El satanás bíblico
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Opinión

Toltecáyotl

El satanás bíblico

 


Los lobos siempre andan entre los corderos. Se disfrazan y agazapan esperando la oportunidad de llevar “sangre a su molino”.
Una tarde de domingo, paseaba con mi amigo José González por el zócalo de la ciudad. José es binacional y estaba de paseo por su tierra. Pensé que debería de conocer y disfrutar de un “zócalo dominguero oaxaqueño”, es decir, sin turistas. Como pocos zócalos de las ciudades capitales de este país, el de Oaxaca, es, todavía, del pueblo-pueblo.
Nos detuvimos a conversar con un vendedor de “juegos de inteligencia”, hechos con alambres y clavos, mientras probábamos nuestras limitadas capacidades, platicaba con el vendedor. A partir de que le pregunté sobre, cómo fue que se inició en el negocio, empezó a contarnos su vida. Hábil conversador, nos llevó por los caminos de su vida, pero, en cada momento, me lanzaba anzuelos sobre el tema de Dios. Como a mí no me gusta hablar de Dios y de política, y mucho menos con personas que no conozco, fui evadiendo “sus anzuelos”. Después de cuarenta minutos, desesperado me propuso directamente, que sí podía “hablarme sobre Dios”. Sabía a dónde quería ir. Dicen los que saben, que existen personas que no han leído libros en su vida, -como Peña Nieto-, pero dicen que los peores, son los que solo han leído un solo libro en su vida, la Biblia. Los fanáticos tienen un común denominador, la ignorancia, la tozudez y la violencia. Durante la plática una niña como de diez años, me pidió que si le podía facilitar los clavos que inútilmente trataba de destrabar. Le dije, -claro, tómalos-, cuando se los acerqué, le dio miedo y dijo que no. Le argumenté que en la vida no se debía arrepentir de lo que había decidido. ¡inténtalo!, le dije. No voy a poder, contestó. Finalmente los tomó y le dije, “sí los destrabas, te los regalo”, y seguí platicando con el vendedor.
Ante su insistencia sobre “hablar sobre Dios”, le respondí que sí lo haría, pero con una condición, “que supiera que Dios, no existe”. Fue abrir la “Caja de Pandora”. El hombre se transformó, elevó su tono de voz y se subió “a su pulpito callejero” para llamar la atención de la muchedumbre, que ya nos rodeaba. José estaba a mi lado y observaba a la niña en sus intentos, y yo trataba de contener “al pastor”, que empezó a citar como ametralladora a la Biblia en el tema del bien y el mal. Cuando se le acabó “el parque”, le dije que México formaba parte de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad y que había desarrollado su propia espiritualidad. Lo empecé a cuestionar sobre la base histórica del Nuevo Testamento. Le expliqué cómo surgió el cristianismo y la religión católica a partir de la iniciativa del Cesar Constantino y cómo a partir de los Concilios de Nicea y el de Cartago se creó el Nuevo Testamento, todo esto después de la muerte de Cristo. Le pregunté si sabía que, ennuestra tierra, muchos siglos antes se había escrito un libro sagrado llamado el Popol Vúh y que existía otro llamado El Chilam Balam de Chumayel, ambos de la cultura maya. O que, si sabía que los Viejos Abuelos zapotecos, mil años antes del siglo de oro de Pericles, allá en Grecia, había iniciado la construcción de un centro de observación astronómica, ahora llamado zona arqueológica de San José del Mogote, en el Valle de Etla, en el año 1500 antes del nacimiento de Cristo. O que los zapotecos habían iniciado la construcción de Monte Albán, cinco siglos antes de la era cristiana. Trabado por su ignorancia de nuestra historia, cultura y sacralidad nuestra, escuchaba el pastor bíblico, en medio del asombro e interés de las personas que interesadas escuchaban la plática.
En ese momento, la niña me interrumpe emocionada diciéndome que había logrado destrabar los clavos. Mi amigo José, que estaba a su lado, le dijo. ¡Eso es trampa! Quién lo hizo fue un joven mayor que la acompañaba. En ese momento José y el que escribe, dirigimos nuestra atención a la niña, diciéndole que no se podía ir en la vida haciendo trampa, porque la mentira tarde o temprano se descubre. Hablamos de los Valores y los principios que guían la virtud del ser humano.
De pronto el vendedor nos interrumpió, y tratando de ganarse a “su público”, le dijo a la niña, “no te preocupes, yo te lo regalo”. En ese momento me dirigí a él con voz alta y le reclamé. Es usted “el Satanás Bíblico”, cómo se atreve a echar por tierra lo que se le trata de enseñar a la niña. Usted actúa desde el lado del mal, tratando de inculcar la mentira y la corrupción en la niña. La gente asintió con comentarios reprobando la acción del vendedor. Desesperado, sacando “su as bajo la manga” empezó a gritarle a la gente. “Este señor no creé en Dios, yo si creo en Dios”. Y empezó a preguntarle a la gente, si creía que Dios existía, desviando la atención del asunto de la niña.
En ese momento me di cuenta que Satanás tiene muchos ayudantesagazapados por el mundo y que no es bueno hablar de religión y política, menos con personas desconocidas. Como colofón diré que nuestros Viejos Abuelos no tuvieron religión, sino espiritualidad compartida a través de una matriz filosófica-cultural llamada Toltecáyotl. Educayotl AC. Educar para el futuro con la sabiduría del pasado. www.toltecayotl.org