lo menos para mí era uno de mis favoritos del día. Un vínculo afectivo con la literatura, que sea un gozo y no una obligación.

Quizá como algunos hilan la cocina y el bordado con el origen, su hijo va a hilar el origen con los libros…

—Ojalá (responde y suspira).

@Urieldejesús02


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