De problema en problema
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De problema en problema

 


Los sismos, las tormentas y las lluvias de este año marcan sin duda una nueva etapa en la vida de los mexicanos, particularmente de los oaxaqueños, pues esos fenómenos naturales se sumaron al cúmulo de problemas que de por sí venimos arrastrando desde hace años.

Nuestra entidad no había sufrido tantos estragos como en este trágico 2017, que complican las posibilidades de atención, según lo estamos observando a pesar de tantas muestras de solidaridad nacional e internacional, así como entre nosotros mismos, que dicen mucho de la buena voluntad que hay en nuestros corazones.

Según fueron transcurriendo los días y semanas, nos enteramos de que no solamente en el Istmo de Tehuantepec hubo afectaciones materiales de gran magnitud, sino también en las diferentes regiones de la entidad. Hay pequeños centros de población que no llegan a agencia de policía o municipal, por ejemplo, que están arrinconados en las serranías que no habían recibido ayuda humanitaria alguna.

Pero a estas alturas las autoridades federales, estatales y municipales cuentan con más elementos para implementar una estrategia de reconstrucción, que los mexicanos exigen se realice a conciencia y que los recursos que han llegado del extranjero y los recabados entre los mexicanos se ejerzan con total transparencia. Hay justificada razón por la que la población expresa sus dudas y pide a gritos una acción limpia en el destino del dinero.

Era de esperarse que una contingencia como la de este año tuviese un sinfín de interpretaciones y que afloraran tantos vicios y errores, tantas inconformidades, los unos que están sufriendo las inclemencias del tiempo y otros que se aprovechan de las circunstancias. Los servidores públicos deben estar en los lugares donde su apoyo es necesitado; los legisladores también.

Pero lo peor, algunos aspirantes a cargos de elección popular están aprovechando el momento para proyectar su imagen.
Cuando digo que los fenómenos naturales vinieron a complicar las cosas es cierto. En la ciudad de Oaxaca traíamos ya desde tiempo atrás el problema de la basura y qué dolor de cabeza no solamente para las autoridades municipales, sino para la gente que ama su ciudad, que quiere que Oaxaca recupere su imagen ante los propios oaxaqueños y ante mundo.

Qué bueno que las redes sociales y los medios de comunicación están haciendo su tarea de exhibir a quienes siguen tirando sus desperdicios en las esquinas de las calles. Oaxaca es cien por ciento cultural y turístico, lo sabemos, pero muchas personas hacen la mala obra de atentar contra ella.

Cuando el taxista Arturo Jiménez me conduce a mi colonia me muestra los grandes baches que hay que librar por todos lados, y así los hemos tenido desde hace ya varios meses y no hay autoridad que responda por ellos, además de ser un riesgo para los conductores.

Algunas banquetas del Centro Histórico están desechas, que hasta algunas personas se han accidentado. Tal vez se piense que para qué las componemos si los manifestantes las echan a perder, pero tampoco es una razón que convenza.

En la ciudad estamos invadidos por el plástico. Sería bueno convocar a un gran tequio para limpiar nuestra ciudad. Los que vivimos en ella y la queremos de verdad daríamos nuestro tiempo para llevar a cabo una tarea que no es descabellada, pero puede ser un punto de partido para motivar al trabajo comunitario.

El taxista de referencia sugirió esta posibilidad y así como él mucha gente se sumaría con gusto al gran tequio, como lo impulsaba en las agencias municipales y colonias populares el entonces gobernador Heladio Ramírez López.
Oaxaca tiene muchos atractivos culturales y turísticos que compartir, pero necesitamos limpiar y adornar la casa común.