Gabino Cué
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Gabino Cué

 


La figura de Gabino Cué como gobernador resultó tan controversial que, a la gran carga negativa que soporta aún fuera del palacio, hay que sumarle los antagonismos que origina aún entre los que formaron parte de su círculo íntimo, de negocios, cuando tuvo el poder.
Hoy, hasta sus “amigos” lo repudian, cuestión muy recurrente en la política donde las amistades son de mentiritas. Voltaire señalaba: “amistad, don del cielo, deleite de las grandes almas, cosa que los poderosos, que tanto se distinguen por su ingratitud, no tienen la dicha de conocer”.
Para alcanzar el poder, Gabino no dudó en la iniquidad de la conseja maquiavélica: “el fin justifica los medios”. Así, construyó su plataforma con una amalgama de lo más repelido de la política, de todos los colores. A su lado sentó a un carterista Daniel Juárez como el Secretario del Trabajo; a un misógino como Rufino Domínguez, titular del Instituto de Atención al Migrante; a uno señalado de toxicómano como Coco Castillo, a un perverso con trayectoria de felón desde sus tiempos de priista como el chilango Benjamín Robles, a los cleptómanos más desvergonzados. Ellos conformaron el gobierno del desastre.
En noviembre del año pasado, a unos días de que finalizara el gabinato, el tehuano José Antonio Estefan Garfias, hoy diputado federal y candidato perdedor ante Alejandro Murat, fue el primero en poner las cartas boca arriba.
A pregunta de los colegas sobre la situación en que dejaba a Oaxaca el gobierno de Gabino Cué, respondió: Gabino es mi amigo de muchos años, pero dejó su gobierno en manos de terceros lo que lo llevó a una “orgía de ambiciones”. “Fue un gobierno de frivolidades”.
Una manifestación de sinceridad, no como los rejuegos que muestran en este momento algunos “gabinistas” que, por lo visto, hablan de acuerdo como les fue en la fiesta (el gobierno).

Que no, que sí

Por un lado está el diputado juchiteco Samuel Gurrión quien, al menos, muestra agradecimiento por los negocios que le permitió el exgobernador y pone en juego su escaso capital político defendiendo lo indefendible. Es decir, a Gabino. Desde su posición de presidente del congreso local insiste, a contracorriente, que “no hay elementos suficientes para abrir juicio político contra el exgobernador” pese a estar señalado como el más atracador de las arcas públicas que manejó.
El que muestra ansias revanchistas a ultranza es el senador chilango traído de Michoacán, Benjamín Robles Montoya, dice lo contrario. Afirma que “el congreso del estado trabaja en serio para iniciar pronto juicio político contra el exgobernador Gabino Cué”. Incluso, se atreve a afirmar que “ya localizaron a Gabino y pronto le van a notificar”.
Consulté a algunos diputados y más de dos coincidieron al decir que Robles “está chiflado”. Dejaron entrever que un juicio político tiene más efectos mediáticos que legales. Que una aplicación seria de justicia se iniciaría con una acción legal, contundente, para restituir a Oaxaca el patrimonio que robaron el exgobernador y sus achichincles.
Desde que Gabino atajó las ambiciones políticas de este individuo que llegó a considerarse su alter ego, se convirtió en su enemigo jurado. Aunque Gabino le dio poder, fama, fortuna y usó toda su fuerza política para hacerlo senador por el PRD pese a la férrea oposición de los militantes históricos de este partido, no llenó sus ambiciones. Terminaron divorciados. Otro exgobernador, Diódoro Carrasco, se interpuso en su camino. Luego de que el “Cara Sucia” con el PRD ganara la senaduría a Diódoro que perdió con el PAN, los afectos de Gabino volvieron a su antiguo mecenas y vino el rompimiento que, hasta hoy, provoca enconos. A eso se debe la tirria del senador chilango obstinado en ver a su exsostenedor tras las rejas sin reparar en que ambos tienen culpa del desastre en el gobierno pasado. No hay que olvidar que Robles Montoya operaba como vicegobernador de facto. Tomaba decisiones por encima de la investidura de Gabino. Y éste lo permitía.
Aunque entre políticos nada es predecible, sorprende la inquina del senador chilango contra su gran protector Gabino quien lo rescató de Michoacán de donde salió apestado como funcionario del PRI y repudiado por la prensa que lo consideró no grato, enemigo peligroso de los periodistas. En Michoacán se dedicó a espiar y perseguir a los comunicadores. En Oaxaca, su animadversión contra los medios se exacerbó. Ya he relatado aquí la manera en que sus grupos de golpeadores afines, agredieron a muchos periodistas, con impunidad que rayaba en lo demencial.

El salto del chapulín

La película de “los moches” que está exhibiendo al diputado panista de San Luis Potosí, Enrique Flores (Diario La Razón de los días 13 y 14), es la misma que pusieron de moda en la LXII legislatura de Oaxaca, los coordinadores del PRI-PAN-PRD en contubernio con la ASE y la comisión de auditoría de la misma cámara.
El legislador potosino fue exhibido en videos pidiendo a los presidentes municipales un porcentaje del presupuesto que no podían comprobar, para que el congreso de aquella identidad, cuadrara sus cuentas. Es el mismo modus operandi que pusieron en práctica los diputados oaxaqueños para proteger a más de un centenar de presidentes municipales que desviaron unos 2 mil millones de pesos en el pasado trienio sin consecuencia alguna.
A esta columna llegaron testimonios de vecinos de diversos municipios que denunciaron ante los diputados el latrocinio de sus presidentes municipales pero nadie les hizo caso. Al menos dos ediles con los que este columnista habló, aceptaron develar la forma de la transacción.
Me dicen que un enviado de la ASE les comunicaba falta de comprobación de gastos municipales. En Tuxtepec, por ejemplo, les sugirieron que con el 20 por ciento de 120 millones de pesos faltantes, sus cuentas serían aprobadas. Al alcalde que cedía a la extorsión le auditaban a modo. Un especie de compra de impunidad.
El blindaje de la ASE servía después para anular cualquier acusación contra el edil que hubiera convenido. Por eso las quejas ciudadanas no prosperaban en el congreso del estado y, especialmente, en su órgano auditor a cargo del ex diputado (neo) Fito Toledo de donde depende la ASE. Igual que hoy, cualquier edil puede robar, no pasa nada.

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