La visión hispano-criolla de un anáhuac mexicanizado
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La visión hispano-criolla de un anáhuac mexicanizado

 


La visión “hispano-criolla” de un Anáhuac “mexicanizado”, es mantener en la negación la existencia de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo de la humanidad. México y lo mexicano es un “hechizo” de influencia colonizadora, una invención dolosa y abusiva para que el pueblo no conozca su raíz ancestral, los grandes logros de sus antepasados y mantenga una baja autoestima a partir de todas las mentiras e injurias que han creado los invasores desde Colón hasta Trump.
Todo comenzó cuando un judío catalán, supuestamente llamado Cristóbal Colón, vio por primera vez a un anahuaca caribeño, le llamó indio, porque él había firmado un contrato con la corona de Castilla para llegar a la India a través de las Capitulaciones de Santa Fe. Tiempo después, la corna le quitó todos los privilegios y títulos que le había concedido, así como el porcentaje de todo lo robado, porque se constató que no llegó a la India. Colón y sus socios terminaron perdiendo un largo juicio con la corona Castellana.
En 1810, un puñado de traidores a la corna española, encabezado por el cura Hidalgo, lanzaron a los pueblos anahuacas en contra de los gachupines, sus envidiados parientes, al grito de ¡Es hora de matar gachupines, vivan los reyes de España!, se desató una guerra fratricida entre criollos contra gachupines en donde los pueblos anahuacas pusieron los muertos y los españoles de ambos bandos pusieron las consignas. Después de once años de guerra los criollos y gachupines decidieron hacer las paces y fundar su propio país en 1821. Pero Iturbide, traicionado a criollos y gachupines, con “un golpe de timón” crea el Primer Imperio México del Anáhuac, el cual duró nueve meces. Fue hasta 1824 cuando los criollos y gachupines fundan su país de ellos y para ellos, al que indebidamente le llamaron “México”, en honor a los mexicas, que sus antepasados habían derrotado, sabiendo que por milenios los habitantes de estas tierras le llamaban Anáhuac (pero nunca han sido tomados en cuenta). Cuando se crea una “identidad falsa y a modo” como “la mexicana”, excluyendo la base ancestral de esta identidad, que es real, está viva, y que, efectivamente es producto de una mezcla, no solo europea, sino también africana y asiática, nos estamos mintiendo y negando, nos estamos anulado perdiéndonos en el “laberinto de la soledad”.
El Estado mexicano necolonial de ideología criolla, ha desarrollado una estrategia sistémica en sus tres poderes y sus tres niveles de gobierno para aplicarle una “lobotomía cultural e histórica” al pueblo de este país. Ese pueblo que en su inmensa mayoría tiene sus orígenes en los pueblos y culturas ancestrales del Anáhuac. Desde 1824 de manera sistemática y permanente los gobiernos se han esforzado por tratar de erradicar el rostro anahuaca de su nación (la de ellos). En el siglo XIX, el rostro se forzaba a tratar de ser francés, y en el siglo XX, el rostro del México moderno se ha forzado a ser norteamericano. Oficial y comercialmente se desprecia el fenotipo de los pueblos anahuacas, lo antiguo y original se ha ridiculizado y falseado. A la gente se le enseña a despreciar lo propio y a exaltar lo ajeno. Se le inventa un fantasioso e inexistente imperio azteca prehispánico. Se les enseña a pensar, sentir, consumir, trabajar y vivir como norteamericanos, no como “mexicanos”.
Lo mexicano es solo para “el mes de la patria”. El patrioterismo es una forma xenófoba de exaltar la desolación de no tener una verdadera identidad. Solo estereotipos burdos y caricaturescos creados por el cine, la televisión y la ideología criolla. Pero en la realidad, no solo los mestizos y criollos sufren de falta de identidad, sino en algunos casos, los anahuacas también. Oaxaca es un excelente ejemplo, en la semana de la Guelaguetza, todo y todos son indígenas y de “pueblos originarios”, pero pasados los “días turísticos”, durante todo el año a los pueblos anahuacas se les excluye, explota y se les niegan sus derechos más elementales. Fuera de la Guelaguetza, el gobierno atiende con “alfombra roja” a las empresas mineras, eólicas, trasnacionales que deseen plantar sus poderosas garras en el estado para el saqueo.
El Anáhuac y los anahuacas de hoy en día, no son únicamente producto de “una civilización milenaria inmaculada y pura”, pero tampoco somos producto de Europa. Somos en cambio, una mezcla muy variada, tanto en tiempo como en espacio, pero indiscutible y fundamentalmente la base de esa mezcla es la Civilización del Anáhuac. No podemos y no debemos seguir insistiendo con el mito de un “México mestizo europeizado”. Anáhuac es diverso y plural por la invasión, pero también, por la apropiación y la resistencia cultural. Tenemos que re-pensar nuestra identidad y dejar atrás los mitos y fantasías ideológicas producto de la invasión. Solo la verdad nos hará consientes, libres y responsables. Más tarde que temprano, esta tierra se volverá a llamar, como se ha llamado por milenios, ANÁHUAC, así como Rusia dejó de llamarse la URSS. Nosotros no somos mexicanos porque no todos somos mexicas. Para finalizar el “mes de la patria de ellos”, los dueños de todo. Educayotl AC. Descolonizar es dignificar. www.toltecayotl.org