Antros fuera de norma
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Opinión

Editorial

Antros fuera de norma

 


Hay un caso en el cual, el ayuntamiento de la Ciudad de Oaxaca de Juárez, que preside Oswaldo García Jarquín, debe ponerle especial empeño. Tal parece que además de la proliferación de bares y cantinas, hay ciertos establecimientos que han hecho de la ley una burla. Suponemos que la regiduría de Gobierno, Espectáculos y Medio Ambiente y Recursos Naturales, a cargo de Luz María Soledad Canseco Vázquez, debe haber impuesto a los negocios de venta de bebidas alcohólicas, con música y show nocturno, ciertos horarios de operación. Porque se están preparando denuncias respecto a ciertos bares que operan en la Colonia Reforma, principalmente, que inician servicio en la tarde/noche de viernes, pero concluyen a las 4 o 5 de la mañana del sábado. En la madrugada, a las 2 o 3 horas, cuando se presume el ambiente está a todo lo que da, se escuchan berridos y aullidos humanos, presuntamente de esporádicos cantantes amateurs, que hacen uso del karaoke.
Para quienes viven cerca, en donde también se ubican al menos tres hospitales privados, con pacientes internados, además del Hospital Civil “Aurelio Valdivieso”, localizado a menos de tres cuadras de uno y a media cuadra del otro, esto se ha convertido en un infierno. Ello sin contar con los gritos de energúmenos o arrancones de carros en la oscuridad de la madrugada. El ruido se prolonga –insistimos- hasta las 5 de la mañana. Es más, todavía deambulan por las calles aledañas, algunos noctámbulos a los que les sorprendió la mañana en plena faena. Los ciudadanos afectados se preguntan si existe algún permiso o compromiso especial con los propietarios o gerentes, que de manera absurda simplemente se pitorrean de las afectaciones a la ciudadanía y de la norma vigente en materia de permisos.
A lo que vamos es a lo siguiente: en un ambiente de plena libertad de empresa, de derechos ciudadanos y obligaciones, cada quien puede hacer lo que le plazca siempre que su acción no se convierta en una afrenta para terceros. En la capital es común el argumento de que como es una ciudad turística, los antros deben satisfacer las necesidades del sector, de visitantes del país o el extranjero. Lo paradójico es que, a esas horas de la mañana, cuando terminan con el escándalo, no se observa ningún turista, sino puro parroquiano local. Y conste que no mencionamos las constantes broncas y enfrentamientos que se dan o los abusos de los garroteros que golpean impunemente a clientes reacios a pagar la cuenta o insistir en desórdenes.

 

Salvaguarda del Centro Histórico

La semana anterior circularon fotografías de una mujer en pleno Centro Histórico, que se mostraba desnuda en el andador Macedonio Alcalá. Nada extraordinario, por cierto. Ello ocurre en las más grandes ciudades del mundo, incluso en aquellas caracterizadas por su importancia cultural y Patrimonio de la Humanidad. Haya sido por voyerismo o prostitución, nada hay de extraordinario en ello. Lo que sí llama la atención es que dicho oficio se ejerza sin el control de las autoridades sanitarias ni del ayuntamiento de la ciudad que, se presume, tiene a cargo la regulación de dicho trabajo. Es importante subrayar que, no obstante, los estigmas existentes, la prostitución debe estar regulada, por salud pública y, además, porque hoy en día conlleva temas de seguridad, en virtud de que uno de los temas que controlan los grupos criminales es justamente la trata de personas para dicho trabajo.
En editorial anterior abordamos el tema de los excesos que se cometen con el ardid de que la capital oaxaqueña es un lugar de gran afluencia turística, como es el hecho de que haya antros que cierren operaciones hasta bien entrada la mañana. Y con ello se han abierto de manera indiscriminada antros y prostíbulos. Es obvio que representa no sólo ingresos por impuestos al ayuntamiento de la ciudad sino, posiblemente, una cadena de corruptelas que no es difícil descubrir. Sorprende, por ejemplo, que los inspectores municipales no sepan de estas cosas, pero sí, en cambio, levantan puestos de artesanía que se ponen de manera ilegal, justamente en dicho lugar. Esto es hacer remembranza de la máxima juarista de: “a los amigos, justicia y gracias; a los enemigos, la ley a secas”.
Sin ningún afán moralista, estas cosas no deben pasar desapercibidas por el gobierno de la capital, pues más allá de colores, partidos políticos o tendencias ideológicas, la prioridad es la salvaguarda de nuestro Centro Histórico, ya de por sí acotado por comerciantes en la vía pública y organizaciones lideradas por vividores de la limosna oficial. La prostitución debe estar regulada por las autoridades, pese a que sea un ejercicio que algunos califican de necesario, lamentablemente, se ha convertido en un negocio para “cinturitas” y criminales disfrazados. Es más, se debe investigar el estatus de cada mujer que se dedique a la prostitución.