El ixcateco, ¿lengua resignada al recuerdo?
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El ixcateco, ¿lengua resignada al recuerdo?

En esta tierra de los legendarios tejedores de palma hay apenas unas 10 personas que lo hablan de manera fluida


A sus 92 años, don Pedro es el único sobreviviente de su familia, pero también el único hablante de ixcateco que queda de esta. En 55 años de matrimonio “no hubo hijos” a los cuales heredar la lengua que él aprendió de sus padres. Ahora, postrado en una silla de ruedas, con afectaciones en el brazo derecho por haber caído del tren y resignado a la pérdida de su cultivo por la falta de lluvia en este año, intenta compartir el idioma que en 1939, cuando el antropólogo Roberto Weitlaner visitó Santa María Ixcatlán, era uno muy satisfactorio desde el punto de vista de su conservación.

“Casi todos los hablantes y hasta los niños entienden el idioma y la mayoría lo usa en la conversación cotidiana”, decía el investigador sobre una población que un año más tarde, en 1940, contaba con 994 habitantes, y que ahora, con unos 516 (cuya mayoría —438— sobrevive entre la pobreza moderada y la extrema) no parece guardar ninguna relación con la de entonces en cuanto a su lengua. Si acaso, como se ha intentado contar, en esta tierra de los legendarios tejedores de palma y del mezcal papalomé hay apenas unas 10 personas que lo hablan de manera fluida o se acercan a esta.

Pedro Salazar Gutiérrez y Cipriano Ramírez Guzmán son dos de ellas, aunque de una generación que rebasa los 80 años. En tiempos de la visita de Weitlaner, Pedro tenía 12 años. Quizá con un poco de dificultad para expresarse en tal idioma y con algunos años menos, también sobrevive otro señor llamado Pedro, lo mismo que Gregorio, Ignacio, Aniceto, Rosalía, Patrocinia, Rufina y Juana, una decena de habitantes entre los poco más de 500 que habitan 175 hogares.

GENERACIONES DESINTERESADAS

Salazar Gutiérrez tiene un sobrino, pero este, como algunos de generaciones más jóvenes habla “muy poco” la lengua que ahora parece quedar solo en la memoria de unos cuantos, como la de él, que con casi un siglo de existencia se empeña en mantener para compartirla con alguien, al menos con los niños de la única escuela preescolar del pueblo.

Es a ellos a quienes, pese a la reticencia inicial de los padres de familia y las dudas de varios de sus compañeros porque asimilaran tal conocimiento, enseñó a contar en ixcateco, la lengua que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) describe en su Atlas de las Lenguas del Mundo en Peligro como una de las 577 en situación crítica (de las alrededor de 6 mil 700 que se hablan en el mundo). En México, es una de las 21 en tal situación (de las 68 originarias), mientras que en el estado es la de mayor riesgo de perderse, entre las 16 lenguas indígenas que tiene.

“Unos a los que les enseñé los números, ya hablaban del 1 al 30, otros hasta el 10 o el 12”, cuenta el hablante que cursó apenas un par de grados de la primaria y que aún sin saber escribir se convirtió en uno de los dos profesores comunitarios (junto a Cipriano Ramírez Guzmán) de Santa María Ixcatlán.

PROYECTO CON COMPLICACIONES

Él se animó con los menores del preescolar en que labora la profesora Viridiana Castillo Martínez, a los que supo darles muchas explicaciones, tenerles paciencia y no saturarlos, “solo 10 palabras hasta que aprendan” y entonces avanzar, quizá hasta lograr lo que ocurrió con dos de ellos, que entablaron un breve diálogo.

“El niño le pregunta a dónde va; la niña contesta que va a la tienda. Dice el hombre: ¿qué vas a traer? —Pan y café— dice la niña, en dialecto”.

Así, entre la esperanza también llega la desesperanza: “yo les digo: aprendan. Pero no agarran entusiasmo”.

Para Lilia Zárate, que lleva 15 años como profesora en la primaria de Ixcatlán, el proyecto de enseñanza (surgido en 2009) ha enfrentado varias complicaciones. “Se veía que la lengua nada más era práctica en la escuela, pero saliendo de la escuela, no había nada”. El carecer de material didáctico suficiente también ha mermado el esfuerzo, lo mismo que la desesperación de los niños “porque no entienden bien la pronunciación o no pueden escribir” lo que comparten las personas mayores como Pedro, Cipriano, Gregorio o Juana. Y a ello se suma la falta de apoyos como el que ha hecho que en los dos últimos ciclos escolares el proyecto se haya detenido.

