Historia de vida: Al diablo 20 años de matrimonio
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Policiaca

Historia de vida: Al diablo 20 años de matrimonio

Una mujer, aterrada por la violencia que ejerce su ahora exmarido, solicitó la protección de la justicia porque ahora teme también por los suyos


Historia de vida: Al diablo 20 años de matrimonio | El Imparcial de Oaxaca

Isidro Hugo y Claudia del Carmen estuvieron casados durante 20 años, apenas se divorciaron, pero todo indica que las agresiones continúan, por eso el hombre fue denunciado y ahora está a disposición de un juez.

La más reciente agresión a Claudia del Carmen ocurrió el pasado 7 de junio, a las 19:00 horas, cuando se encontraba en la casa de sus padres, en la colonia Candiani.

Quedó tan traumada, aterrada, según la denuncia, por eso aquella tarde-noche luego reconoció la voz de su exesposo y se puso mal. “Salgan mejor hij%&$”&%”, gritaba desde la calle.

Claudia salió, los insultos continuaron: “Cuídate las espaldas porque prefiero verte muerta antes que soltera”.

Isidro quiso abrazarla, pero Claudia no se dejó y la tomó del cuello por la fuerza, como queriéndola ahorcar.

Ante el escándalo, los padres de Claudia también salieron, pero fueron insultados y amenazados. Que se cuidaran de él, les dijo.

Un día antes, Claudia del Carmen había acudido a la Fiscalía Especializada de Delitos contra la Mujer por Razón de Género, para denunciar otras agresiones sufridas antes y después de su divorcio.

Explicó que durante mucho tiempo sufrió de maltrato familiar, en ocasiones frente a sus tres hijos procreados con el hombre que ahora estaba como imputado al otro lado de los banquillos de la sala de audiencias, en los Juzgados de Control de Valles Centrales.

“Pinche vieja no me sirves para nada”, era los insultos de siempre. “Cuiden a su mamá, porque le voy a partir su m….”, decía a sus hijos cuando vivían juntos en la misma colonia pero en diferente calle.

Tras el divorcio, desde el pasado 28 de noviembre, Claudia se fue a vivir con sus papás, donde asegura sigue siendo insultada y amenazada.

Explicó que tras su separación buscó trabajo y fue contratada en una tienda departamental, pero también tuvo problemas porque Isidro fue y le hizo un escándalo.

Durante el tiempo que laboraba, asegura, iban unos jóvenes con apariencia de vagos para intimidarla, supuestamente enviados por el hombre que un día le juró amor eterno.

Claudia siempre tenía miedo, porque Isidro comenzó a reunirse con jóvenes al parecer viciosos, por ello decidió solicitar el apoyo de las instancias correspondientes antes de que las cosas empeoraran.

Tras esta comunicación de imputación, el ministerio público dijo contar con datos de prueba como la denuncia de la víctima, las declaraciones de testigos como sus padres, un dictamen médico, un dictamen psicológico y una inspección ocular, entre otras.

El imputado calla

En su intervención, Isidro Hugo decidió no declarar y solicitar la ampliación del término constitucional para que se le determine su situación jurídica.

Como medida cautelar durante este lapso y ante el riesgo de que la víctima vuelva a ser agredida, la representación social solicitó al juez le imponga ciertas restricciones al imputado, como el no acercarse a la víctima ni al domicilio de la víctima.
“Tengo miedo, mucho pánico porque no es una persona que quiera aclarar las cosas, ya es un miedo, se juntó con gente mal vestida, me ha mandado vigilar y ya no quiero eso”, agregó la ofendida.

Por su parte, Isidro Hugo aseguró que desde que se separaron no ha molestado a la señora.

Finalmente el juez resolvió imponerle dicha medida cautelar a Isidro Hugo: “No acercarse a la víctima durante este plazo, no acudir al domicilio de la misma, ubicado en la colonia Candiani”.

Problemas de pareja

Especialistas advierten que aunque en ocasiones no lo parezca, somos seres racionales. Y si en ocasiones no lo parece es porque cuando la ira nos invade, la mente se nos nubla y quizá lo que sale por nuestra boca no sea lo más adecuado para solucionar nuestros problemas de pareja.

“Quizá nos desahoguemos por un breve período de tiempo, pero a la larga, terminaremos ocasionando graves estragos en nuestra convivencia. Y no es que no sepamos cómo tratar a nuestra pareja, sino que en esos momentos críticos perdemos lo que precisamente debería ser más importante, el sentido común”, señalan.

Aconsejan se responda la pregunta de por qué se está enfadado y luego descartar la primera respuesta, ya que en muchos casos, seguramente lo que tanto lo enfureció no sea el objeto de la discusión que se está manteniendo, sino otra razón más profunda o quizá un problema muy concreto que aún no se ha resuelto.

En otros casos, ni siquiera la pareja tendrá la culpa del enfado, sino se pudo ocasionar en otro ámbito (trabajo, familia) y es ella quien paga los platos.

Los especialistas subrayan que se debe parar y dejar que la otra persona se explique, ya que no se trata únicamente de contar hasta diez entre exabrupto y exabrupto, sino también dejar que la otra persona se explique y presente su versión de lo ocurrido ante las acusaciones. “Quizá ello evite un aumento de la tensión hasta un punto de no retorno y solucione el problema sin necesidad de elevar el tono o sacar a colación otros temas. Nuestra mente funciona más rápido que nuestra lengua, y a veces una simple conversación sin alzar la voz sirve para convertir las sombras en luz”.

Puntualizan que se deben revisar los argumentos, ya que muchas personas comienzan a discutir con una idea clara en su cabeza sobre lo que han de decir, especialmente si son ellas las que comienzan la confrontación.

“Quizá convenga revisar nuestra argumentación antes de pronunciarla en voz alta y, de esa manera, comprobar si lo que sugerimos es cierto o si se trata de una mera estratagema para hacer sentir mal a nuestra pareja. Si es así, quizá sea preferible tragarnos nuestras palabras”.

“Para discutir apropiadamente sobre algo que nos molesta, también hay que saber cuándo hacerlo. El peor momento es, desde luego, cuando le tensión está a punto de explotar o en mitad de un cruce de acusaciones interminable, cuando las emociones nos hacen airear esos molestos trapos sucios que toda pareja tiene”.

“Pero quizá tampoco sea muy apropiado aprovechar el buen rollo romántico para sacar a relucir aquel pequeño problemilla que ocurrió hace un mes y que hasta entonces no nos habíamos atrevido a comentar”.

Por último, enfatizan que una discusión no se puede ganar, sólo perder. ¿Cuál es el fin de toda discusión de pareja? ¿Intercambiar exabruptos hasta que uno de los dos se dé por vencido y, convencido, pida perdón a su pareja y acepte que esta tiene toda la razón y nada más que la razón? ¿O simplemente hacerle comprender que uno de sus comportamientos nos ha molestado y que en lo consecutivo es preferible que se lo piense dos veces antes de volver a hacer algo semejante?
Llaman a recordar que muchas personas han ganado discusiones, pero a cambio, han perdido a sus parejas.


aa

 

Relacionadas: