Indispensable proteger los derechos de inmigrantes

La política migratoria de la cuarta transformación ha presentado cambios significativos después de las amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de fijar aranceles del 5% a todas las mercancías importadas desde nuestro país; el gobierno ha dejado atrás la postura de puertas abiertas a los inmigrantes centroamericanos, en la cual se ofrecían visas humanitaria y permisos de trabajo, y que además sería una de las principales diferencias con respecto a los sexenios pasados; ahora, la política tiene como objetivo la contención de los migrantes.
Ahora se sabe que el gobierno mexicano está comprometido a disminuir el flujo de migrantes centroamericanos en un periodo máximo de 45 días. Para cumplir dicha tarea se desplegarán 6 mil elementos de la recién creada Guardia Nacional en la frontera sur. Aunque se sostiene que las actividades que llevará a cabo dicho cuerpo tienen como objetivo acabar con “las organizaciones de tráfico y trata de personas así como sus redes de financiamiento y transportes ilegales”, es claro que tendrán que interactuar con los migrantes. Aquí es donde surgen las siguientes preguntas: ¿tienen la capacidad para evitar la violación a los derechos humanos? ¿qué va a pasar con aquellos grupos más vulnerables? Debido a la prontitud impuesta por las negociaciones entre ambas naciones, la respuesta es que no están capacitados para estos casos.
Y es que debe tenerse claro que, entre los grupos de edades de mayor detención en la frontera sur se encuentran los niños. De acuerdo con una solicitud de información, realizada por un diario de circulación nacional, al Instituto de Nacional de Migración (INM), se sabe que entre diciembre de 2018 y abril de 2019 se capturaron a 12 mil 311 menores, cifra 24% mayor al mismo periodo un año atrás; los adolescentes entre 16 y 17 años fueron los que encabezaron las edades de mayor detención con 2 mil 798; en contraste, y a pesar de que uno pensaría que no sería posible, fueron detenidos 381 bebés menores de 12 meses.
Además de la falta de capacidad de la Guardia Nacional para evitar la violación de derechos humanos y la detención creciente de menores de edad, otro elemento que se ha puesto a luz pública son las estaciones migratorias, aquellos espacios donde son enviados los migrantes detenidos, y que de acuerdo a diversos organismos civiles, así como reportajes periodísticos, presentan un grado de descomposición y corrupción tal que llegan a parecerse a cárceles. De acuerdo con el informe “La ruta del encierro: situación de las personas en detención en estaciones migratorias y estancias provisionales”, los detenidos en algunos casos parecen mejorar sus condiciones materiales con respecto a su lugar de origen; sin embargo, presentan afectaciones a nivel físico y emocional, debido a los castigos y torturas que se les aplican.
Recientemente, se ha justificado la contención de los migrantes, ya que podrían generar problemas en materia de salud y seguridad para el país. Pero ¿acaso no es también un problema la violación de sus derechos, su detención y la condición de las estaciones migratorias?
Hoy más que nunca, debemos dar muestra de respeto y empatía con los pueblos de Centroamérica. Al igual que en México, en su territorio se sufre de pobreza y violencia; la migración es una alternativa forzada ante este panorama tan desolador. Es por eso que resulta indispensable proteger su integridad física y emocional mientras buscan cruzar la frontera y se encuentran en tránsito.
Así como hemos pedido que se respeten a los mexicanos en Estados Unidos, hoy debemos actuar de con la misma actitud hacia los pueblos vecinos del sur, con quienes compartimos los mismos problemas y con los cuales debemos empezar a generar soluciones para la región.
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