El Oaxaca inconcluso
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Opinión

De Paradojas y Utopías

El Oaxaca inconcluso

 


1.- El rezago perpetuo
El viajero, el turista o el propio oaxaqueño que recorre la entidad, tiene la sensación de percibir una entidad inacabada. Todo parece estar a medias y nada terminado. Carreteras, hospitales y edificios, que si bien fueron hechos con un propósito, hoy lucen abandonados. Maquinaria pesada, montones de arena, cantera, tierra, reflejan esta realidad. La certeza de algo inconcluso, cosa pendiente o todavía por terminar. No hay continuidad; no hay obra consistente. Nada nuevo. Una eterna postal. Y es que el oaxaqueño común parece vivir eternamente de promesas, de amagos, de engaños. Somos rehenes de decisiones políticas cupulares que un día nos dan cuerda y al día siguiente nos la quitan. La idea moderna de futuro y de progreso se inscribe en el marco de utopías irrealizables, porque ya nos acostumbramos a la medianía, al conformismo de que si no se pudo en este régimen, chance y se haga en el otro. Todo es producto de nuestra propensión a la indefinición, a la irresolución, a la promesa incumplida. Oaxaca, hasta hoy, es una novela del absurdo.

2.- Historia de puras minucias
En lo que se refiere a obra pública, con Diódoro Carrasco se terminó la súper carretera Oaxaca-Cuacnopalan, cuyo proyecto y trazo inició con Heladio Ramírez. Con José Murat se construyeron los accesos de cuatro carriles a la capital y se publicitó la inconclusa súper carretera al Istmo –“con su ramal a Huatulco”-. A 18 años no ha sido terminada y no hay para cuándo. A Ulises Ruiz le correspondió el adoquinado del Centro Histórico y los cuatro carriles en el Cerro de “El Fortín”. Se hicieron obras a capricho, como la velaria del Auditorio “Guelaguetza”, que a poco se desgarró. Con Gabino Cué, las obras relevantes durmieron el sueño de los justos. El sexenio se fue en blanco. El CIMO –malhecho-, “el puente chueco” y un Centro de Convenciones, que tuvo que terminarse en el actual gobierno. Un alto costo hemos tenido que pagar los ciudadanos, con obras de infraestructura necesarias que se han quedado a medias. El mejor ejemplo son las carreteras al Istmo y a la Costa, cuyo anuncio de reinicio se da un día y al siguiente se cancelan.

3.- Los “nuevos –viejos- proyectos”
Muchos se habla del Proyecto Transístmico. Nada nuevo. De una vía férrea que existe desde el gobierno de don Porfirio Díaz. Es, en el fondo, poner vino nuevo en odres viejos. Se explica el silencio de la Federación respecto a la súper carretera al Istmo. Se ha diseñado un proyecto sobre la base de vías de comunicación sinuosas, añejas y arcaicas. Tienen más de cien años. Alrededor de 2008 se puso en marcha el proyecto hidráulico “Paso Ancho”. Garantizar el suministro de agua potable para la capital y zona conurbada durante medio siglo. Se hicieron estudios, proyectos, se construyó parte de la cortina de la presa que atajaría el agua de los escurrimientos. De un día para otro fue suspendida. Cientos de millones tirados a la basura. La empresa se declaró en quiebra y dejó como pieza de museo, maquinaria pesada arrumbada en el sitio del proyecto. Obra a medias y sin concluir. Sueños guajiros y esperanzas rotas. Tienen razón pues aquellos que al recorrer nuestros caminos tienen la sensación de una entidad inacabada, en donde hay que empezar y nunca acabar.

4.- AMH, a medio camino
Sin ánimo de descalificar, el gobernador Alejandro Murat cumple en estos días, 2 años y medio de gestión. No hay hasta el momento una obra magna, digna de reconocerse. Sólo proyectos y más proyectos. El tiempo de los agravios ya pasó. El saqueo del erario en la administración de Gabino, que dejó a ésta “en banquitos”. La sequía, las tormentas, los sismos de 2017. La deuda impagable y la escasez de recursos. Pero los oaxaqueños no podemos seguir lamiéndonos las heridas. O culpar a la “mafia del poder”. Este estado de cosas puede tener algo sin duda positivo, para construir una agenda estatal, de cosas que se pueden hacer o terminar.

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:
— Por fortuna el discurso en torno a la seguridad, ha dejado de ser triunfalista. Hay una aceptación tácita de que Oaxaca se ha inscrito en el mapa nacional como una entidad en donde la violencia criminal ya no es algo esporádico, sino una realidad dura y lacerante. En menos de setenta y dos horas, al menos 15 ejecuciones no es para seguir con el mismo rollo.

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