El gobernador Alejandro Murat apuntó la semana pasada una frase que caló hondo en el ánimo de los oaxaqueños: “Oaxaca quiere vivir en paz”. En efecto, la gobernabilidad y la paz no llegan a los más de cuatro millones de ciudadanos que siguen acotados, secuestrados y alienados por bloqueos carreteros y a vialidades. El ejecutivo ofreció enviar en breve al Congreso local, una iniciativa validada por los presidentes (as) municipales de diversas localidades, para sancionar los bloqueos y enviar a la fuerza pública cada que se vulnere el derecho de terceros al libre tránsito. Desde hace mucho tiempo los oaxaqueños queríamos escuchar una propuesta similar. No es concebible que en los meses que van del año se hayan contabilizado cerca de mil bloqueos. Hay en la sociedad un justificado hartazgo respecto a esta forma ruin de protestar, más aún, cuando la misma se ha convertido en eje de la industria del chantaje, con la que lucran falsos redentores sociales. Se han dado casos, como en el 2016, cuando la entidad estuvo materialmente secuestrada por el magisterio durante cuatro meses, que incluso impedían la circulación por las carreteras, lo que se tradujo en obstáculos para el traslado de alimentos y medicinas.

Entendemos que no será tarea fácil y que si bien suena hoy a una utopía, sólo la voluntad de quien manda en la entidad puede hacer de dicha iniciativa un eje de confianza ciudadana en las instituciones y la fuerza del Estado. Bajo esa premisa, lo primero que se tiene echar andar es aplicar la ley con fuerza en ese Cártel delictivo denominado magisterio y sus jóvenes sicarios: la Coordinadora Estudiantil Normalista del Estado de Oaxaca (CENEO). Los abusos, atropellos y amenazas a los derechos civiles deben ser castigados. De aprobarse la iniciativa, sin duda con los aspavientos y torpedeo de los diputados (as) de partidos como Movimientos de Regeneración Nacional (Morena) o del Partido de la Revolución Democrática (PRD), debe ser de observancia general y no permitir espacios de impunidad. Es decir, maestros, comuneros, organizaciones sociales y demás deben medirse con el mismo rasero. Es importante subrayar que dicha ley no implica que se acote o limite la libre expresión de las ideas, sino el hecho de hacer de ésta una bandera de abusos y acotamiento al clima de libertades ciudadanas, tan vulneradas por sujetos sin escrúpulos que sólo buscan su conveniencia.

Y seguimos cabalgando

El sábado 25 de noviembre se llevó a cabo el convivio tradicional a que convocan directivos y el Consejo de Administración de “Publicaciones Fernández Pichardo, S.A. de C.V.”, para celebrar un aniversario más de EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca. En efecto, ayer domingo 26, cumplimos 66 años de estar en los hogares y en el corazón del pueblo oaxaqueño. En los mensajes alusivos, se recordó a los fundadores de este diario: Manuel, Francisco, Juan de Dios, Antonio, así como el respaldo financiero de doña Angelita Pichardo García, todos ellos de profunda raigambre periodística. A lo largo de estas más de seis décadas nuestro diario ha sorteado vendavales y tempestades; crisis financieras y acoso de gobierno. Nada ha doblegado su espíritu quijotesco de caminar sin importar que los perros ladren. Por el contrario, frente a la adversidad se ha fortalecido y ha emprendido desde hace años, una gran cruzada para estar al tenor de los tiempos modernos y de la carrera de las comunicaciones. Hoy, en su moderno edificio e instalaciones de la Colonia Reforma Agraria, nuestra edición diaria es posible gracias al trabajo laborioso y de convicción, de decenas de reporteros, editores, formadores, prensistas y directivos. A la fecha, se han tirado más de 25 mil ediciones que nos llenan de orgullo.

No solamente cada año en ocasión de su aniversario, sino cada día, en EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, hacemos votos y ratificamos el compromiso con el pueblo oaxaqueño, para hacer cada día mejores y ejercer con profesionalismo, un buen periodismo. Independiente, veraz, oportuno y guiado con un estricto Código de Ética, que evite el denuesto, la descalificación sistemática, los vicios y las inercias que tanto han afectado al periodismo contemporáneo. En este diario, no nos cansaremos de decirlo, no se buscan cargos públicos ni puestos de elección popular; no somos políticos, ni pertenecemos o le hacemos el trabajo a alguno. Nuestro diario está despojado de compromisos de esa naturaleza. Por el contrario, a lo único que sirve es al pueblo oaxaqueño, en su compromiso con la verdad y la transparencia. Son ya muchos años de brega diaria, sin que nada nos haya derrotado. Y es esa premisa la que nos sigue alentando a caminar todos los días, para entregar a la ciudadanía un diario hecho por verdaderos periodistas y no por amanuenses o francotiradores al servicio del poder en turno.