Sale la casta mexicana
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Sale la casta mexicana

 


Las dos últimas semanas que se han vivido en México, nos han demostrado nuevamente la gran vulnerabilidad que tenemos como raza humana ante la fuerza de la naturaleza, entre huracanes, sismos y lluvias.

Pero ha permitido mostrar la solidaridad mexicana que nos había caracterizado como pueblo, es cierto también que algunas personas por falta de sensibilidad, miedo o sentido común no pueden o no saben qué hacer frente a la desgracia del prójimo y hasta la personal, quedándose inmóviles o aprovechando para hacer daño.

En el sureste mexicano la semana pasada un sismo de 8.2 grados Richter devastó en Oaxaca las regiones del Istmo de Tehuantepec y la zona mixe; en Chiapas, siete municipios, también hubo afectaciones en Tabasco y este 19 de septiembre otro movimiento telúrico de 7.1 grados afectó en la Ciudad de México, Morelos, Puebla, Hidalgo, Guerrero y Oaxaca.

El país y el mundo ya se habían solidarizado con los afectados en Oaxaca y Chiapas, pero con esta segunda tragedia, los mexicanos volvimos a demostrar la fortaleza que tenemos, apenas terminó el temblor y las redes telefónicas se bloquearon, pero las humanas no, miles de personas se organizaron para apoyar a los que lo necesitaran, ya fuera en las zonas de desastre en donde hombro a hombro la población civil, militares, navales, policías, elementos de Protección Civil, Cruz Roja, binomios caninos y demás brigadistas buscaron y rescataron sobrevivientes.

Otros, comenzaron a acopiar víveres para alimentar a los que apoyaban en las tareas de rescate y a los damnificados, en todo el país la gente empezó a unirse, sin importar la distancia, buscaron cómo juntar apoyo que están enviando y que se seguirá requiriendo en las zonas afectadas por estos dos terremotos.

Una semana antes en el sureste de México, hoy en el centro, en donde cientos de familias han perdido a sus seres queridos, miles de personas su techo, trabajo, su patrimonio, pero no todo está perdido, la esperanza y fe que hemos mostrado como mexicanos nos ayuda a ser un gran pueblo.

Sin importar que los representantes de todos los niveles, carezcan de credibilidad, la fuerza mexicana sobrepasa estas figuras que, aunque muchos las consideren decorativas, han tenido presencia en esta época de desastre y están haciendo su trabajo, quizá no con la rapidez que se quisiera, pero están, para bien y para mal.

Hoy, también se levanta otra esperanza, los jóvenes que siempre son criticados por estar inertes detrás de una computadora criticando el sistema, salieron a la calle a demostrar que juntos sí podemos.

Las generaciones millenial y Z se solidarizaron con algo que sabían que existía, un terremoto el cual les tocó vivir y demostrar en él la educación de protección civil que se ha estado impartiendo, después del 19 de septiembre, pero de 1985.
México está de pie, o se pondrá de pie, somos una sociedad que sale avante ante la adversidad, el apoyo se ha visto y ojalá que siga llegando y que los oportunistas, como los que han salido en el Istmo de Tehuantepec, no echen su colmillo a la ayuda.

Por último, considero que sería prudente que se redujera el dinero destinado a los partidos políticos para el próximo proceso electoral, mismo que debería ser austero, no creo que necesitemos espectaculares, lonas y folletos con la cara de alguien sonriendo para su campaña.

Lo que necesitamos es que se pongan los senadores y diputados a legislar en favor de la ciudadanía, y que no pongan de pretexto las leyes para no reducir el presupuesto para los partidos.

También, urge retabular los salarios que reciben los altos mandos de gobierno y que paguen los salarios devengados a los trabajadores que llevan meses sin cobrar, como el caso de Oaxaca, en donde hay crisis y los trabajadores de algunas dependencias necesitan sus salarios, ya que hace falta dinero para apoyar a nuestros damnificados.

Por último, se tendrán que buscar las opciones para reactivar la economía, que está muy gastada, urge empleo, casa y comida para los millones de mexicanos que poblamos este territorio, mismo que ha sobrevivido a grandes desgracias.