Mujeres firman la paz mediante un espejo escénico
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Arte y Cultura

Mujeres firman la paz mediante un espejo escénico

Lucina, Isis, Georgina y Liliana son mujeres fuertes que mientras hurgan en sus vidas para sanar en lo individual y en lo colectivo, y desde el teatro y la música compartir ese proceso con el público


  • Mujeres firman la paz mediante un espejo escénico
  • Mujeres firman la paz mediante un espejo escénico
  • Mujeres firman la paz mediante un espejo escénico

Para Isis Orozco, el proceso ha significado abrir las heridas, pero también acudir a lo que la ha hecho feliz. Georgina Saldaña dice que este ha implicado mirarse de manera más profunda. Como ellas, Lucina Rojas y Liliana Alberto se han adentrado en el ser propio, en esa vida de altibajos y de experiencias desde las cuales tratan de reconocerse, aceptarse y, finalmente firmar la paz.

El proceso individual se lleva luego a lo grupal, al plano de Espejo Escénico. Y desde esta compañía retoman sus experiencias para compartir con el público las maneras o los caminos que han tomado para llegar al autoconocimiento, a la firma de esa paz que esperan se reproduzca en otras personas.

Con una primera temporada iniciada y concluida el año pasado, estas cuatro actrices y cantantes se lanzan a un nuevo reto. Con un estreno efectuado el pasado 8 de marzo en la ciudad de Oaxaca, se lanzan ahora a resolver la nueva temporada, pues ésta ha quedado suspendida debido a la pandemia de salud que afecta al mundo y al país. Sin embargo, se muestran confiadas porque tan pronto se supere esta, el telón del teatro vuelva a subir, y ellas a reír, cantar y actuar acompañadas de Sonia Solórzano, la artista que se une al montaje.

Por lo pronto, las cuatro fundadoras de Espejo Escénico comparten lo vivido en casi un año de vida de la obra y aproximadamente dos desde que la pensaron.

Firmemos la paz es una obra que habla de experiencias que tenemos las mujeres, de las cuales hemos aprendido algo y que quisimos llevar al escenario con nuestras herramientas, la música y el teatro. Estas experiencias nos llevaron a mirarnos de una manera muy profunda, a analizar qué nos conforma y cómo se relaciona nuestro intelecto con nuestro cuerpo, con nuestro espíritu y nuestro líbido, y cómo eso ha hecho que hayamos tenido tropiezos, heridas, momentos de felicidad, pero siempre un aprendizaje que quisimos externar”, cuenta Georgina Saldaña, quien reconoce que aunque se ha desarrollado más en la música está muy interesada en el teatro.

La pieza, ahonda, surge de sus necesidades por entender la violencia que se vive en contra de las mujeres, pero también algunos movimientos o circunstancias en torno a ello: el feminismo, la feminidad, el machismo, la incongruencia, la impotencia, el no sabernos mirar, el “querer echarle la culpa al gobierno, al vecino o al de junto, sin entendernos primero a nosotras mismas, sin mirarnos al espejo en todo lo que nos conforma y nuestra historia”.

Todas coinciden y empezaron desde el reconocer que es “terrible la normalización de la violencia”, lo mismo que la brecha tan gigante que hay entre hombres y mujeres, el maltrato a la niñez y la violencia diaria en el país.

Pero, como expone Saldaña, esto “es producto de no mirarnos, de no aceptarnos, de no perdonarnos, de no amarnos, de no firmar la paz con nosotras mismas”.

Ese fue el comienzo de una obra que en su proceso de creación y montaje hizo que cada una se adentrara en la vida propia. El resultado, explican, es una pieza con un lenguaje muy colorido, alegre e intenso, en la que hay muchos altibajos, pero un juego que roza la bipolaridad: ir del llanto al humor, como si entre ellos hubiera una línea muy delgada.

Isis Orozco señala que el trabajo y creación abarcaron un proceso maravilloso. “Fue abrir aquellas heridas o las que nos dan felicidad y hacen sentir bien. Veíamos tanta violencia y la seguimos viendo, los feminicidios, pero nosotras decíamos que no se trata de nosotras contra los hombres, ni de satanizarlos, por eso el título de Firmemos la paz, y firmar la paz es hacerlo con nosotras mismas”, refiere.

En su caso, y luego de describirse y hablar de sus compañeras como mujeres muy fuertes y muy distintas, esto implicó un gran reto. En él ha aprendido mucho, subraya, pues ya sea desde el canto, el baile y la actuación se ha atrevido a hacer cosas que al inicio pensó que no haría.

“Ponerme unas medias de red y un vestidito, no lo concebía”.

Para Lucina Rojas reitera que “cada una ha tenido procesos de sanación diferente: terapias, psicólogos, diferentes constelaciones y proceso en la búsqueda de una aceptación, de un perdón. Y Firmemos la paz las ha llevado a una búsqueda muy profunda de ellas, del dolor, de los traumas marcados, de pérdidas muy fuertes. “Firmemos la paz es un gran regalo de vida y tengo la certeza que este proceso de sanación pueda llegar a ti, a mi mamá, a mi hija, a mis sobrinas”.

“Pretendemos buscar la coherencia de cuerpo, mente y espíritu”, retoma Lilia Alberto sobre este trabajo en constante cambio y para el que considera que han encontrado gente que está en ese mismo proceso.

 

UNA OBRA VIVA Y LLENA DE CONFLICTOS

La pieza ha tenido varios cambios, pues se trata de que sea un proyecto vivo como el que las ha llevado a trabajar en sí mismas, pues siempre habrá algo que perdonar o que resolver. Las actrices y cantantes señalan que esa vitalidad se observa en la incursión especial de Sonia Solórzano.

“De pronto nos damos cuenta de que el proyecto da para más, que cada temporada podemos invitar a alguien más”, comenta Rojas.

En esta nueva temporada, cuenta con la colaboración de la artista que conocieron a partir de un curso que dio al coro Amadeus in Voce, del que es parte Isis Orozco.

Sonia vino a revolucionar el proyecto que se presenta al público, pero también a esta relación humana porque todos los proyectos son desde las relaciones humanas, explica Liliana, quien basa ese pensamiento en la idea de que todo teatro drama es conflicto, si no, no hay de dónde agarrarse. “El conflicto hace interesante la historia, pero también la vida”.

Y ellas, refiere, siempre están o tienen conflictos: conflicto de traer a Sonia, de que el director tiene que pensar en otra persona, que si el vestuario…. Conflicto ahora con la pandemia causado por el coronavirus, de qué decisiones van a tomar, si la temporada está en riesgo o no. “Y eso nos lleva a revisarnos a nosotras mismas, en dónde estamos paradas y cuál es el objetivo de nuestras vidas”.