Un buen propósito, pero…
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Opinión

Editorial

Un buen propósito, pero…

 


El sábado 13 y domingo 14 de julio, encabezados por el gobernador Alejandro Murat, cientos de funcionarios públicos de los diversos niveles administrativos se dieron a la tarea de barrer, limpiar y pintar las guarniciones de las banquetas de calles del Centro Histórico y, posteriormente, las riberas del Río Atoyac. Bajo la premisa de que nada nos gusta, se hagan o no las cosas, no faltaron notas dolosas que hicieron escarnio público de lo que hicieron ciertos funcionarios. En efecto, no es lo suyo. No saben hacerlo, aunque hicieron el intento. El resultado fue lamentable. Guarniciones mal pintadas, banquetas manchadas, etc. Es la segunda o tercera vez que dicha acción se lleva a cabo, en la que por supuesto algunos van por convicción y la mayoría para no apartarse de la instrucción gubernamental. Sin duda alguna se trata de un asunto mediático, para que el turismo nacional y extranjero que nos visita pueda constatar que el trabajo comunitario, llamado tequio, ha sido aquí una institución. Es evidente, sin embargo, que funcionarios de primer nivel y subordinados, no tienen ni idea de lo que ello significa, simplemente que el tequio se ha puesto de moda y hay que seguirle los pasos a quienes mandan en la actual administración.
El propósito pues no es malo. Es un servicio que se le presta a la ciudad para darle una mejor imagen. Hacer que los servidores públicos hagan el trabajo que les compete a las cuadrillas de obreros que le dan mantenimiento a calles, avenidas, banquetas y otros. Despojarse de su elegancia para devenir modestos trabajadores manuales. Había que ver qué opinan al respecto los yupies que despachan en los primeros niveles de mando en el gobierno de Murat Hinojosa y están –la mayoría- alejados de la realidad de los oaxaqueños. Amén de que varios de ellos viajan los fines de semana a la Ciudad de México o Toluca, de donde son originarios, lo que representa una erogación millonaria para el erario estatal. Más allá de la crítica pues, el mega-tequio conllevó un sano propósito. Se entiende que el hecho no haya recibido aplausos y loas como se esperaba sino también la crítica mordaz y lapidaria, como fue el caso del titular de la Secretaría de Turismo. Se entiende también que no es lo suyo. Ojalá que en la próxima jornada ya hayan aprendido algo más de la labor que desarrolla la gente humilde que, por un mísero salario, hace mejor las cosas.

Expropiar para desarrollar

Una buena noticia se dio a conocer hace unos días, la cual abordamos en nuestras páginas: la decisión del ejecutivo estatal de expropiar por la vía legal el predio que durante muchos años perteneció a la empresa “Triplay de Oaxaca”, filial de “Novopan de México, S.A. de C.V.”, no sólo para habilitarlo como un centro para comerciantes que se habían apropiado de “El Playón” del Río Atoyac, sino también para construir un parque recreativo, tan necesario para los citadinos. Es sabido que dicho predio fue expropiado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y después al parecer, luego de un largo litigio, pasó a ser propiedad de particulares. Se trata de una amplia superficie que se ha mantenido ociosa por más de dos décadas, en la que cual se ha dado asimismo un terrible manipuleo jurídico y legal, que ha llevado a personas a ser privadas de la libertad. Desde el cierre de la empresa citada, el predio se ha mantenido sin uso alguno, pero además se trata de miles de metros cuadrados que bien pueden ser utilizados en cuestiones de beneficio social.
Llama pues la atención que el gobernador Alejandro Murat haya reconocido ante los locatarios y mercaderes de la zona del Mercado de Abasto, su propósito de agotar la vía jurídica para expropiar el predio y llevar a cabo un buen proyecto social. Dicha acción sería una de las grandes obras de la actual administración que, como todo mundo sabe, si de algo adolece es de la falta de obras de trascendencia a casi tres años de gestión. El Mercado de Abasto, que fue edificado en la década de los setenta, ha sido olvidado por gobiernos pasados en lo que se refiere a la ubicación de comerciantes, bodegueros y otros, y es insuficiente para albergar a tantos de ellos, por lo que muchos tuvieron que invadir junto con los dirigentes del transporte público, para sus fines fuera de la ley, las riberas del Río Atoyac. Bien planteado el proyecto puede ser útil asimismo para reubicar al comercio en la vía pública que mantiene hoy en día secuestrado nuestro Centro Histórico. Esperamos pues que el referido proyecto se haga realidad y no sea uno más de los ofrecimientos que no se cumplen. Por lo pronto, hay que subrayar que cuenta con el respaldo de la ciudadanía oaxaqueña que exige ya espacios dignos y decorosos, sobre todo, el rescate de uno de nuestros principales afluentes: el Río Atoyac.