Entrevista sin fecha a Juan Villoro
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Arte y Cultura

Entrevista sin fecha a Juan Villoro

“La literatura es para cualquier persona que tenga el interés de leerla”


Entrevista sin fecha a Juan Villoro | El Imparcial de Oaxaca

Los escritores suelen navegar por dos aguas, la de los lectores o la popularidad, difícilmente se mezclan, pero cuando sucede se producen personajes de la cultura popular; veamos el ejemplo de Octavio Paz, Rosario Castellanos o Juan Rulfo, autores que muchos no han leído y que, sin embargo, todos conocemos, aunque sea por nombre.

Así es Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), un escritor que no pasa desapercibido, ya sea porque hemos leído sus libros y artículos o hemos visto su foto en una revista, periódico o cartel, quizá simplemente por su altura, un hombre de más de un 1.80 m no puede ignorarse.

Un día antes de entrevistarlo, coincidimos en el patio del IAGO, apenas entra y unos jóvenes se acercan a él para pedirle fotografías, miro a los dos que tengo más próximo y uno le dice al otro “No te vas a tomar tu una foto”, es que no se quien es le excusa, “yo tampoco, pero lo he visto, es un escritor famoso”.

Al otro día, finalmente, está sentado Juan Villoro frente a mí, viste una playera azul y un saco café, ambos completamente lisos, dejan ver apenas las pocas arrugas que en la cara del escritor no se muestran, él como siempre amable y ameno. Estamos bajo un cielo gris que en cada trueno amenaza con llover, por ello apresuramos la charla sin dejar de adentrarnos a los universos que tanto nos subyugan: el de los libros y las relaciones humanas.

Ya se lo debieron haber preguntado, pero se ve muy delgado ¿Son consecuencias del Covid?

—Eres el primero que me lo pregunta. Bajé como 12 kilos probablemente a consecuencia del coronavirus, no se sabe, pero afortunadamente la pérdida de peso se detuvo, me he quedado así y espero no subir mucho de peso porque en uno de mis libros yo digo que “con la edad la gente no mejora ni empeora, solo engorda”.

¿Cómo le hace Juan Villoro para escribir por igual novelas literarias que textos académicos?

—Mira yo soy un escritor que tiene curiosidades muy variadas y soy bastante disperso en la manera de acercarme a la literatura, me interesa captarla en diferentes registros, entonces me gusta escribir para niños, teatro, novelas y me gusta escribir ensayos literarios, por supuesto que cada una tiene exigencias diferentes, si escribes un ensayo, pues tienes que leer bastantes cosas y meterte hasta donde puedas en un terreno que es más especializado, pero evidentemente la literatura que yo escribo es para gente que no es especialista, la literatura está concebida para cualquier persona que tenga el interés de leerla.

La Llamada en Ámsterdam y Conferencia sobre la lluvia son de sus libros más buscados por la gente ¿Cree que sean hitos de su carrera?

—Los dos tienen en común que se trata de amores perdidos, un tema que se ha trabajado mucho en la cultura popular, todo el bolero tiene que ver con el despecho… Ya no estás más a mi lado corazón (canta recordando el famoso bolero). Pero a mí me interesaba en Llamada en Ámsterdam trabajar que dos personas que se han separado tengan una especie de posteridad en el amor, que sin reconciliarse encuentren una zona imaginaria donde pueden tener una comunicación y esto se da a través de unas llamadas telefónicas muy misteriosas. En el caso de Conferencia sobre la lluvia quería captar la vida de una persona que ha vivido inmerso en los libros y tiene muy poco de vida propia, es una cabeza sin acontecimientos que está dedicado a acomodar libros y que de pronto tiene dos experiencias amorosas totalmente contrastadas y que no sabe cómo manejar porque es una persona muy torpe para la vida, capaz de amar, pero no de conservar un amor, entonces él da una conferencia sobre la lluvia, pero se desvía hablando de sus propias lluvias, de sus amores, digamos se confiesa.

Ha escrito que los amores son aleccionadores ¿Qué cosas ha aprendido Juan Villoro en los entresijos del amor?

—Primero que nada, yo creo que el amor te pone a prueba, porque cuando quieres cortejar a alguien buscas la manera de ofrecer una versión de ti mismo que sea atractiva para la otra persona, pero poco a poco el amor te lleva a la verdadera versión de ti mismo y a la verdadera versión del otro. Hay cosas que solo conoces en el proceso amoroso, en el trato con el otro. Lo más íntimo de ti y lo más vulnerable está en juego, esto te lleva a un aprendizaje de cuáles son tus límites, entonces yo creo que amar es aprender un idioma, con todo lo que implica, no solo palabras extranjeras, sino otra cultura, otra manera de pensar, otra cosmogonía y eso es lo que te da la otra persona, amar a alguien es estar en un país que no es el tuyo pero que tienes que aprender.

Al estar tan inmerso entre los libros y la escritura ¿Qué tanta vida propia tiene usted?

—Todos los que escribimos y leemos siempre estamos en medio una tensión que es “en qué medida leer es una forma de vivir”, hay quienes piensan que alguien que se dedica a los libros es necesariamente alguien que repudió la vida, pero yo creo que la vida intelectual, la vida de la mente es tan rica como la vida de la acción. El mundo de los hechos, donde te pasan cosas, te alecciona. A mí me ha tocado estar de brigadista en dos terremotos, trabajé en un partido político, trabajé en dos barcos cargueros, experiencias concretas que me han alimentado y que son tan importantes como lo que yo he leído que a veces me parece más vital. Es más fácil que me acuerde de un personaje literario que de una persona que conocí, porque el personaje está bien descrito y la persona simplemente es esa persona. Entonces hay una complementariedad y una tensión a mí me ha pasado que cuando escribo o leo mucho siento que no vivo lo suficiente y también cuando estoy haciendo muchas otras cosas sentir que no leo lo suficiente, entonces siempre estás en un péndulo entre dos extremos.

La relación padre e hijo es una constante en su literatura y ha dicho que hay que aprender a amar al padre con todos sus defectos ¿Usted cómo aprendió a amar a su padre?

—Mi padre fue una persona muy admirable desde el punto de vista intelectual, un pensador intachable con una ética muy fuerte, siempre cercano a las causas democráticas de la izquierda, era fácil admirar sus virtudes, era muy estricto; yo soy el primogénito entonces conmigo especialmente fue muy austero, distante y exigente, cosas que me costaba bastante asimilar y con los años me fui dando cuenta que no solo en mi caso, sino en el de cualquiera, no podemos pedirle a los padres cosas que no van a dar, como todas las personas tienen defectos y hay que quererlos a veces por sus defectos. Hay padres que esperan cosas de nosotros, cosas que no podemos dar y tenemos que aprender a vivir con eso. Ciertamente, en mi literatura la relación entre el padre y el hijo es muy importante, a tal grado que espero escribir un libro sobre mi padre ya para concluir con el tema.

¿Se podrá concluir con el tema de la relación padres e hijos?

—Es una buena pregunta, la verdad me gustaría escribir el libro sobre mi padre para ver si ya este tema se agota… pero nunca sabes, hay temas que vuelven a ti una y otra vez.