El Memorándum
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Debates y Deslindes

El Memorándum

 


La historia es un círculo

Estamos viviendo una etapa de polarización en que la prensa, a pesar de ser una institución de interés público, olvidan ese papel y responde a los intereses privados de sus dueños, se vuelve una prensa cómplice para atacar al gobierno de la República. No es esta la primera vez que ocurre en la nación mexicana ese fenómeno; en diferentes etapas de la vida nacional la prensa ha jugado un papel fundamental al lado de los enemigos de México. El caso más procaz, burdo y criminal fue durante el gobierno de don Francisco I. Madero. La prensa se oponía en bloque al gobierno de Madero, periódicos como The Mexican Herald, El Imparcial, El País, La Nación, La Tribuna y El Mañana, estaban abiertamente ligados a la embajada americana y combatían al gobierno maderista. La campaña era intensa y provocadora. Edward L. Doheny, hombre consentido del Porfiriato llevó a cabo una persistente y amplia estrategia de desacreditación del nuevo gobierno, a través de sus personeros Harold Walter y Stefhen Bonsal, quienes utilizaban no sólo la prensa nacional sino la internacional como The New York Times, para actuar como ahora lo hace el periódico Reforma, cotidianamente, que mantiene una crítica directa, inventa noticias, publica medias verdades y mentiras completas.

José Vasconcelos publica que estos personajes estaban ligados a surtir artículos de oficina, construir carreteras y proveer al gobierno porfirista una serie de productos que vendían a precios inflados lo que representaban pingües ganancias.

Su pleito era que Madero había ordenado que las compras del gobierno se hicieran por subastas públicas. (Alguna semejanza con la actualidad es pura coincidencia). La batalla era abierta, y sin piedad. El periódico Nueva Era, que era abiertamente maderista fue asaltado e incendiado por una turba de gente pagada por la embajada americana.

Entre los enemigos que manejaban los periódicos estaban los reductos del Porfiriato, los voceros de la clerecía reaccionaria, los grupos católicos, El historiador Charles C. Cumberland, explica en sus textos que El imparcial, recibía en esos momentos 50 mil pesos mensuales por atacar al gobierno maderista.

La prensa jugó un papel fundamental para preparar el ambiente político en el cual los chacales pudieran dar un golpe de estado y después cometer el magnicidio de don Francisco I Madero. Desde la llegada del hoy llamado “presidente mártir”, la prensa inició una serie de ataques sistemáticos originados y monitoreados desde la embajada americana que comandaba Henry Lane Wilson.

Madero dejó intacto el aparato porfirista y siguió gobernando con los mismos grupos de poder de los capitalistas, la prensa y todos aquellos que se habían enquistado en el modelo porfirista. Sin duda que ese fue un error, pero no había de otra, en la real política se hace lo que se puede y concilia, no lo que se quiere.

Los periódicos en esa época, como ahora, eran todos representantes de intereses personales o de consorcios e intereses económicos, el gobierno no tenía ningún órgano que informara a la opinión pública sus verdaderas intenciones. Los diarios y sus publicaciones estaban destinadas a demeritar, sobajar, disminuir la figura del presidente Madero y su gabinete.
Afortunadamente, ahora tenemos las entrevistas “mañaneras” que nos dan un punto real y objetivo del pensamiento y la acción del gobierno de la Cuarta Transformación.

Hoy, como ayer, la prensa “libre” que ha dejado de recibir cuantiosos subsidios y que no puede vivir de la publicidad de sus anunciantes ni de la venta de periódicos, se ha dedicado a presiona de diversas maneras para obtener las canonjías que han perdido y defender los intereses de sus verdaderos jefes. Lo mismo ocurre con los 15 más importantes periodistas, editorialistas y comentaristas políticos del país, que han dejado de recibir millones y millones de pesos y como ese dinero era por debajo de la mesa, es posible que estos comunicadores, ni siquiera pagaran impuestos. La historia es un círculo que se repite cada 52 dos años según los aztecas, cada siglo según los nuevos mexicanos.

El Memorándum

Lo malo de quién no ha trabajado en la administración pública es que desconocen el valor que tienen los distintos instrumentos administrativos y de comunicación oficial que existen. No saben para qué sirve la oficialía de partes, la mesa de trámite, un oficio, una circular, un memorándum, un decreto, además de la validez que tiene cada uno de estos documentos su ámbito de validez, las formalidades que deben de tener firmas ante firmas, sellos fechas, Tiempo y espacio de validez.
Ahora con toda esa carga de ignorancia sobre lo que significa un memorándum interno de la administración del gobierno federal, se han lanzado a la calle para exhibir su orfandad de conocimientos administrativos. El presidente de la República conoce la administración, ha jugado una pieza maestra lanzándoles una bola de humo a los Murmuradores de café, de periódicos y de TV, ahora huérfanos y desprotegidos de la nómina anual de varios cientos de millones de pesos.

Le pedí a un experto en administración pública su opinión sobre el memorándum que envió el presidente de la República a dos secretarios de estado, el de gobernación y educación en relación con la reforma administrativa. Hombre inteligente, leído y escribido, me respondió.

“El memorándum es sólo la expresión de un deseo que la inercia administrativa no podrá cumplir porque debe de rendirle cuentas a la ASF, Nadie ha dicho esto. En ese sentido el presidente refuerza su imagen de autoridad moral con legítimas intenciones. Sin embargo, son criterios generales que generan corrientes de opinión en la burocracia con distintos grados de observación. Nada menos, pero nada más. Es una expresión real de un pronunciamiento cargado de simbolismo político y moral, más que legal. Así debe de tomarse. No es un verbo, es más un predicado”.

Su opinión coincide con la mía y por eso la publico, sobre todo, para que las personas que me hagan el favor de leerme vean cómo un grupo de periodistas a los cuales ya no se les paga por fuera de la mesa, pueden hacer una bola de humo sin importarles exhibirse como ignorantes.