Mayra Martell recrea la identidad de las desaparecidas
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Mayra Martell recrea la identidad de las desaparecidas

Preguntas como ¿en qué momento las mujeres se pueden volver ficticias? llevaron a Mayra Martell a realizar Ensayo de la identidad


“¿Mi hija tendrá dónde comer?, ¿tendrá dónde dormir?, ¿dónde estará?”, Interrogantes como estas y la incertidumbre de no saber qué pasó con una hermana, una madre u otra mujer de la familia consumen la vida en pocos años. Es muy triste ver que eso suceda, dice la fotógrafa y periodista Mayra Martell (Ciudad Juárez, 1979) sobre los casos de quienes esperan noticias de sus desaparecidas, de pistas que les ayuden a saber qué ocurrió con mujeres que como Érika Noemí Carrillo dejaron una lista con metas a corto y largo plazo, y que una día, al ir a cortarse el cabello a unas calles de su casa, jamás volvieron.

Para Mayra, “la esperanza es la mentira más grande de este mundo; sin embargo, la emocionalmente más lógica en estos momentos”. La frase acompaña su descripción de Ensayo de la identidad, un proyecto iniciado en 2005, luego de estudiar en el Centro de la Imagen, en la Ciudad de México, y volver a su tierra natal. Entonces, cuando la nostalgia le llevó a capturar imágenes del centro de la ciudad que pronto sería demolido, se halló con varios carteles de mujeres desaparecidas.

En julio de 2003, Ciudad Juárez acaparaba la atención de la prensa internacional, por las declaraciones del entonces presidente de Derechos Humanos, José Luis Soberanes. En la ciudad había, aproximadamente, mil desaparecidas.

A Mayra, las constantes desapariciones le despertaron muchas dudas. Más al ver que el problema parecía no importar en la sociedad de Ciudad Juárez, pues los carteles eran rayados, arrancados e incluso intervenidos con palabras como “putas”.

Fue así como se decidió a visitar las casas de mujeres y niñas desaparecidas, para hablar de personas y no de cifras. Un caso le llevó a otro, hasta documentar, en 2017, 142 desapariciones y 30 feminicidios en Ciudad Juárez. Pero también a abarcar reportes de desaparición, la conciencia en las ciudades como espacios, de cómo va a las recámaras de personas desaparecidas y el trabajo, en la cárcel, con presuntos homicidas.

“La idea era generar un documento acerca de alguien basado en diferentes perspectivas: la de la familia, la de la prensa, la de la sociedad y del presunto homicida, aparte los archivos policiacos. Es lo que se da en torno a la desaparición”.

En su proyecto, Mayra opta por hablar de personas y no de cifras, como las recogidas en el último reporte del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, donde se habla de que en el país hay 32 mil 277 personas desaparecidas o sin localizar, y de las cuales casi tres cuartas partes (73.7 por ciento) son hombres y poco más de una cuarta (el 26.3 por ciento) son mujeres.

  • ¿Cómo percibes el problema de las mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez?
  • Hay una falta de conciencia en este país. Pero en Ciudad Juárez no importaba, veían que estaban desapareciendo mujeres y muchos rayaban los carteles, ponían “putas”, los quitaban. Era que a la sociedad realmente no le importaba porque no era un ser de la familia… y (decían) ‘por algo andarán’. Esa es una manía muy de nosotros, de culpar a todo.
  • ¿A la víctima?
  • Claro, pero creo que ya es como un sistema muy caduco, donde la sociedad ya no funciona, no funciona religión, no funciona familia, no funciona nada. Se me hace como que las mujeres tenemos que retomar este sentido porque este es un mundo de hombres. Tú lo ves, las guerras que hay y demás, es una mentalidad muy masculina la que nos tiene mal. Ya como mujeres tenemos que ser doblemente amorosas, doblemente conscientes y revolucionarias (…). Nosotros sabemos de tres o cuatro capas de violencia en México, pero en la profundidad hay muchas cosas que están pasando.

En torno a su proyecto, Mayra señala que entre 2009 y 2011 hubo 26 casos de desaparición, de mujeres a las que tenían en un hotel en el centro de Ciudad Juárez, y las llevaban a prostituirse a las cárceles municipales y estatales. “Había una serie de corrupción tremenda”.

  • Hasta 2016 había más de 30 mil desaparecidos en el país y sólo se habla de cifras, como de algo cotidiano…
  • Es muy triste lo que pasa, ¿qué nos toca hacer? Es lo que trato de pensar, creo que generando un tipo de conciencia con tus hijos, nos toca educar a las nuevas generaciones, y nos toca educar a la pareja, nos toca educar a las personas con las que convivimos y hacerles entender que eso no está bien. El feminicidio es la máxima expresión de la violencia (…). No es algo que esté tan lejano a nosotros, sino hay una estructura de violencia emocional muy fuerte y creo que eso trastoca en el comportamiento de las personas.
  • ¿Y tan cotidiano que se ve “normal”?
  • Claro, y los tipos esos suben cosas de feminismo en los muros de Facebook, y dices: ¡Dios, pero si tú eres de lo peor! No hay que matar a una mujer para lastimarla, es lo que no entendemos.
  • La desaparición, ¿cómo la has abordado, qué implicaciones y obstáculos has encontrado?
  • ¿Cómo hablas de alguien que no está? Al final la fotografía es un objeto, algo tangible y creo que lo más fuerte es la parte emocional porque a veces es ir a casas de personas que no conoces y que están pasándola muy mal. Y tienes que llegar y hacerles entrevistas. Me da una pena porque repiten las historias y no sucede nada. Creo que con mi trabajo quiero desarrollar un acompañamiento, decir no estás sola, y que es importante lo que te está pasando.
  • ¿Qué has percibido en las familias?
  • Lo que he notado es que siempre están preocupadas por saber si su hija tendrá dónde comer o dormir, dónde estará. Y eso las vas consumiendo, físicamente ves cómo a través de dos o tres años se acaban totalmente.
  • Para las fotografías del proyecto, ¿elegiste casos o el conocer uno te llevó a otro?
  • Todo me fue llevando. Empecé con una cosa y de ahí me decían: oye, mira, hay una vecina… porque muchos de los casos ni siquiera la Procuraduría los tiene. Recibí muchísima ayuda de las madres, realmente ellas fueron las que me formaron en el periodismo. Me iban guiando en el trabajo. Fue con casos que me fui topando, cosas que me fueron diciendo ellas, inquietudes personales.
  • Con el proyecto de Ciudad Juárez, ¿has recibido amenazas?
  • Sí, en 2010 tuve que salirme de Ciudad Juárez precisamente por eso.
  • Hay familias que dejaron intactas las habitaciones de sus hijas, ¿representan esos objetos y sitios a una persona?
  • Son registros o testigos de que esa persona existió; no son ficticias, sino que esa carta la escribió alguien, esa cama la usó alguien. Son objetos que atestiguan que alguien estuvo ahí y que no está. Creo que sí es muy importante ese tipo de documentos porque en los periódicos manejamos cifras y demás, pero al final son personas. Y los objetos son como testigos de toda la relación de amor que tienen con sus familias.

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