Padre es torturado mientras a su hijo lo encañonan
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Padre es torturado mientras a su hijo lo encañonan

El niño relata los hechos que vivió con elementos policíacos en Querétaro


Padre es torturado mientras a su hijo lo encañonan | El Imparcial de Oaxaca

Juan Antonio Reyes Suárez, señalado como uno de los presuntos responsables del asesinato del notario Alfonso Alejandro Ledesma Guerra, primo hermano del diputado federal, Braulio Guerra Urbiola, fue torturado por media docena de policías mientras su hijo de 11 años observaba la escena, encañonado.

El notario fue acribillado a las puertas de su despacho, en pleno centro de la ciudad de Querétaro, la mañana del 19 de mayo y un día después, el fiscal de justicia, Alejandro Echeverría Cornejo, informó haber capturado a los autores materiales del crimen, quienes, dijo, habían aceptado su participación en los hechos.

Videograbaciones realizadas por cámaras cercanas al lugar del homicidio, difundidas en Internet y retomadas por medios locales el día del crimen, captaron la imagen de dos varones que presuntamente habrían participado en el homicidio del notario, pero el fiscal del estado señaló que fueron tres.

Uno de los detenidos es Juan Antonio Reyes Suárez –papá del niño de 11 años al que policías le colocaron un arma de fuego en la sien–, quien le confesó a su esposa que en realidad fue torturado y que él no participó en el homicidio de Ledesma Guerra.

El menor de 11 años detalló cómo esposaron a su padre, le cubrieron la cabeza y se lo llevaron con la espalda y abdomen enrojecidos de los golpes que le propinaron, aquel día en que él lo acompañó a su negocio.

EL RELATO

“A mí papá le estaban pegando. Mi papá jugaba básquet y se le destrababa su brazo, así que le decía mi papá al otro, ‘se me va a destrabar mi brazo’, y le decía el otro, ‘a mí qué’. Le estaban pegando con el arma, yo estaba tirado, luego le pusieron algo negro en la cabeza, pero antes de eso me apuntaron con el arma, me la ponían aquí”, dijo señalando con su dedo índice la sien.

El menor, quien es estudiante de primaria, recordó que les preguntó a los hombres que los sometieron: “¿de qué armas hablan?”. No les respondieron, las preguntas las dirigieron hacia su padre al tiempo que a él le ponían el arma en la cabeza y amagaban con dispararle.

“Entonces cargaban la pistola y le quitaban el cartucho y le quitaban las balas y así”, narró el menor.

Sin obtener respuesta sobre las armas, el niño dijo que también le preguntaron dónde vivía, incluso, le pidieron llevarlos a su hogar, ubicado a un par de cuadras de ahí.

Cuando llegaron a su domicilio –después de avanzar por una calle de terracería, donde apenas se prevé instalar empedrado en un tramo– recordó que su hermano de 15 años iba saliendo, pero los elementos lo detuvieron y los metieron a la casa, mientras avisaban: “Sí patrón, aquí es la casa” y dijeron “a ver, enséñame los cuartos”.

Ahí de nuevo comenzó el interrogatorio sobre la ubicación de las armas.

El menor de 11 años relató que a su hermano le pegaron en varias ocasiones en el rostro, mientras le advertían que quizá necesitaba algo similar a lo que habían propinado a su padre.

Sin que se percataran de que hubieran localizado algún arma, después que elementos de la Fiscalía revisaron su hogar, los menores de 11 y 15 años fueron llevados de nuevo al negocio de su padre.

El niño de 11 relató que los policías revisaron su vehículo, mismo que se llevaron del inmueble.

“De ahí a nosotros nos llevaron a Querétaro, y ahí, a la hora de entrar (a donde fueron trasladados) dijeron ‘agáchense’, entonces nos agachamos mi hermano y yo, era un señor el que nos llevaba y luego se cambiaron, eran muchachas”, dijo.

El mismo menor agregó que después de pedir permiso para ir al baño, vio un edificio con vidrios y luces. También se percató que en el mismo inmueble a donde los llevaron estaba el vehículo de su padre. Permanecieron horas en el lugar, hasta que los subieron a otro vehículo, fueron a una gasolinera y después en el trayecto se durmió.

“Cuando yo desperté el auto ya estaba en la maderería y otra vez lo estaban revisando y sacando fotos, nosotros tenemos el Jeep que se llevaron a Querétaro, dejaron unas llaves de una Nissan (llaves de un vehículo que no es de su propiedad) y se llevaron las del Jeep”.

A su regreso a la pequeña maderería –donde hay un tejaban de lámina para proteger algunas tablas apiladas– el menor narró que los metieron al cuarto donde tenían a su padre y a otras dos personas.

“Ahí estaba mi papá, esposado y ya le habían rompido (sic) la playera, iba golpeado. Cuando a mi papá lo agarraron le dijeron ‘acuéstese en el piso’, le estaban pegando con el arma, tenía rojo, ya casi se le ponía morado (el abdomen y la espalda), y la cara ya no lo vi porque la tenía tapada”, recordó.


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