Manuel Ruiz, pionero en la creación de penachos en Cuilápam
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Manuel Ruiz, pionero en la creación de penachos en Cuilápam

A sus 75 años de edad, Manuel Ruiz Ramírez comparte su vida como creador de incontables piezas que se usan para la Danza de la Pluma


Manuel Ruiz, pionero en la creación de penachos en Cuilápam | El Imparcial de Oaxaca

Hace unos años, a Manuel Ruiz Ramírez lo afectó una lesión cerebral, pero a sus 75 años, el hombre que desde sus 12 o 13 aprendió a tejer las plumas de guajolote sobre una estructura de carrizo se mira recuperado y listo para crear uno de los tantos penachos para la Danza de la Pluma. Sin embargo, en su natal Cuilápam de Guerrero, no hay quien los pida; tampoco en las otras poblaciones de los Valles Centrales de Oaxaca, desde donde acuden por una de las piezas que usan nueve ejecutantes de la obra que recrea la conquista de España a lo que ahora se conoce como México. 

NO HAY CELEBRACIONES

Sin fiesta patronal en honor a Santiago Apóstol ni los festivales escolares, carece de pedidos. Y aunque la edición 88 de las fiestas de Guelaguetza, que organiza el gobierno estatal, se realizará de manera virtual, Ruiz no tiene razón para confeccionar la pieza, una que aprendió del oficio de su padre y abuelo. La emergencia sanitaria por Covid-19 ha hecho que desde hace meses estén suspendidas las celebraciones y toda actividad que implique afluencia de personas. Con ello, el trabajo del creador también está en pausa.

No así sus recuerdos y memoria, desde los que comparte cómo su familia es pionera en la creación de los penachos como los que usaba Moctezuma, uno de los personajes de la danza. 

UNO DE LOS PIONEROS

Manuel Ruiz Ramírez es pionero en la creación de penachos para la danza que suele ser parte de los programas del Lunes del Cerro. En cuatro funciones, estos congregan a decenas de delegaciones del estado que son seleccionadas por un Comité de Autenticidad para representar parte de las tradiciones y danzas de su comunidad.

En el caso de la Danza de la Pluma, Manuel recuerda que los primeros penachos que elaboró fueron a base de plumas que recolectaba de casa en casa, pero que ahora se compran en granjas de guajolotes del centro del país. Se trata también de piezas que ha hecho a la par del trabajo en el campo. Y como parte de un oficio que ha significado el sustento. “Significa un trabajo para mí y mi familia”, cuenta quien desde los años 50 elabora piezas que en las últimas décadas han tenido mayor demanda.

HAN CAMBIADO CON EL TIEMPO

Asimismo, que han cambiado con el paso del tiempo y los gustos de quienes los solicitan. Y es que hasta hace unos años eran muy identificables: por ejemplo, entre el que usa el personaje de Moctezuma y los demás: teotiles, reyes y capitanes.

“Ahora los colores los seleccionan los grupos” y “se hacen como ellos quieren”, señala. Antes, según recuerda Manuel, los grupos de danza se integraban según los roles de la danza y el estatus de cada personaje. Para Moctezuma, el penacho tendría que ser tricolor. “Los teotiles, con rojo, blanco y verde, pero en franjas; los reyes, que van en medio, llevan sus colores en círculo, y lo capitanes ocupaban los colores en franjas, pero el verde en el centro”, explica.

Cuando hay material, un penacho se hace en cuatro días, narra Manuel, reconocido también por ser el creador del que se regaló al Papa Francisco II. Y quien además creó nueve piezas para el ballet folclórico de Amalia Hernández, al que también enseñó la danza de la Pluma. En el proceso, emplea primeramente una base de carrizo, a la que va tejiendo las plumas, previamente teñidas, con hilo de cáñamo. A este hilo le pone cera negra de abeja, como una especie de fijador.

Otras partes del penacho consisten en una base de hojalata, espejos, listón y pompones. Y como esos otros elementos. 

FUE DANZANTE

En su juventud, desde los 14 y hasta los 34 años de edad, Manuel fue danzante de la Pluma, como parte del grupo de la comunidad. “Mi papá y un tío nos enseñaron a los nueve muchachos”, recuerda. En esa etapa de su vida le tocó acudir con la delegación al Auditorio Guelaguetza. Aunque le gustaría que la danza se presente nuevamente en el recinto, es consciente de que por el momento la emergencia sanitaria lo impide.

“Qué podemos hacer, no se puede hacer nada”, apunta quien aunque sabe que habrá una edición virtual, no será lo mismo.

 


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