Greta y el cambio de clima
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Greta y el cambio de clima

 


Greta Thunberg (Estocolmo, 2003) es un fenómeno mundial: ambientalista y activista. Hizo presencia en la “COP-25” (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2019, Madrid). Ha sido nombrada “Persona del Año” (Person of theYear) por la reconocida revista TIME, en su número del 23 al 30 de diciembre.
Greta es sueca. Tiene sólo 16 años de edad. Padece el Síndrome de Asperger, una afección que se asemeja al autismo; especialistas dicen que se da en personas con alto índice de inteligencia y que se caracteriza por momentos de abstracción y de mutismo.
La adolescente Thunberg ha recibido frontales ataques de Donald Trump y más recientemente de Jair Bolsonaro, el presidente brasileño que la llamó “pirralha” (“mocosa”), debido a que la jovencita lo responsabiliza del daño que está sufriendo la Amazonía, esa enorme reserva natural de la biósfera que ha sufrido incendios y depredación humana.
Greta se dedica obsesivamente a proclamar el cambio climático como el mayor daño que haya sufrido el mundo y la humanidad, expresando que es momento de que entremos en pánico por el daño que las emisiones de hidrocarburos y otros combustibles fósiles y minerales como el carbón de coque, están causando al medio ambiente. La campaña de Thunberg ha hecho mella en foros internacionales pero principalmente el pretendidos defensores del medio ambiente, que la han convertido en un emblema y símbolo irreductible de una causa que está ocasionando un verdadero terror por agencias y organizaciones no gubernamentales, mismas que alientan la verdaderamente feroz campaña de Greta, quien no viaja en avión supuestamente para no contribuir con el uso de combustibles dañinos; para cruzar continentes se traslada en barcos de vela, causando admiración y simpatía en algunos, pero al mismo tiempo ocasionando que se la considere como parte de un protagonismo exacerbado para llamar la atención.
Como se sabe, el tortuoso tema del cambio climático tiene no sólo tremenda actualidad y grandes adhesiones. Pero también tiene críticos y enemigos, que ven con reserva un hecho que consideran natural y parte de la evolución geológica del planeta; algo cíclico se dice, y que ha ocurrido en diversas etapas y seguirá ocurriendo mientras el sol siga viviendo en los próximos cinco mil millones de años, como predicen los astrónomos y astrofísicos, basados en el comportamiento del universo.
Greta Thunberg, a pesar de su convicción y su entereza, está pasando a formar parte de los grandes catastrofistas de la humanidad, como los milenaristas y fundamentalistas bíblicos que esperan un cercano fin del mundo. El más citado catastrofista quizás sea Thomas Robert Malthus (1766-1834), clérigo anglicano, geógrafo y economista, que publicó su famoso Ensayo sobre el principio de la población en 1798, obra en la cual anunciaba una inminente catástrofe mundial debido a que la población crecía en forma geométrica o exponencial, en cambio los alimentos sólo crecían en forma aritmética, y por ello no habría manera de satisfacer la demanda alimentaria mundial y la humanidad podría colapsar. La llamada “Ley malthusiana” fue creída y seguida por muchos y aún por expertos, creando alarma en el mundo occidental al dar crédito a una teoría que hoy se ve absurda, pero que finalmente contribuyó a revisar las doctrinas y teorías demográficas y a demostrar, finalmente, que la población ha crecido mucho pero que los alimentos también (las hambrunas, como se sabe, son efecto de una crueldad en los sistemas políticos y económicos que no han favorecido la equitativa distribución de los bienes mundiales).
Greta Thunberg es incansable luchadora por una causa que ha tomado como un compromiso personal con la humanidad, lo cual es encomiable. Pero Greta, como Malthus, puede realmente llevar al mundo si la— sigue—a una terrible situación de pánico y a casos no sólo como el de Malthus, sino como el terrible suicidio colectivo del Templo del Pueblo: Jim Jones en 1978. Bienvenida Greta, pero no como una adicción incontenible.