La guelaguetza espiritual
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La guelaguetza espiritual

 


La guelaguetza, la fiesta tradicional de los oaxaqueños tiene un mensaje oculto que debe empezar a descifrarse por todos y darse a conocer; con madurez, con inteligencia, con optimismo; no hay guelaguetza para ricos o para pobres, para visitantes o para anfitriones, para hombres o para mujeres; la guelaguetza es para todos donde quiera que se necesite.

La guelaguetza es una tradición heredada de los zapotecos; se practica en la región de los Valles Centrales; consiste en dar o recibir ayuda para realizar un compromiso social -una fiesta, un duelo, como un difunto-, que puede ser en efectivo, en bienes o un servicio personal.

Dar en reciprocidad el equivalente, lo mismo o algo mejor, a lo que previamente recibimos a la persona que ya contribuyó en nuestro beneficio, en el momento en que lo necesite.

Recibir la ayuda que te ofrecen de corazón en el momento en que más lo necesitas; al aceptarlo adquieres el compromiso de pagar posteriormente el equivalente, lo mismo o algo mejor a tu benefactor, cuando él lo necesite.

Guelaguetza es un concepto que entendemos sin palabras y que en la realidad se realiza, sin trajes regionales, sin bailables, sin música y puede darse en cualquier fecha; más que tratar de explicarlo, los oaxaqueños lo vivimos, lo sentimos y lo agradecemos.

No es una presentación o un espectáculo, ni son los regalos; me parece que la palabra que describe mejor la guelaguetza, como traté de explicar arriba, es ayuda o convivencia en solidaridad.

El mes de julio es el mes en el que florecen las azucenas silvestres en el cerro de El Fortín y que las familias iban a cortar, haciendo de esta sencilla actividad una tradición, un paseo que disfrutaban intensamente las familias oaxaqueñas y que culminó con la construcción de la Rotonda de la Azucena y posteriormente en el Auditorio Guelaguetza, lugar en el que lleva a cabo la fiesta de los Lunes del Cerro y se presenta la Guelaguetza -con mayúscula-, el espectáculo, el 3o y 4? lunes de julio de cada año.

La Guelaguetza en los Lunes del Cerro, es la ayuda o cooperación para la fiesta que cada Delegación entrega al pueblo y a las autoridades después de cada presentación: el café, las piñas, los cocos, el mezcal, los sombreros de palma, el pan y la fruta; no son los bailables, ni los trajes, ni la música, son los regalos; la guelaguetza que reciben a cambio es el reconocimiento del público que les brinda sus aplausos.

En este contexto, puede interpretarse que los bailables, los trajes, la música y los regalos de cada una de las ocho regiones en que se divide el estado de Oaxaca son la guelaguetza que ofrecen al pueblo de Oaxaca y entonces se vuelve Guelaguetza, con mayúscula, el espectáculo para turistas nacionales y extranjeros.

Nos afecta todo aquello que rompa la armonía y afecte a los empresarios que dependen de la Guelaguetza como son los artesanos, los restauranteros y los hoteleros.

Es cierto que no todos los oaxaqueños nos dedicamos a prestar servicios turísticos, por lo tanto, no todos dependemos de la Guelaguetza; todos trabajamos para sobrevivir igual que los maestros, igual que los servidores públicos, igual que los prestadores de servicios turísticos, igual que los campesinos.

Nos afecta la destrucción de la ciudad que es un bien común, Centro Histórico y Patrimonio Cultural de la Humanidad y lo que más nos afecta es que no podamos transitar libremente para comprar alimentos o vender productos; transitar libremente para que los enfermos puedan recibir atención médica oportuna o simplemente para llevar a los niños a la escuela. Sin libertad no hay progreso, no hay democracia y no hay trabajo.

Casi todos sabemos que los maestros son una esperanza para que Oaxaca y para que el país salgan de la marginación. En sus manos están nuestros hijos y el futuro de Oaxaca. Es una realidad que un maestro puede ser el creador de los hombres que conducirán al estado como gobernadores, diputados o senadores; presidentes municipales o como industriales o comerciantes o artistas o científicos. Guían y estimulan el aprendizaje, con el apoyo de los padres de familia, no faltaba más, que con responsabilidad orientan a sus hijos para que aprovechen el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Si la educación de nuestros hijos esta en sus manos, es lógico pensar que tienen que ser maestros excelentes, satisfechos, realizados; que trabajen por vocación, por amor, por compromiso con su tierra, con su gente, con sus niños.

Necesitamos maestros excelentes, que complementen la educación, que moldeen positivamente la mente de cada alumno; que orienten el futuro maestro; que orienten al futuro hombre de negocios, al futuro gobernador, al próximo presidente de la República o a la futura senadora o a la futura científica; maestros que demuestren su capacidad trabajando, para que justamente sean bien remunerados.

La educación de los hijos concierne a los padres y a los maestros; es la relación de los padres con sus hijos en el seno familiar la que permite las interrelaciones personales de afecto, ayuda, orientación, que influyen y modifican el comportamiento de todos los miembros de una familia.
Es el cariño desinteresado de los padres es el que hace posible el crecimiento independiente de los hijos para que crezcan en libertad y responsabilidad, con aciertos y con errores hasta alcanzar la madurez.

El estilo de vida, las relaciones, conversaciones, juicios y los valores de los padres van creando una cultura familiar que es clave en el proceso de maduración de la persona, de tal manera que muchos de los referentes en la toma de decisiones de las personas adultas se basan en actitudes y valores adquiridos en los primeros años de vida.

En este momento, en Oaxaca el problema más serio, el que debe empezar a resolverse de inmediato, el que es responsabilidad de todos es la educación. Debemos integrarnos: sociedad civil, maestros y autoridad para solucionarlo de manera seria, responsable y real; reconocer que el problema es de nosotros, es local y es real.

Cuando hagamos lo anterior, cuando cada quien haya dado su Guelaguetza espiritual, sólo entonces tendremos derecho a recibir la guelaguetza de cada Región, sólo entonces tendremos derecho a sentarnos tranquilamente a contemplar los bailes, a disfrutar de la música, a admirar los trajes y a deleitarnos con la Guelaguetza

Desde Santa María
Oaxaca, 8 de julio de 2017
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