La Casa de la Cultura Oaxaqueña
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La Casa de la Cultura Oaxaqueña

 


La Cultura es lo que salva al ser humano de la barbarie. Los gobernantes, tienen el deber legal y moral de promover, preservar y difundir los valores de la Cultura, porque es la Cultura, lo que permite humanizar los procesos de desarrollo en la administración pública. La Cultura, desde la dimensión cultural del desarrollo, según la UNESCO, no es un gasto superfluo, por el contrario, es una inversión que humaniza a la sociedad, mejora la atmósfera de convivencia y fortalece el tejido social.
“Oaxaca es la reserva espiritual de México”, porque guarda en sus culturas anahuacas y populares, la raíz y la esencia del México antiguo. La sensibilidad y creatividad de los oaxaqueños, es la expresión misma de su potencial espiritual. Por ende, la educación artística no formal, la práctica de actividades artísticas, y el disfrute de actividades artísticas-culturales, coadyuvan en los procesos de una educación integral, especialmente en los niños y jóvenes.
Las casas de cultura se iniciaron a mitad del siglo pasado y pretenden recuperar el espacio perdido en 1947, cuando el presidente Miguel Alemán, quitó el presupuesto para la Educación Artística de la SEP, para crear el INBAL. El estado de Oaxaca es uno de los precursores de las casas de cultura en el país. Las más antiguas son la de Juchitán, Tlaxiaco, Tehuantepec y la de la Ciudad de Oaxaca. Creada por decreto de la Cámara de Diputados, como una institución descentralizada, con personalidad jurídica y patrimonio propio, en donde están incorporados el Exconvento de los Siete Príncipes y el Teatro Macedonio Alcalá.
Con 48 años de fructifica vida, se ha convertido a lo largo del tiempo en una noble institución al servicio de la población oaxaqueña, no solo de la ciudad, sino del estado. En esta institución han recibido educación artística no formal, decenas de miles de niños y jóvenes oaxaqueños, de ella también, han surgido destacados artistas de talla nacional e internacional, han participado como espectadores cientos de miles de personas a lo largo de su larga vida. Pero también la institución ha formado grupos artísticos, semillero de una gran diversidad de expresiones artísticas. Sin poder dejar de mencionar que en sus instalaciones han nacido proyectos culturales de trascendencia estatal y nacional, como el sistema de casas de cultura, el Festival de Primavera de la Orquesta Sinfónica Nacional, que, en su momento, llegó a tener un carácter internacional, La Bienal Rufino Tamayo de Artes Plásticas y las primeras exposiciones de Arte Popular en sus galerías, en donde se presentaron los más importantes Maestros de este género. En pocas palabras, La Casa de la Cultura Oaxaqueña, se ha convertido en un patrimonio cultural, de los habitantes de esta ciudad y un baluarte a nivel nacional.
Existen rumores de que se pretende desaparecer esta institución, de ser ciertos, -sería un grave error-, no solo político, sino histórico. No se puede destruir un proyecto construido con mucho esfuerzo a través de 48 años. Las personas que están temporalmente en el poder, no son dueñas de las instituciones y fueron elegidas para crear bienestar y no para destruir. Existe una responsabilidad histórica con el pueblo, con las instituciones del estado y con la Cultura.
Desde la administración del gobernador Pedro Vázquez Colmenares, quien posicionó en su gobierno a la Cultura, como eje intersectorial del desarrollo. La Casa de la Cultura Oaxaqueña llegó a ocupar un lugar relevante en la vida cultural del país, y del mismo estado, una de las peticiones de los municipios al gobierno en aquellos tiempos era “su casa de la cultura”. Político sensible y culto, conocedor de su estado, Vázquez Colmenares entendió que en el único espacio en el que todos los oaxaqueños están de acuerdo, es justamente, en la Cultura. Por eso es que la principal obra de su sexenio fue el desarrollo cultural.
Sin embargo, las administraciones que le han seguido, irresponsablemente han descuidado el sector cultura. Fue entonces cuando la sociedad civil organizada tomó el desarrollo cultural bajo su responsabilidad, abanderando este esfuerzo PROAX. La iniciativa privada llegó después con la Fundación Cultural Alfredo Harp Helú. La política cultural del Gobierno de Oaxaca enfrenta una grave crisis, no son los recursos, pues acaban de gastar 29 millones en “conciertos” para las fiestas de la Guelaguetza. Es mucho más grave el problema. O no existe voluntad y responsabilidad, o se pretende privatizar las actividades y las instituciones culturales. El Exconvento de los Siete Príncipes, es un “manjar” que siempre han querido deglutir la iniciativa privada trasnacional.
Hacemos votos para que estos rumores, solo sean “notificas falsas”, que pretenden denostar a la administración gubernamental. Pero vale la pena que se revise y se replantee la política cultural del gobierno. Porque se está desaprovechando el mayor potencial que tiene Oaxaca. En la Cultura, el gobierno puede tener un potente instrumento político para impulsar el desarrollo material, el bienestar social y la concordia en el estado. Educayotl, AC. Educar para el futuro con la sabiduría del pasado.

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