Proteger al turismo
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Editorial

Proteger al turismo

 


Oaxaca tiene el privilegio de poseer –como ya hemos dicho- un gran imán para los visitantes del país o el extranjero. Pese a nuestros graves problemas sociales, el turismo sigue buscando el destino cultural o de playa en nuestro terruño. Pero, ¡oh, sorpresa!, hay en muchos el perverso propósito de afectar a la industria sin chimeneas. Ya hemos mencionado los abusos en la prestación de servicios, sobre todo en los destinos de playa. Otro más, es el cobro excesivo, exagerado, de loshoteles en Huatulco y Puerto Escondido, fuera de toda posibilidad para el visitante medio. Hoteles de gran turismo, de los llamados “all inclusive”, cuyas habitaciones dobles se cotizan en esta temporada decembrina, en 12 mil pesos la noche, hace pensar que estamos en otras latitudes y no en la Costa oaxaqueña.
Cada temporada es lo mismo. No faltan los vivos que incrementan sus servicios al por mayor. Restaurantes de medio pelo ubicados en conocidas playas que sirven comida de dudosa calidad, pero con cobros exagerados. Las quejas están a la orden del día. Hace días mencionamos a taxistas abusivos que cobran la dejada al doble de lo normal. Cual más, cual menos, hace de diciembre su agosto. Una situación similar se da en las fiestas de julio. ¿Cómo poder mantener una afluencia y estancia generosa de los visitantes, con estos abusos? Porque hay que recordar que al menos la capital oaxaqueña es un destino de paso, sin importar su fama de ser una de las ciudades más bellas del mundo o de contar con las mejores calificaciones en revistas especializadas en viajes o gastronomía. La estancia promedio no se ha incrementado en muchos años.
No es pues fortuita nuestra insistencia en que deben instrumentarse políticas para proteger y mantener al turismo interesado en lo nuestro. Oaxaca es un estado completo, desde el punto de vista turístico. Así lo han calificado los expertos. Tiene todo: monumentos coloniales, zonas arqueológicas, cultura, tradición, gastronomía, bellísimas playas, lugares de eco-turismo, pueblos mágicos, etc. Pero no se ha sabido aprovechar de manera rentable y racional, justamente porque mucho ha influido una mala política gubernamental, que ha subordinado su importancia económica como generadora de divisas. A ello hay que añadir la falta de promoción y una escasa presencia en los mercados turísticos del mundo.

Mensaje de paz y concordia

Pasó la Nochebuena y hoy es Navidad. En todo el mundo cristiano hay un sólo mensaje para la gente de buena voluntad: paz, amor y felicidad. Cada 25 de diciembre celebramos la llegada del Señor. Y junto con ello, el llamado a todos a la reconciliación y la concordia. En la Iglesia católica, preponderante en nuestro estado, el Arzobispo y demás sacerdotes, insisten en que llevemos al pie de la letra la lección de Cristo: forjar entre los seres humanos un sentimiento de solidaridad, unidad y reconciliación. No es fácil, sobre todo en un mundo que privilegia lo material no lo espiritual; en un entorno en donde se han perdido los valores; en un sitio terrenal en donde lo que menos importa son los sentimientos y la bondad.
Sin duda alguna se ha perdido aquella tradición del abrazo, de los buenos deseos sinceros, de la unión entre nuestras comunidades. En el estado, al menos, vemos el encono que existe en éstas, cuando se trata de elegir autoridades municipales, particularmente en las que se rigen por usos y costumbres. Los medios de comunicación dieron cuenta hace una semana de la elección en el municipio conurbado de San Agustín de las Juntas. A sillazos y golpes se disputaron la presidencia municipal. La divisa pues, es lo material, ya no lo espiritual y el deseo de servir a sus conciudadanos. Pero no es la única. Hay temas pendientes de violencia que no se han resuelto entre Santa Catarina Juquila y Santiago
Yaitepec; entre Tamazulapam del Espíritu Santo y San Pedro y San Pablo Ayutla. Aquéllas se disputan el paraje “El Pedimento”, que genera decenas de millones de pesos por concepto de limosnas, de quienes acuden al Santuario de la Virgen de Juquila; los últimos traen un pleito a muerte por el agua.
La lucha entre vecinos, entre hermanos, entre familias por dinero y poder, es lo que pervierte el mensaje navideño, de paz, unidad y concordia. Habrá pues que hacer votos porque las disputas, los conflictos y las diferencias entre nuestros pueblos abran la puerta de la reconciliación y la esperanza de vivir en paz. Hacemos votos también para que los oaxaqueños podamos vivir como hermanos, sin la lacerante insistencia de grupos y organizaciones por quebrantar la paz. El estado y la ciudadanía no pueden más, acorralados y secuestrados en sus mismas casas y calles, por grupos sediciosos y beligerantes, que sólo buscan su conveniencia.