“Es triste que las mismas personas o la misma autoridad municipal a veces no ponga ese empeño o entusiasmo para que la lengua no se termine de agotar”.

UNA LENGUA DE LA MEMORIA

El ixcateco se habla solo en esta parte de la región Mixteca Alta, muy cerca de la Cañada, en una comunidad donde casi 500 habitantes carecen de servicios básicos y de seguridad social, y más de la mitad del acceso a la alimentación. Es una lengua que según la clasificación del organismo tiene como únicos hablantes a “los abuelos y las personas de las viejas generaciones”, quienes “sólo usan la lengua parcialmente y con escasa frecuencia”.

En ese escenario, en el que si nada se hace, esta lengua que no ha encontrado similitud en otras como el mixteco (con la que quizá solo la palabra papá —tata— le asemeje en una variante) podría perderse en pocos años.

“Actualmente, el ixcateco existe casi en exclusiva en la memoria de una decena de adultos mayores. No hay, ahora mismo, ningún niño que hable de manera fluida esta lengua. Si la situación no cambia, en el lapso de algunos años no habrá nadie en el mundo que lo haga”, señala el lingüista Michael Swanton, director académico de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova. Sus palabras las plasma en la nueva edición de las Fábulas de Esopo que del ixcateco ha publicado editorial Calamus, en una serie antecedida por versiones en cuatro variantes de las lenguas zapoteca, mixteca y mixe.

GENERAR MATERIAL

Swanton se ha involucrado en los esfuerzos por investigar y, ahora, generar material para la escritura del ixcateco. De tal labor, don Cipriano Ramírez señala que se sigue la lucha por investigar la lengua cuya escritura ha tenido varias iniciativas, como las que el lingüista remonta a 1857, con una versión del “Padre nuestro” redactada por Rafael Martel, o los vocabularios de 1887 y 1893, hechos por la autoridad municipal y Cristino Bautista. Asimismo, la “Cartilla ixcateca” de Doroteo Jiménez (en 1950), que en 2006 reeditó el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas.

“Estamos haciendo la lucha de que se acabe de investigar, pero no se ha podido”, dice don Cipriano. Para él, no ha habido la seriedad necesaria. “Es un idioma con el que no nos podemos comunicar ni con otros idiomas como el mixteco o el chocholteco porque no es igual la lengua. Apenas estamos haciendo la lucha yo y el compañero Pedro, si Dios nos presta vida, acabaríamos de investigar y hacer la escritura”, expone el hombre de más de 80 años.

¿POR QUÉ MUERE UNA LENGUA?

Para Michael Swanton y la ONU, la extinción de las lenguas no es algo nuevo, como tampoco inevitable. Sin embargo, como refiere el lingüista, lo que preocupa es la velocidad con que desaparecen y que para él se debe en parte a la globalización.

La lingüista mixe Yásnaya Elena Aguilar ha señalado en sus textos que a veces la muerte de las lenguas ocurre de manera natural, por la vitalidad de los cambios que tras varios años la hacen muy distinta, como con el latín o las de la familia mexicana yuto-azteca. Y eso, añade, no amenaza la diversidad lingüística, sino “propicia con el nacimiento de nuevas lenguas”. Sin embargo, refiere que “otras lenguas mueren por una causa terrible”, como las guerras. Asimismo, unas más “porque sus hablantes sufren discriminación abierta o encubiertamente. Muchas lenguas han desaparecido porque sus hablantes han sido castigados con multas, azotes, cárcel, burlas, prohibiciones, etc. Es una agonía lenta”.

Para ella, “las lenguas son sus hablantes y cualquier atentado u omisión contra el derecho fundamental de hablar tu lengua impacta a corto o largo plazo en la existencia de ese sistema lingüístico. Es así que la preservación de la diversidad lingüística del mundo está estrechamente relacionada con la defensa de los derechos humanos”.

Por ahora, como dice Michael Swanton, “queda pendiente indagar por qué el uso del ixcateco cambió de forma tan dramática durante la segunda mitad del siglo XX”. También si los esfuerzos de enseñanza de los últimos 10 años lograrán resarcir lo hecho en varias décadas.


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