La Chinantla acusa nuevo plagio de textil
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Arte y Cultura

La Chinantla acusa nuevo plagio de textil

Artesanas de Valle Nacional reconocen elementos copiados de sus huipiles por parte de la empresa Star Mela


En 2017, fue San Juan Bautista Tlacoatzintepec, con el plagio del diseño de un huipil por parte de la empresa española Intropia. En este año, la Chinantla vuelve al centro de la discusión sobre el patrimonio textil, pues recientemente se detectó que la empresa londinense Star Mela copió elementos que se aprecian en los huipiles de Valle Nacional. La denuncia sobre el nuevo caso fue dada a conocer por el proyecto “Región del Alto Papaloápam”, que dirige el antropólogo Jesús Rafael Santaella.

La empresa de Inglaterra, señala la iniciativa, “plagió y modificó en sus vestimentas parte de la simbología de Valle Nacional, llamada árbol de la mujer adulta y los árboles centrales”.

Frente a este caso, del que se percataron a través del proyecto “Viernes Tradicional”, las artesanas Inés Carvajal Pérez y Rosa Leyva Antonio, así como el antropólogo y, de la comunidad de Rancho Grande, Valle Nacional, expresaron su inconformidad por el “nuevo atropello contra las mujeres artesanas de la Chinantla” y pidieron a las autoridades estales y nacionales pronunciarse ante la situación que afecta a la cultura de esta parte de Oaxaca.

En entrevista vía telefónica, el antropólogo Jesús Rafael dijo que al consultar con estas dos artesanas de Rancho Grande (representantes a su vez de cooperativas de mujeres) se encontraron con “muchas similitudes” entre la túnica de la marca Star Mela y el huipil de Valle Nacional.

“La página (de Star Mela) dice que (el producto) fue inspirado en modelos mexicanos”. Sin embargo, añade el antropólogo, se preguntó a las artesanas de Rancho Grande si había o hubo alguna relación o contacto con la empresa, si alguien les solicitó el diseño o había beneficio económico por el uso del mismo. No obstante, nadie recuerda que personal de la empresa se hubiera presentado en la comunidad.

En el material difundido por Santaella, se presenta a las artesanas y algunos huipiles elaborados en la comunidad de Rancho Grande. En el video, Inés y Rosa señalan que en la prenda de Star Mela se observa la copia hecha del árbol de la mujer adulta.

“Nosotras queremos que no sea copiado nuestro trabajo, porque con mucho esfuerzo lo estamos recuperando de nuestros ancestros”, comenta Rosa Leyva.

Ante el presunto caso de plagio, pidieron el apoyo de las autoridades, especialmente de quienes se han comprometido para apoyar a la comunidad de artesanos y a la protección de los textiles. Un llamado especial se hizo a la senadora electa Susana Harp Iturribarría, quien en 2015 había dado a conocer el plagio de un diseño de Santa María Tlahuitoltepec, hecho por la diseñadora Isabel Marant para la empresa Antik Batik.

Al igual que en 2017, cuando Santaella y representantes de Tlacoatzintepec denunciaron públicamente el plagio del textil de esa comunidad, se espera que en próximos días, durante el Congreso Internacional de Patrimonio Cultural en la era digital (del 20 al 24 de agosto, en Etla), se dé a conocer este nuevo caso.

 

¿CÓMO FRENAR LOS PLAGIOS?

Aunque hasta ahora no se ha desarrollado una acción concreta para la protección de las comunidades frente al plagio, una de las opciones que plantea el antropólogo es la denominación de origen.

“La alta moda no puede seguir plagiando a comunidades que están en pobreza extrema o zonas marginadas. Siento que se les acaba ya la imaginación a los diseñadores”, añade sobre casos en los que varias comunidades de Oaxaca han sido afectadas: Santa María Tlahuitoltepec (2015), San Antonino Castillo Velasco (en 2016, por parte de la empresa Rapsodia); San Juan Bautista Tlacoatzintepec (2017, por Intropia), y ahora Valle Nacional (por la empresa Star Mela).

Asimismo, se espera que la primera atención hacia estos casos de la comunidad artesanal sea de parte de las autoridades municipales. Esto mediante el apoyo a sus ciudadanos y artesanas.

“Lamentablemente, los rezagos tecnológicos son enormes en las comunidades chinantecas, no se diga el resto del estado. La mayor parte de esto se debe a que las autoridades sólo se comprometen a apoyar a las artesanas en tiempos electorales, de ahí no hay ninguna respuesta”.

LO ARTESANAL: LA MODA Y LA INDEFENSIÓN

En mayo de 2017, durante un encuentro organizado por el Museo Textil de Oaxaca, la antropóloga social María del Carmen Castillo decía que “a nivel nacional e internacional, lo hecho a mano, artesanal o tradicional, está posicionado y tiene un valor”. Y es sabido por las grandes empresas y firmas que recurren a ello, pero no de una forma ética y responsable.

Frente a los casos en que han estado involucradas empresas extranjeras y comunidades como Santa María Tlahuitoltepec, San Antonino Castillo Velasco y San Juan Bautista Tlacoatzintepec, “ni mixes, ni zapotecos ni chinantecos están siendo consultados para la reproducción de sus diseños”.

Aunque a nivel internacional hay un documento de protección a los saberes tradicionales y el patrimonio inmaterial de muchas comunidades indígenas (Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial 2003), que México ratificó en 2005, las comunidades del país siguen siendo afectadas por los plagios a sus textiles.

Lo evidente es el “vacío a nivel jurídico sobre una ley que proteja la propiedad intelectual y colectiva de los pueblos indígenas”, explicaba Castillo.

En febrero de 2017, el director del Museo Textil de Oaxaca, Héctor Meneses, señalaba que frente al plagio sufrido por Tlacoatzintepec y el ocurrido con la blusa de Santa María Tlahuitoltepec, se habla de un robo. “Plagio es una palabra que intenta disfrazar un poco el concepto; es robarse identidad, robarse elementos”.

Respecto a formas de protección, indicaba que no se puede optar por patentes ni de registros de autor, al tratarse los textiles de una práctica colectiva. “El derecho o propiedad intelectual tienen una vigencia, ¿qué pasará cuando esa vigencia se acabe? volveríamos a lo mismo, cualquiera lo podría usar porque no se puede pedir una renovación”.

En ello coincidía María del Carmen Castillo, quien colaboró con las autoridades de Tlahuitoltepec en un dictamen antropológico sobre la prenda afectada por el plagio de Marant.

Tal documento se basó en el pronunciamiento de las autoridades de la comunidad y resultó en la vía más idónea, pues incluir la prenda en las listas de patrimonio cultural implicaría el riesgo de “encarcelarla y limitarla a las intenciones que pueda haber posteriormente”. Es decir, que ello limitaría las modificaciones al diseño y uso de la prenda.


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