Recrea Orlando Velázquez "El deseo que corrompe"
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Arte y Cultura

Recrea Orlando Velázquez “El deseo que corrompe”

Crimen y política, vida cotidiana y violencia son relaciones cuyos límites se han difuminado, así como las lecturas a la obra del artista, señala Guillermo Santos


  • Recrea Orlando Velázquez  “El deseo que corrompe”
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Como una propuesta crítica hacia los objetos de deseo: dinero, fama y poder y los perfiles que se generan a partir de ellos: empresarios, políticos, narcotraficantes, entre otros, es como percibe Guillermo Santos la obra del artista Orlando Velázquez, quien expone en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO).

El deseo que corrompe es el nombre de la muestra del artista nacido en el estado de Guerrero, abierta desde el pasado 30 de junio en la ciudad de Oaxaca. En ella, a decir de Santos, se crea una fábula, tanto por la reflexión de la serie como por la lectura que se puede dar a la presentación de la serie.

“No importa su función en la cadena, todos parecen ser el mismo personaje”, comenta el autor del texto de sala sobre los actores recreados en tonos blancos y negros en la gráfica de Orlando.

El deseo que corrompe es una exposición que invita a pensar en el ser humano como mercancía en una dinámica criminal en México. Una dinámica en la que -siguiendo la opinión del escritor Bernardo Esquinca- ha hecho del país una nota roja.

“Cuerpos y almas aparecen como en una danza macabra, un intercambio siniestro entre objetos y valores, cuyo flujo se ha aceitado con sangre”, explica Guillermo Santos sobre las consecuencias de ese deseo que corrompe y que a veces -retomando las precepciones del fallecido escritor Sergio González- dice que se trata de “fenómenos extremos”.

Es decir, “situaciones que no pueden ya medirse con un parámetro o lógica alguna, como el asesinato masivo de mujeres en Ciudad Juárez. O las cabezas sin cuerpos que aparecen cada día”.

Parte de ese poder y la violencia generada a partir del ejercicio del mismo es algo en lo que también han reflexionado otros escritores. Como el caso de Bibiana Camacho, quien en su novela Lobo remite a esas formas en que las personas se esfuman y de las que nadie quiere hablar o se muestra indiferente.

“La violencia se ha normalizado y si antes te espantaba ver algo, ahora es de: ya otra vez; ya no le haces caso porque es uno tras otro y otro”, comentaba en una entrevista la autora respecto a la serie de desapariciones y asesinatos en México.

El deseo que corrompe se expone en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y muestra un trabajo del artista Orlando Velázquez en el que la relación de gráfica y política permea a través de sus personajes, formas y tonos.


aa

 

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