Salarios de hambre… amos neocoloniales
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Salarios de hambre… amos neocoloniales

 


En estos 193 años de vida del Estado Mexicano, los hechos demuestran que, en general, los que han gobernado este país, lo han hecho con muy poca eficiencia, calidad humana y experiencia, eso sí, plagados de corrupción, cinismo y traición. Pero, sobre todo, han demostrado un gran desprecio y la mínima compasión por los ciudadanos, sean indígenas o mestizos. Los han mantenido, “por debajo de lo humano”.

El pueblo, siempre ha sido, para los altos dignatarios, políticos, hombres de negocios y comerciantes, seres sin la categoría de “lo humano”. Los llaman despectivamente de muchas formas: indios, nacos, yopes, peladitos, prietos, apestosos, mugrosos, monitos y un largo etcétera. Jamás los han tomado como hermanos, son sus trabajadores, sus chalanes, sus gatos. Lo mismo una trabajadora de servicio doméstico, que un albañil, un empleado y un obrero. Racismo y clasismo rancio y añejo.

Esto se puede ver y cuantificar, tan solo en el pago que se les da por su trabajo. El salario en México, después de Haití, es el más bajo de Latinoamérica. Qué significa esto. Que no se les considera seres humanos, porque un padre de familia con el salario mínimo no puede, de ninguna manera, satisfacer las mínimas necesidades materiales de subsistencia. Qué significa esto. Que, para los dueños de las empresas y negocios, sus empleados no son dignos de recibir un justo pago por su trabajo, y que la ganancia, se queda en manos de los dueños. No tienen la “empatía”, la calidad humana, de ponerse en los zapatos de sus empleados. No está en su ánimo y menos en su conciencia el distribuir la riqueza y ser justos.

Pero todo esto, es una forma de crear una nación. Desde 1521, los invadidos, fueron tratados como derrotados, por tal, esclavizados. Tres siglos los descendientes de la civilización del Anáhuac no tuvieron más derecho que: cristianizarse, castellanizarse y trabajar para no morir de hambre. Después, en 1824, cuando criollos y gachupines hacen las paces y deciden crear “su país”, los anahuacas, no cambiarán en nada su vida. La “independencia” fue de los criollos y gachupines de la corona española. Más nada.

En las dos terceras partes del siglo XIX, los criollos expulsan a los gachupines, se dividen en dos bandos y se la pasan pelando en guerras fratricidas por el poder, en medio de invasiones de E.U. y Francia. Los “morenitos” solo les sirvieron a los criollos como soldados de leva y peones para sus haciendas. Cuando llega “El orden y el progreso” con Porfirio Díaz, llega el capital de Europa y los peones pasarán a ser obreros, empleados y mineros de las empresas extranjeras. La Revolución será creada por los intereses de E.U. por sacar a los capitales europeos de “su traspatio”, más nada.

El trabajador mexicano es muy capaz, creativo y eficiente. En E.U. la mano de obra de los oaxaqueños, por ejemplo, es sumamente apreciada. Sin embargo, desde 1824, los trabajadores mexicanos viven en la más espantosa miseria. Los criollos en el poder económico y político, se han encargado de mantenerlos en un salario de hambre, pues no están dispuestos a compartir “sus ganancias”. Además, siempre han sido su garante para atraer las inversiones extranjeras. En efecto, “El modelo económico de este país, desde 1824”, es que, vengan los capitales extranjeros a invertir al país de los criollos, ellos ponen la mano de obra barata de “su pueblo”, y regalan los recursos naturales, con tal de que los hagan socios.

En las negociaciones del TLCAN, los presentantes de Canadá argumentan que no comprenden por qué, el gobierno mexicano, tiene en la miseria a los trabajadores. Afirman que es imposible mantener un tratado trilateral, cuando con una hora de trabajo de un obrero canadiense o norteamericano, le pagan a un mexicano, ocho horas de su trabajo. El Secretario del Trabajo contestó que, los trabajadores mexicanos no son productivos y son bastante ineficientes, por lo que se les paga lo justo.

El cinismo del Secretario del Trabajo es un claro ejemplo, del desprecio y la visión colonial que tienen los criollos por el pueblo. En todo el mundo ruedan coches armados en México, y por su calidad, la maquila mexicana es reconocida de manera internacional. Nada ha cambiado desde 1521. Entre Hernán Cortés y Carlos Slim, no existe la más mínima diferencia. Descolonizar es dignificar. www.toltecayotl.org