Seguridad pública, rubro soslayado
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

Seguridad pública, rubro soslayado

 


Para muchos oaxaqueños es indignante el soslayo gubernamental al tema de la seguridad pública. La semana anterior cerró con decenas de ejecuciones, particularmente en las regiones de Tuxtepec y la Costa, aunque hay que decirlo, ninguna región de la entidad ha estado exenta en el mapa criminal. En la primera, considerada como una de las zonas más violentas del país, las ejecuciones se han exacerbado por los operativos que ha llevado a cabo la Fiscalía
General del Estado, en algunas zonas de la Cuenca del Papaloapan, que se han convertido en refugio de los mañosos.

Es el caso de las intervenciones en San Felipe Jalapa de Díaz, hace unas semanas y recientemente, en San Pedro Ixcatlán, específicamente en la presa “Miguel Alemán” y en la zona conocida como “Mil Islas”. El resultado fue escalofriante: al menos once fosas clandestinas con 21 cadáveres.

Los operativos, es importante subrayar, los ha llevado a cabo la Fiscalía, no la Secretaría de Seguridad Pública (SSPO), que tiene a su cargo a la Policía Estatal y cuya labor es prevenir la comisión de delitos. Recientemente los medios electrónicos, impresos y redes sociales han dado cuenta de algunos incidentes que, si bien, son menores, no deben inhibir el cumplimiento de la responsabilidad institucional. A raíz de un incidente de tránsito, que pudo ser superado sin problemas, se destapó la cloaca de desavenencias que existen entre quienes, se presume, tienen la delicada tarea de salvaguardar la seguridad ciudadana. Hay que decir que los ajustes de cuentas al interior de dicha dependencia, en nada contribuyen a paliar la creciente inseguridad en Oaxaca, que a veces quisiera minimizarse con declaraciones triunfalistas.

Ya es común decir que la inseguridad pública y los homicidios dolosos son un problema nacional. Es cierto. Que la misma Federación ha prestado oídos sordos a más de 30 mil asesinatos en 2019, que ubican al primer año del régimen del presidente Andrés Manuel López Obrador, como el más sangriento de la historia. También es cierto. Pero ello no implica que en nuestro estado sigamos esperando que el crimen organizado y sus tentáculos, que están por todos lados, sigan diezmando con sus ejecuciones, las diversas regiones de la entidad y haciendo de Oaxaca, un paraíso de sus operaciones criminales. Más que reuniones del Grupo de Coordinación Oaxaca, que no resuelve nada, hay que poner en marcha alguna estrategia que termine con el terror que se vive en algunas zonas del estado.

Rumores fatalistas

Nadie ignora que nuestro estado se ha caracterizado a lo largo de la historia por su intensa actividad sísmica. Un porcentaje importante de movimientos de tierra que ocurren en el país, se registra en Oaxaca. Hay datos de sismos en realidad brutales, con un costo de vidas impresionante, como fue el del 14 de enero de 1931 o de los ocurridos en 1928. Hay un corto-metraje del cineasta ruso, Sergei Einsenstein, que da cuenta de la tragedia que vivió la capital y algunas poblaciones en 1931. Y la filmó, pues coincidió con la tarea que implicó la grabación de la película “¡Que viva México!”. Pero también existe un acervo impresionante de fotografías de la época que dan cuenta de derrumbes de casas, edificios públicos, la cremación en plena vía pública de cadáveres, de personas fallecidas por la epidemia de cólera. Hay pues en nuestro estado un historial de tragedia provocada por sismos que, a estas alturas del desarrollo de la ciencia y la tecnología, son totalmente impredecibles, al igual que otros como los tsunamis, incendios o inundaciones, como hemos visto en los últimos tiempos en la entidad.

Y es que la actividad sísmica de hace días, ha hecho surgir llamados fatalistas a la población, con anuncios preocupantes, como es el que afirma que se espera un sismo de magnitud mayor a los 8 grados. Con justa razón, la Comisión Estatal de Protección Civil (CEPCO), calificó algunos de dichos rumores fatalistas, como fakenews. En efecto, muy poco ayuda a la formación de una cultura del qué hacer en casos de desastre, información dolosa y falsa, que sólo genera confusión y zozobra. Partimos de la premisa de que la cultura de protección civil debe incorporarse en los programas escolares y, desde la más tierna infancia inculcar a los alumnos el respeto por la vida propia y la de los demás; evitar la psicosis y fomentar todo aquello que tenga como eje fundamental la salvación de la vida humana, aún en condiciones adversas.

En la medida en que exista dicha cultura, con certeza todos esos rumores fatalistas perderán credibilidad e importancia. Pero, insistimos, ello debe forjarse en las aulas escolares y consolidarse en la adolescencia y juventud. Los golpes de la naturaleza son duras lecciones de las que debemos aprender. No hay conciencia aún de los efectos del cambio climático, una de cuyas experiencias muy dolorosas, fueron los incendios en Australia. Las pérdidas en flora y fauna, generaron en el mundo una gran tristeza.