José María Velasco: Génesis y legado del espacio pictórico mexicano
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Arte y Cultura

José María Velasco: Génesis y legado del espacio pictórico mexicano

Velasco es el padre y creador del paisajismo mexicano, autor originario del espacio latinoamericano, pero ¿sabes qué lo hizo ser esa fuerte figura en nuestra cultura?


José María Velasco: Génesis y legado del espacio pictórico mexicano | El Imparcial de Oaxaca

José María Velasco fue más que un pintor paisajista y a quien le debemos una de las portadas más recordadas y populares en los Libros de Texto Gratuito de la SEP para aquellos que nacimos en la década de los 90. Sin su figura anfibia, como le llamaría Octavio Paz en algún momento haciendo alusión a su trabajo oscilante entre terrenos –el de la ciencia y el de las artes, por supuesto–, México y su estética modernista no estarían consolidados como hoy lo están.

Tampoco tendríamos una tradición de representaciones geográficas, arquitectónicas, urbanísticas e incluso patrióticas como la que se goza y cuida en la contemporaneidad.

Velasco, también como un gráfico estudioso de la biodiversidad mexicana, deja muy pálida su silueta como pintor decimonónico para consolidarse, definitivamente, como un investigador naturalista tanto en sentido figurativo como simbólico, y marca las pautas con las que hoy se lleva la reflexión ecologista y estética de nuestro desarrollo.

Nacido un 6 de julio de 1840 y fallecido el 26 de agosto de 1912, José María Velasco encierra en su nombre una serie de datos y elementos que hoy es menester recordar, que resultan primordiales para entender su historia y nuestro camino…

Originario de Temascalcingo, Estado de México, fue ese horizonte el que marcó su pintura; la visión que generó durante sus prolífica producción plástica recurrió una y otra vez a los senderos mexiquenses. Es gracias a él que se tiene hoy archivo de justicia ante lo que parece siempre fue caótico, ingobernable y vilipendiado por la política nacional.

Su formación fue atravesada por dos grandes sucesos durante su juventud: mudarse a la Ciudad de México en 1849 para trabajar en el negocio de rebozos de sus tíos y estudiar por las noches en la Academia de Bellas Artes de San Carlos. La sensibilidad y paciencia para observar y traducir al lenguaje de la plástica en Velasco mucho se debe a este encuentro entre lo textil y lo académico.

A sus 18 años, mientras ya se desempeñaba en San Carlos como Profesor de Perspectiva, dedicaba también su tiempo al estudio de disciplinas que llamaban totalmente su atención: zoología, geografía y arquitectura; así como a la revisión de movimientos impresionistas y románticos en el extranjero.

Tras haber expuesto en las ferias de arte más importantes en París y Chicago, Velasco se consolidó como uno de los fundadores del espacio pictórico mexicano e hispanoamericano, y uno de las mentes más creativas en las esferas de la ingeniería, la perspectiva aérea –aún hoy su legado es rastreable en la fotografía por drones–, el cálculo de volúmenes y proporciones en sentido artístico y la identificación cromática.

Velasco realizó paisajes repletos de botánica, zoología, geología e ingeniería, pero cabe resaltar que siempre supo cómo alinear todos estos elementos con la espiritualidad casi religiosa de un sendero político, identitario y de patria en cada una de sus panorámicas. En cada trazo es posible leer, sí, su dedicación académica, pero también su pertenencia a esta tierra, su fervor por nuestra cultura, su crítica ante los signos del desarrollo (ferrocarriles, puentes y demás) y su pasión por este suelo indómito.

El Valle de México y el cielo mexiquense, entre otras particularidades de su estudio como el análisis global del ajolote y las pitahayas, posibilitaron que en este país tuviéramos montañas, nubes, lagos y bestias en su sentido más poético. Que contáramos con artistas herederos como el Dr. Atl, Orozco e incontables fotógrafos, hasta llegar incluso, a creadores contemporáneos como Graciela Iturbide, Jorge Taboada y Santiago Arau; cada uno a su manera, pero en el fondo, muy velascos.