Las mujeres padecen más de fibromialgia que los hombres

A más de 1 millón de personas–, a pesar de que estudios europeos recientes, indican que el porcentaje de afectados podría ser más alto (entre 3 y 4 personas de cada 100), según indica Antonio Collado Cruz, presidente de la Sociedad Española de Fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica (SEFIFAC).

Se trata de una enfermedad crónica de causa desconocida que afecta al funcionamiento del sistema nociceptivo, es decir, la parte del sistema nervioso que se encarga del procesamiento del dolor en nuestro cuerpo. Esta afectación altera las fibras neurológicas nociceptivas que recorren nuestro cuerpo y su organización a nivel cerebral. Además del dolor generalizado por todo el cuerpo, también afecta al control neurovegetativo (responsable de funciones involuntarias como la digestión, sudación, frecuencia cardiaca…).

Aunque la mayor parte de los pacientes diagnosticados tienen entre 45 y 50 años, también puede darse en personas más jóvenes, desde los 20 o 30 años. En cuanto al género, las mujeres salen muy mal paradas pues representan el 85% de los afectados.

El síntoma principal es dolor continuado en amplias zonas corporales –zona cervical, parte superior de hombros y espalda, zona lumbar, nalgas, parte proximal de brazos, manos, muslos, rodillas o tobillos– que empeora con ciertas posiciones, las cargas físicas y la activación emocional, aunque a veces se acentúa de forma espontánea y sin un factor desencadenante aparente.

“Algunos pacientes describen este dolor como ‘generalizado’ debido a que abarca grandes áreas, además de estar acompañado de una sensación de cansancio o agotamiento, alteración del descanso nocturno y estados de ánimo o dificultades en nuestra capacidad de concentración”, explica Collado Cruz.

La fibromialgia afecta al 2,4% de la población, es decir, a más de 1 millón de personas”

Suele estar asociado al síndrome de fatiga crónica –entre el 50 y 70% de los pacientes con fibromialgia lo manifiestan–, condición definida por un cansancio crónico severo que produce una limitación muy significativa de la capacidad funcional.

Los expertos de la Clínica Mayo señalan que al ser unos síntomas tan similares a los de otras enfermedades y no existir una prueba específica para esta dolencia, es más complicado dar con un diagnóstico adecuado. “No se puede confirmar ni descartar con facilidad mediante un análisis de sangre o radiografía, sino que parece estar vinculada con cambios en la forma en que el cerebro y la médula espinal procesan las señales de dolor”, explican en el portal.

Primero se deberán descartar otros problemas como enfermedades reumáticas, problemas de salud mental o trastornos neurológicos. Aún así, tras pasar por determinadas pruebas –hemograma completo, velocidad de sedimentación de los glóbulos rojos, análisis de la función tiroidea, niveles de vitamina D…– y si el paciente cumple una serie de indicios –síndrome intestino irritable, dolor en la cabeza y la mandíbula, ansiedad y depresión, micciones dolorosas…– se puede llegar a confirmar.

Collado Cruz asegura que aún no se ha podido determinar si está ligado a un gen o grupo de genes determinados, pero sí están convencidos de su predisposición genética. No solo porque afecta más a las mujeres, sino porque si se tiene un familiar de primer grado que lo sufre, se puede incrementar en ocho el riesgo de padecerlo. No obstante, matiza que lo más probable es que nunca se llegue a desarrollar.

Cómo afecta a los pacientes y qué soluciones existen

Esta dolencia puede llegar a afectar la calidad de vida y entorno de quienes la padecen. Según un estudio de 2014 sobre el impacto en el trabajo, la familia y el entorno social en pacientes con fibromialgia en España, publicado en BMC Health Services Research, el 70% de los pacientes atendidos en centros de atención primaria aseguraron tener grandes dificultades para rendir en el trabajo, mientras que un 23% se encuentran en situación de invalidez permanente. Asimismo, el 44% aseguró depender bastante o casi en su totalidad de algún miembro de la familia para realizar las tareas domesticas.

Por desgracia no hay cura definitiva, Collado Cruz explica que el tratamiento ayuda a mejorar la sintomatología. Suele consistir en una combinación de algunos fármacos, capaces de mejorar la excitabilidad y sensibilización del sistema nociceptivo (aunque no todo el mundo responde igual) con una terapia cognitivo-conductual y ocupacional y ejercicio físico supervisado. No obstante, el experto asegura que un diagnóstico precoz ayudará a obtener mejores resultados.