Pelean alcohólicos en la Central de Abastos de Oaxaca

La disputa de una botella de mezcal y las caricias de una dama, fue lo que originó una pelea entre dos integrantes del escuadrón de la muerte en inmediaciones del mercado de abasto, la mañana de ayer. El agresor se fue con la botella mientras paramédicos de la Cruz Roja le brindaron atención médica al lesionado.

Serían las 08:50 horas cuando Ernesto, de 41 años de edad, en compañía de su pareja sentimental y su inseparable amigo, su perro de nombre ‘Firulais’, llegó a la bola de integrantes del escuadrón de la muerte que se encontraba en el estacionamiento del mercado de abasto.

Saludó a sus colegas, con quienes compartió una copa de mezcal como suele hacerlo a diario; la música sonaba en las casetas ubicadas a un costado de su punto de encuentro.

Ernesto bailaba con su pareja alegremente, sin embargo, al pedir que le dieran un trago de mezcal le dijeron: “si quieres tomar, compra, esta botellita la paramos con una coperacha, así que arma la coperacha”.

Llevado por el enojo, Ernesto retó a golpes a su colega, con quien empezó a pelear, pero debido al estado de ebriedad en el que se encontraba, resbaló y se golpeó la cabeza con la banqueta, momento que aprovechó su rival para darle una golpiza.

Culminada la misión del agresor y tras dejar sangrando del rostro a Ernesto, el vencedor decidió retirarse del lugar, no sin antes tomar la botella de mezcal y llevársela.

La mujer del herido, molesta y asustada, lo ayudó a levantarse y lo encaminó al Periférico, donde elementos de la Policía lo vieron sangrando, por lo que procedieron a ayudarlo, pidiendo el auxilio de una ambulancia.

Paramédicos de la Cruz Roja llegaron al lugar y le brindaron los primeros auxilios a Ernesto, cuyas lesiones no eran de e gravedad, por lo que los socorristas se marcharon del lugar.

El hombre, tras su derrota en la pelea por la botella de mezcal, se encontraba un poco agresivo y no dejaba bien a bien que le curaran las heridas.

En todo momento, su pareja, quien no reveló su nombre, y el fiel perro amigo ‘Firulais’, se mantuvieron pendientes del estado de Ernesto.