Viernes Santo en Oaxaca
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Opinión

Editorial

Viernes Santo en Oaxaca

 


Este día es para los católicos de todo el mundo, en especial para los citadinos, uno de los que más respeto entraña en las conciencias. El sacrificio de Jesús no es un hecho más en la liturgia católica sino un día de guardar y de dolor. Antiguamente las mujeres se vestían de luto. Los hombres evitaban ingerir alcohol; se guardaba desde el Jueves Santo, una estricta vigilia. Ni carne ni excesos eran usuales. La música –y sólo música sacra o instrumental- se escuchaba a bajo volumen. Las estaciones de radio tenían una programación adecuada a un día de luto y contrición. Ir a divertirse, organizar fiestas, comidas o huateques era imposible. Quien lo hacía era objeto de reprimendas públicas y críticas. En efecto, un día como hoy, Nuestro Señor Jesucristo fue crucificado. Por ello, en nuestra capital se suele celebrar la ceremonia de El Encuentro, que es cuando Jesús llevado en procesión se encuentra de frente con su madre, la Virgen María. Hay varios sitios religiosos en donde se celebra esta ceremonia, principalmente en Jalatlaco, Xochimilco o Santa Cruz Xoxocotlán. Después de ello, en algunas comunidades cercanas a la capital oaxaqueña se lleva a cabo la ceremonia de “Las Siete Palabras” y “El Descendimiento”. Jesús en la cruz reclama a su padre: “Señor, por qué me has abandonado y perdónales Señor, porque no saben lo que hacen”. Posteriormente es bajado de la cruz para darle sepultura.

En la capital oaxaqueña y desde hace muchos años se creó la llamada “Procesión del silencio”. Los devotos que han ido a darle el pésame a la Virgen por el sacrificio de Jesús, caminan por la calle en profundo silencio, en señal de duelo. Sólo se escuchan los sonidos de los tambores que tocan personajes que portan capuchas moradas. Esta tradición no es algo usual en otras ciudades. Es única y a ella acuden familias de oaxaqueños que muestran una profunda devoción y tristeza por la muerte de quien llegó a salvarnos. Con esta procesión se cierran prácticamente los ritos de la Semana Santa, esperando desde luego el llamado Sábado de Gloria, cuando en Catedral, el arzobispo realiza la misa para que entre la gloria y la gente puede tomar luz del Cirio Pascual y llevarla a casa. Insistimos, en el amplio abanico de tradiciones y costumbres que nos hace un pueblo diferente y con gran acervo cultural, en Oaxaca celebramos la Semana Santa con un fervor religioso inusual en otros entornos geográficos.

Vigilancia en destinos de playa

La semana pasada en este espacio editorial, comentamos de la falta de vigilancia o regulación para las empresas que se dedican a rentar equipo para deportes extremos de playa, como el paracaidismo, el buceo u otros. Es el caso de Puerto Escondido. Nada bueno se advierte para la industria turística que los visitantes nos hagan una publicidad negativa ante casos trágicos como los paracaídas que en sentido contrario enredan sus cuerdas, con el resultado de una persona fallecida. Se trata de la irresponsabilidad entre quienes prestan el servicio de lanchas que son las que jalan a los paracaídas. Sin embargo, tal parece que del sonado caso ocurrido hace unos días, no hay responsables. Hace unos días ocurrió otro caso igualmente grave, del que sólo se conoce por el reporte de las autoridades. Resulta que el avistamiento de ballenas se ha vuelto un atractivo más en nuestros destinos de playa. Una lancha, llena de turistas nacionales y extranjeros se acercó demasiado a uno de los cetáceos, sin precaución alguna. En uno de los clásicos saltos del animal, éste cayó sobre la lancha, dejando turistas lastimados y heridos, que fueron rescatados por los cuerpos de socorro del referido puerto del Pacífico oaxaqueño.

Y volvemos a lo mismo. No hay vigilancia o regulación, tampoco orientación profesional a los lancheros, para evitar que existan situaciones e riesgo para aquellos a los que prestan el servicio, en este caso, a los visitantes. Lo que las autoridades deben hacer es evitar que este tipo de incidentes sigan ocurriendo. Se deben coordinar con dependencias como la Secretaría de Marina/Armada de México, para vigilar las playas y evitar la comisión de ilícitos. Pero asimismo, con equipos de salvavidas que estén pendientes de cualquier incidencia. En materia de seguridad nada está por demás, más aun tratándose de una de nuestras industrias oaxaqueñas, que no ha sido oportunamente explotada: el turismo. Lo que hay que destacar es que las experiencias recientes y en los casos que hemos comentado, la difusión se ha dado en redes sociales, lo que implica que en segundos, los comentarios o notas, se multiplican por miles o millones. La idea de que nadie regula los servicios turísticos de esta naturaleza, es evidente. Operan libremente no obstante las tragedias ocasionadas, conscientes los responsables de que nadie los llamará ante la justicia.