Reconstrucción: Malas cuentas
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Editorial

Reconstrucción: Malas cuentas

 


Más allá de la afirmación del diputado local de Morena, Pavel Meléndez Cruz, que la semana anterior al participar en un foro afirmó que en el tema de la reconstrucción andan volando más de cuatro mil millones de pesos, lo cierto es que las protestas en contra de empresas constructoras que tuvieron la responsabilidad de rehabilitar edificios escolares y casas-habitación, se han incrementado en los últimos días. El sábado pasado se cumplieron dos años de los siniestros que devastaron la región del Istmo de Tehuantepec, particularmente poblaciones como Juchitán de Zaragoza, Asunción Ixtaltepec, Unión Hidalgo, Chicapa de Castro, Santa María Xadani y decenas de municipios más, sin que la ciudadanía tenga una satisfacción plena de la reconstrucción. Edificios públicos, miles de casas tradicionales de adobe, templos católicos, etc., siguen mostrando las huellas de la devastación y la negligencia oficial en la aplicación de los recursos que en su momento fueron destinados para tal efecto. El tema ha sido ya reconocido por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que ha ofrecido incrementar el presupuesto asignado para esta tarea. La gente lucha por volver a la normalidad.
Sin duda, no le hace falta razón al legislador aludido. Hubo casos de evidente corrupción y malas cuentas en el manejo de los recursos destinados para ayudar a los damnificados. Es cierto también que ahí todo mundo hizo su agosto. Cual buitres, hubo empresas, presuntamente patrocinadas por funcionarios federales y estatales, que hicieron de los siniestros de septiembre de 2017, el negocio de su vida. Tampoco se salvaron de este estigma ciertos presidentes (as) municipales. Es el caso de la ex edil de Juchitán, Gloria Sánchez, con serios señalamientos de presunto peculado o desvíos de recursos. Hay pues un amplio directorio de personas físicas y morales que las autoridades competentes deben investigar a fondo. No es justo que una tragedia como la que devastó y afectó a miles de nuestros hermanos istmeños, haya servido para enriquecer a unos cuantos corruptos. Estas acciones no deben quedar en la impunidad. La Auditoría Superior de la Federación (ASF), debe ir a fondo en este tema. Han pasado dos largos años para los afectados, sin que hayan tenido una respuesta positiva al patrimonio que perdieron por una tragedia natural. Nadie debe quedar al filo de la ley. Quien tenga que recibir castigo que lo reciba.

Un gran legado

Con la muerte del maestro Francisco Toledo, nuestro terruño perdió sin duda alguna, uno de los representantes más genuinos de la llamada “Escuela oaxaqueña de pintura”, aunque hay quienes afirman que la misma se trata de un mito. La creatividad artística impresionante y excepcional del maestro juchiteco, se combinó con su activismo político y su incansable labor de promotor cultural, mecenas e impulsor de grandes proyectos. Deja como huella la creación del Museo de Arte Contemporáneo (Maco), el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), la Biblioteca Jorge Luis Borges, destinada a personas con debilidad visual; el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), entre otros espacios, que registran cada vez más, una intensa actividad cultural, como cursos, seminarios, etc. Le llevó años a Toledo construir ese legado y mantenerlos, bajo un estricto manejo que no pervirtiera su misión. La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿qué pasará ahora que el maestro juchiteco ha partido para siempre? Más allá de extrañar su presencia física, de verlo caminar con desparpajo por el Andador Macedonio Alcalá y supervisar el IAGO, es importante reflexionar sobre ese gran legado del que disfrutamos los oaxaqueños y quienes vienen a Oaxaca en plan de turistas o curiosidad cultural.
No está por demás decir que se espera que la actual administración busque preservar dicho legado. No hay que soslayar que esos espacios culturales son un eje de la intensa actividad que nos distingue a nivel nacional, lo cual ha contribuido a que principalmente nuestra capital sea reconocida como una Meca cultural. Se fue Toledo, es cierto, pero su escuela y gran aportación siguen vivos. Sin duda, hace falta mucho por hacer para que Oaxaca se siga perfilando al futuro como un destino cultural por excelencia, porque además de la belleza excepcional de su patrimonio monumental y otros atributos, cuenta con esos espacios culturales que fundó el maestro desaparecido, que en conjunto forman un legado indiscutible para los mismos oaxaqueños y para aquellos que lleguen en busca de esa experiencia que sólo puede dar un estado emanado de una cultura milenaria. Esperamos pues que la administración del gobernador Alejandro Murat, a través de las instancias correspondientes, pueda mantener vigente el legado tolediano y sus expresiones plasmadas en los espacios mencionados.