Hoy, La Guelaguetza
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

Hoy, La Guelaguetza

 


Hoy se celebra La Guelaguetza, llamada con eufemismo nuestra fiesta máxima. Su historia se remonta a 1932, cuando un grupo de entusiastas oaxaqueños forjó la idea de conjuntar en un solo evento a los grupos étnicos de las entonces conocidas como “siete regiones” del estado. El evento tuvo el nombre de “Homenaje Racial” y fue una recreación del folklore, las danzas y las costumbres de cada una de las delegaciones participantes. La Guelaguetza era una especie de compartir. Por ello, desde entonces, cada comunidad que participa regala productos que trae para tal efecto. Después del “Homenaje Racial”, vinieron los “Lunes del Cerro”, en consonancia durante el mes de julio, con los festejos de la Virgen del Carmen. El sitio de encuentro siguió siendo el Cerro de “El Fortín”, con la ausencia durante algunos años, de las representantes genuinas de las comunidades, pues los bailes los interpretó durante décadas, el Grupo Folklórico de la UABJO. Los bailes y danzas se fueron estilizando, apareciendo nuevos y esquemas más alejados de la originalidad e identidad indígenas que fueron características del encuentro entre razas y grupos étnicos. Acabaron los “Lunes del Cerro” y devino “La Guelaguetza”, en un entorno más comercial y hecho para el turismo, que en su visión original.
Este año se celebran 87 años de celebrarse de manera ininterrumpida, con una salvedad: en el año 2006, en pleno auge del movimiento político y social, el vandalismo magisterial se impuso y destruyó parte del Auditorio en donde se celebra La Guelaguetza. Desde ese año, nuestro evento artístico se convirtió en una especie de vena aurífera de grupos que cada año amenazan con boicotearla, con el manido argumento de que es una fiesta de burgueses. Ahí nació la idea –maquinada por ideólogos del Cártel 22- de llevar a cabo una guelaguetza popular, que también representa una carga económica para el erario estatal. Como es característico en Oaxaca, cada año hay inconformidades, desavenencias y desacuerdos en torno a las delegaciones y grupos que participan en la fiesta folklórica. Este año no participarán por ejemplo, delegaciones como Tehuantepec, Juchitán, San Antonino Castillo Velasco y San Melchor Betaza, que durante años fueron genuinos representantes de sus comunidades. Todo se atribuye a una visión sesgada y superficial –así lo dicen- del llamado Comité de Autenticidad que pocos saben lo que califica y lo que no.

Ilícitos sin control

Una gran indignación despertó entre la ciudadanía oaxaqueña el secuestro de un joven de 22 años de edad, hijo de un empresario que procesa mole y chocolate, ocurrido la semana pasada. El plagio ocurrió en las concurridas calles de La Noria y González Ortega y en una hora en que se presume hay transeúntes y automovilistas ya circulando. Se dio al más puro estilo de profesionales en el crimen, dado que el comando armado que bajó a la víctima de su automóvil iba con uniformes tácticos de la policía, dando la idea de que se trataba de una aprehensión. Lo anterior revela que en materia de secuestros y por los números que en este diario se han constatado, Oaxaca es una entidad con alta incidencia en dicho delito, lo cual contradice las cifras oficiales que dan a entender que en plagios ya hemos superado las expectativas de otros estados. Obviamente no es así. A pocos minutos del plagio, la familia de la víctima alertó a las autoridades habida cuenta de que los secuestradores habían ya exigido 13 millones para el rescate, pagando por su liberación 6 millones. A lo largo del año se han documentado once secuestros, los cuales corresponden sólo a los casos que se dan a conocer a las autoridades.
A ello hay que agregar que hasta el viernes de la semana anterior, con la presencia ya de la Guardia Nacional, se documentaron al menos 19 homicidios dolosos, la mayoría de ellos ejecuciones. Si bien es cierto que dicha corporación no es ni será la panacea para aliviar todos los males en materia de seguridad que arrastra el país y la entidad, vale la pena reconocer que al menos debe ser un inhibidor en la comisión de ilícitos. Hay una opinión generalizada de la sociedad oaxaqueña de que el Estado no garantiza seguridad y que las corporaciones existentes son insuficientes para paliar dicho flagelo. Un porcentaje considerable de los ciudadanos, arriba del 70%, se asumen inseguros en Oaxaca. Ello no es poca cosa, lamentablemente al interior del gobierno estatal, las cosas se observan de manera superficial. Es notoria la insistencia de que Oaxaca es una entidad segura y que aquí tanto el turismo como las inversiones tienen garantía. Siempre hemos insistido en que si bien no alivia la situación, al menos la ciudadanía sabrá que no se trata de sorprenderla con datos y cifras falsas, como ya hemos destacado en otras ediciones, reconocer el problema. Hay que reconocer que Oaxaca vive una situación de violencia preocupante.