Le prohíben ver a su ‘media naranja’
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Especiales

Le prohíben ver a su ‘media naranja’

Terminó golpeándola a patadas en el piso después de discutir porque ella quería ir a dar la vuelta


Le prohíben ver a su ‘media naranja’ | El Imparcial de Oaxaca

Una tarde, Lidia, joven de 20 años que quería salir a pasear, se arregló, salió de su cuarto y se dirigió a un local donde su pareja Pablo hacía talacha; se lo propuso, pero este le contestó con un rotundo “no, mejor vete a dormir”.

Como en muchas ocasiones fue el principio de una acalorada discusión, pero en esta sí hubo golpes, “patadas”, moretones, arañones, de todo.

Era noviembre del 2016, las 15:00 horas marcaba el reloj en el horario de invierno cuando a Lidia le agradó la tarde como para romper con la rutina quizá y salir a dar la vuelta con Pablo, el hombre que en su momento le bajó la luna y las estrellas para irse a vivir con él.

Salió de un cuarto que rentaban en la colonia Buenos Aires, San Antonio de la Cal, para dirigirse a otra calle cercana, donde Pablo reparaba un sillón, pues a eso se dedica.

“Vamos a pasear hoy”, pidió Lidia a Pablo, pero el tapicero le contestó que no, “que mejor se fuera a dormir”.

Lidia se molestó y le pidió a Pablo que le diera los cinco mil pesos que anteriormente le había prestado, dinero de un familiar.
Pablo se molestó más y le gritó “que no volviera a chingar con ese dinero”.

La discusión se prolongó hasta que Pablo le dio un par de cachetadas, la tiró al piso y la golpeó con los pies en las piernas y en las costillas.

Según la acusación, la levantó del piso y la recargó en la pared, donde continuó dándole de golpes en el rostro, en la nariz.
Lidia se defendió y alcanzó a darle algunos arañones a su pareja, pero la fuerza era superior.

Los gritos de auxilio alertaron al vecino más cercano, quien salió y vio a la mujer maltratada.

El testigo y su familia ofrecieron apoyo a la joven, para posteriormente llamar a la policía. Pablo se había retirado.
En su denuncia, Lidia explicó que tenía año y medio aproximadamente de haberse ido a vivir con él.

“La relación iba bien, pero poco después empezaron los problemas, las agresiones de Pablo, por eso mismo nos separamos en varias ocasiones.

“A veces me iba a pedir perdón y regresaba, en otras amenazaba que si no regresaba mi familia la iba a pagar”, como cuando fue a traerla a su pueblo de Santa Cruz Zenzontepec, Sola de Vega, declaró.

Pablo prefiere no hablar

Una vez formulada la imputación, a través de su defensor de oficio Pablo decidió reservarse el derecho a declarar y solicitar la ampliación del término constitucional, tal y como el juez Jorge López Reyes se lo había anunciado entre sus derechos.

“Usted, señor Pablo, tiene derecho a declarar si así lo desea o a permanecer callado y esto no tiene que ver con el dicho de que el que calla otorga.

“Tiene derecho a ofrecer pruebas a su favor, a solicitar el beneficio la ampliación del término constitucional y hasta duplicar este plazo si lo considera necesario por 144 horas

“Tiene derecho a conocer quién lo acusa, de qué lo acusan y con qué pruebas cuenta el Ministerio Público”, fue claro el juez al inicio de la audiencia.

Datos de prueba

Para sustentar la acusación, el representante social dijo contar con la denuncia de la víctima, testimonios de un vecino que auxilio a la joven cuando fue agredida, así como un dictamen médico de lesiones certificadas, emitido por un perito médico de la Fiscalía General del Estado y otro dictamen psicológico emitido por otro especialista de la misma dependencia encargada de impartir justicia.

Sin derecho a verla

Como medida cautelar, el Ministerio Público solicitó al juez se le impusiera una medida cautelar a Pablo, la cual consistió en que el imputado no debe convivir o comunicarse con Lidia ni con testigos.

“No tengas comunicación con la víctima, no hables con ella pues, será perjudicial, tampoco faltes a la próxima audiencia”, le advirtió la autoridad.

Las cifras

Hasta en mayo pasado, los resultados de la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), elaborada por Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), referían que más de dos quintas partes de los hombres casados o unidos con mujeres de 15 años o más (10.8 millones) han ejercido algún tipo de violencia contra sus parejas a lo largo de su relación: 40 por ciento de manera emocional, 25.3 por ciento económica, 11.6 por ciento física y 5.3 por ciento sexual.

La violencia de pareja no distingue edad o nivel socioeconómico de las personas, según el estudio. “El análisis de los datos permite identificar como posible factor relacionado con el ejercicio de violencia por parte de los hombres, los antecedentes de violencia en su infancia, por ejemplo.

“La buena noticia es que la violencia no es una enfermedad, sino un comportamiento que aprendieron en sus casas durante la infancia y que como les da resultado lo siguen usando. Pero el hecho de que sea una conducta aprendida significa que también se puede desaprender y es ahí donde aparece la posibilidad de cambio”, explica Elizabeth Hernández, trabajadora social por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Alternativas

Lo mejor es que ya existen diferentes grupos de autoayuda, organizaciones de la sociedad civil y consultorios de terapia privada para atender esta necesidad, entre los que se encuentra Movimiento de Hombres por relaciones Equitativas y Sin Violencia, el cual ha apoyado a que más de dos mil hombres dejen de ejercer conductas violentas en contra su pareja, hijos y familiares, y Hombres por la Equidad, que trabaja en la sensibilización sobre género, violencia familiar y masculinidades.


aa