Mariela Giménez: El romance no solo es color de rosa
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Arte y Cultura

Mariela Giménez: El romance no solo es color de rosa

Sabido es que los escritores son cronistas de su tiempo, lo que ahora se escribe, no solo es la producción literaria de la actualidad, sino un fiel registro, de los…


Mariela Giménez: El romance no solo es color de rosa | El Imparcial de Oaxaca

Sabido es que los escritores son cronistas de su tiempo, lo que ahora se escribe, no solo es la producción literaria de la actualidad, sino un fiel registro, de los pensamientos, inquietudes, problemas y maneras de ver la vida, que de ciertas maneras compartimos como colectividad. 

La escritora argentina Mariela Giménez –con quien hemos conversado por video-llamada– platica con nosotros de su nuevo libro #UnaLucrecia publicado por la editorial VeRa, amplia novela de tinte romántico que narra en primera persona la historia de Lucrecia Ayala que de joven, segada por sus ilusiones cree encontrar en Lisandro Echagüe al hombre ideal, pronto se da cuenta que las cosas no son lo que pensaba y se convierte en víctima de sus propias circunstancias.

Mariela Giménez se conecta a la charla, con una actitud entusiasta, su tono de voz al hablar es cálido, dando aires a la dulzura; sin embargo, articula rápido las palabras y con posición atenta, queda a la espera de las preguntas. 

Comenzamos por platicar acerca del Día de la Mujer y las conmemoraciones sociales que recientemente sucedieron. Asegura que es fiel creyente de la idea de que los escritores tienen la misión de narrar su época; como mujer le es imposible ser indiferente al movimiento de empoderamiento y búsqueda de justicia que encabezan las mujeres. Se dice muy afortunada de no haber padecido por violencia y me cuenta con tristeza, que hace tiempo, cuando apenas se había titulado como psicóloga, le tocó presenciar en la calle una situación de violencia en contra de una mujer. Ella continuó su camino; no obstante, el no haber cruzado la acera para ayudarla le causó tantas sensaciones que dieron con el tiempo origen a su nueva novela: 

Has dicho “Soy muy afortunada de no haber padecido violencia” y me hace pensar en cómo lo que deben ser derechos para muchos es un privilegio…

—Hace tiempo leí un estudio de los miedos que tienen las personas al salir a la calle, decía que el temor más grande de los hombres es que le roben su billetera, donde está su identidad, y el miedo más grande de una mujer es ser violada, para que te des cuenta cuales son las inequidades a las que nos enfrentamos y es lamentable tener que decir que uno es afortunado de no haber atravesado este tipo de situaciones y, sin embargo, si uno se pone a pensar, es muy triste hablar con tus amigas, madre o hermanas y descubrir que todas en algún punto de la vida todas en algún momento hemos sido víctimas en mayor o menor medida, y no es justo. 

Me llama la atención lo que has hecho con #UnaLucrecia que es una novela romántica, pero tiene sus claroscuros, no todo es color de rosa…

—Es una mujer libre que también puede amar, amar en libertad, a mí me gusta escribir romance, es el terreno en el que me siento segura, el que me gusta, el que me desafía. Hoy nos encontramos con historias de amor como vos decir donde las mujeres tiene otras fortalezas y esos cambios son sumamente importantes, #UnaLucrecia es una novela muy importante para mi vida, porque era la oportunidad de poder contar desde una perspectiva muy íntima cómo una mujer atraviesa por una situación de violencia a través de su marido.

¿Qué pasa con todas estas generaciones que han crecido con esta idea romántica casi de ensueños de las relaciones y de repente crecen y se dan cuenta de todo lo contrario? 

—Las generaciones que vienen responden más libremente desde ellas mismas, con una mirada más crítica, con una posibilidad de enviar atrás esos modelos viejos que se les han ofrecido. Creo que se viene una época de mucho crecimiento, con un antes que fue difícil de sostener para las mujeres y un después que es muy prometedor; estamos tratando de encontrar un equilibrio para que no se perciba entre una lucha de géneros. La idea es que todos podamos virar para el mismo lado. Desde el lugar de la violencia machista, porque el machismo nos afecta a todos por igual, a mujeres principalmente, pero a varones también.

Pienso en los roles que han tenido “el varón no llora”, “el varón tiene que sustentar a la familia”, y una vez que la mujer puede movilizar su rol y repensarse, el varón gana otras libertades, entonces creo que estamos en un momento muy interesante y me siento muy feliz de poder ser testigo de lo que nos pasa. 

¿La literatura es un punto de encuentro para hablar de estos temas?

—Es un punto de encuentro y un punto de partida, un punto de reflexión, que estoy convencida es el testimonio de una época, con las necesidades, inquietudes y preguntas que nos estamos haciendo de ambos lados, no quiero hablar de ambos géneros porque tenemos tantos géneros en estos momentos y tantas construcciones diferentes, que hasta me parece difícil pensar desde un lugar binario, creo que estamos en el camino de aprender que lo más importante no es individualismo, sino la posibilidad de que cada uno pueda ser en libertad, sin entorpecer la libertad del otro; y la literatura o cualquier tipo de arte donde se pueda poner sobre la mesa y conversar, es un lugar de encuentro. 

Al reverso de la novela dice ¿Puede el amor curar todas las heridas?…

—El amor sana, es restaurativo y por supuesto que sí. Yo te diría que amor y herida nunca deberían de ir de la mano, el amor nunca debería tener que curar ninguna herida que haya provocado porque entonces no sería amor, es primordial poder hacer esa distinción. El primer amor tiene que ser con uno, si no puedes darte el lugar que por ser humano te corresponde, es imposible que te vincules con el otro desde un lugar sano, porque uno al final recibe el amor que cree merecer y tenemos que trabajar en eso, al final el amor se da solo. 

Y creo que hace falta mucho repensar estas ideas que tenemos sobre el amor…

—Sí, quedó tan vieja esa concepción de la media naranja, esto de que “necesito al otro para que me venga a completar”, cuando en realidad el otro no es un complemento, es un suplemento, tiene que venir a sumarme; el día de mañana si esa persona tiene que irse yo me quedo entera y disfruté eso que viví, creo que el amor es crecimiento, no heridas. 

@UrieldeJesús02