¿Dónde andaba? Pues en Oaxaca
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Crónicas Oaxaqueñas

¿Dónde andaba? Pues en Oaxaca

 


¿Sabe usted que tiene en común el terremoto del 19 de septiembre de 1985 que destruyó parcialmente al Distrito Federal y la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa el 26 de septiembre del 2014?
En el primer caso, un movimiento telúrico de 8.1 grados originado en las costas de Michoacán en el Océano Pacífico, repercutió como latigazo en el Distrito Federal ocasionando el desplome de docenas de edificios y la muerte de miles de mexicanos, el presidente de la República era Miguel de la Madrid Hurtado, la destrucción parcial instantánea de la capital del país fue inesperada.
El presidente se reunía con todo su gabinete y el regente de la Ciudad de México Ramón Aguirre Velázquez, la contingencia los había rebasado, no atinaban qué hacer, en dos días no dieron la cara ni hicieron declaraciones, no existía Protección Civil, de hecho nace en 1986 a raíz de ese desastre, tampoco el FONDEN, Fondo de Desastres Naturales, creado diez años después.
La gente no podía esperar, miles de personas se encontraban sepultadas y la esperanza de encontrarlas con vida estaba latente, fue la misma sociedad la que se organizó naciendo una solidaridad espontánea, aunque precariamente todos a una sola gran fuerza retiraban a mano los escombros en filas interminables para alejarlos, las mujeres preparaban alimentos y los repartían junto con agua.
Todos eran voluntarios, así nacieron los topos, solo había dos clases sociales, el pueblo y los funcionarios de gobierno que no atinaban que hacer y no se arremangaban la camisa para entrarle, por eso aprendieron que eso es lo que la gente quiere ver y ahora en cuanto hay un desastre corren a tomarse la foto al frente con una pala y un casco y aparentan mostrar empatía y solidaridad.
En el fondo todo funcionario de gobierno sabe que un desastre significa fondos internacionales y recursos del FONDEN a los que se les puede hincar el diente como parte de una reconstrucción, para muestra un botón, durante el sismo de septiembre del 2017 todos los partidos se peleaban en horario nacional de televisión para ver quien declaraba aportar un mayor porcentaje de sus asignaciones.
En cuanto llegó el tiempo de campañas, dinero les faltaba, qué iban a estar regalando de sus participaciones, todo quedó en el olvido, ya no hubo aclaración de parte del gobierno de todas las aportaciones nacionales o internacionales y menos de los partidos políticos que discrecionalmente repartieron entre sus afiliados para promoción del voto sin permitir aclaración ninguna.
En el caso de Ayotzinapa, el tema creció como una bola de nieve bajando en una falda de montaña hasta convertirse en un alud que hasta la fecha sigue rodando sin control, según investigaciones del caso, los normalistas secuestraron varios camiones pero solo de dos fueron retenidos contra su voluntad, todo apunta a que estos tenían escondido un cargamento importante de heroína y era lo que había que recuperar.
De aceptar que los autobuses tenían droga que circulaba en camiones de transporte público era como reconocer que había un narco estado, confirmar que los militares participaron para recuperarlos era como reconocer que hay un narco ejército, aunque haya permeado el narcotráfico filas de los diferentes niveles de gobierno o la institución castrense, nadie lo va a aceptar.
Si los estudiantes fueron testigos de lo que contenían los camiones, entonces eran un peligro para toda una operación ilícita y por lo tanto estorbaban procediendo a desaparecerlos, ¿Cuál fue la reacción del presidente en turno Enrique Peña Nieto? Pues simplemente silencio, dejó que todo siguiera como si no hubiera pasado nada, reaccionando hasta que las redes sociales hacían ya un linchamiento mediático.
Sin lugar a dudas esos dos eventos marcaron para siempre la historia de este país y tienen en común la lenta reacción de los Presidentes en turno, siempre les serán señalados esos eventos como parte de sus peores fallas durante el sexenio de cada uno, fueron inesperados y mostraron una total ineptitud para reaccionar oportunamente ante una emergencia a los ojos de la ciudadanía.
Con toda seguridad los eventos ocurridos en la capital del estado de Sinaloa el jueves 17 de octubre, van a marcar para siempre a México y a la evaluación histórica del presidente en turno Andrés Manuel López Obrador, la ciudadanía está completamente polarizada, solo el tiempo va a sacar a flote la real gravedad de los hechos y de las decisiones tomadas.
De momento no se puede más que analizar las declaraciones del titular del ejecutivo en situaciones similares para darse cuenta que es fácil criticar las decisiones ajenas y muy difícil reconocer las propias, cuando se le fugó “El Chapo” a Peña se exigía la renuncia de todo el gabinete de seguridad del país y ahora todo se justifica por razones humanitarias y es avalado ciegamente por quienes lo siguen.
En aquella ocasión se exigía el regreso de Francia a México de Peña Nieto y de su extensa comitiva para cuidar la imagen internacional y la grandeza de nuestro país, ahora ni que decir, fue nota de todos los periódicos del mundo y nuestro presidente, en Oaxaca, dándose un baño de pueblo y escuchando consignas de parte de niños de una primaria rural que parecían adoctrinamiento, o si no, que alguien me explique.
“Hágase la ley en los bueyes de mi compadre”, así reza un refrán popular, cuando se pregunta uno porque no es investigado Bartlet por sus propiedades no declaradas por millones de pesos, te dicen que porque es una pieza fundamental, un extraordinario abogado que logró concretar las negociaciones por los gasoductos y llegar a acuerdos internacionales, no dudo de su capacidad y atinado trabajo, pero…
El futuro no es halagador, no se ha firmado un nuevo tratado de libre comercio y los tiempos se agotan, no hay señales de crecimiento, no se ha acabado la corrupción, se siguen asignando licitaciones en todos los sectores, como salud por ejemplo, a empresas de confianza aunque no tengan experiencia y eso encarezca los productos y de paso alcancen alguna regalía por esa preferencia.
Un ejemplo para clarificar, si se requiere adquirir digamos un ultrasonido de la marca “XYZ”para una clínica rural, en lugar de licitar pidiendo oferten quienes tengan la distribución de esa marca en la plaza, asignan el contrato de manera directa a alguien que desconoce de ultrasonidos, este ganador cotiza la marca con el distribuidor en la ciudad.
El precio que le van a ofertar será el mismo que se cobraría al gobierno vendiendo de manera directa, ¿qué hace el asignado? Pues le sube su utilidad y más si es que habrá una comisión por la asignación, además de encarecer innecesariamente los equipos, los accesorios indispensables como monitores o reguladores, se surten de una menor calidad o amperaje por el mismo precio.
Eso está sucediendo en México, parece que aún no se han enterado los responsables de hacer las adquisiciones que el Presidente no roba y está convenido que siguiendo su ejemplo nadie más lo hará, alguien que lo ubique para que meta mano dura y cambie sus políticas y también que le digan que sí hubo muertos en Sinaloa, al menos 14 o muchos más que no reconocerán por supuesto.
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Seguiré comentando la próxima semana.