Reconstrucción y rapiña
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Opinión

Editorial

Reconstrucción y rapiña

 


La naturaleza humana tiene misterios que difícilmente es posible desentrañar. Nadie sabe cómo se incuba la ambición de tener más aprovechándose de la desgracia de los demás. El factor económico es determinante. Por fortuna, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) ha tomado acciones severas, en contra de negocios de venta de materiales de construcción que en varias poblaciones del Istmo de Tehuantepec han encarecido sus productos, pero además, los afectados han alertado respecto a trabajadores, albañiles y maestros de obra, que han elevado sus precios por las nubes. La rapiña pues se da en diversos contextos no sólo en el ámbito político. Unos días antes del sismo del 7 de septiembre, el viaje de arena costaba 800 pesos. Hoy se ha duplicado el precio. Desde la tiendita más modesta hasta el supermercado, la tendencia a obtener más ganancia con el menor esfuerzo y aprovechando la tragedia que viven miles y miles que siguen viviendo en la calle, es la constante en la región istmeña. Sin duda, de esta situación se le ha informado al presidente Enrique Peña Nieto, quien visitó Juchitán de Zaragoza, apenas el martes, en su propósito de supervisar las tareas de reconstrucción.

Según datos disponibles, la reconstrucción avanza lentamente. Se continúa con los trabajos de demolición de las viviendas y edificios dañados. En el ámbito educativo, si bien casi el 89 por ciento de las escuelas han reanudado labores, en el Istmo hay aún cientos que no están en esa categoría. Decenas de escuelas en la zona de Chahuites y otras comunidades cercanas que no han podido recuperar clases, en virtud de la falta de dictámenes de la Coordinación Estatal de Protección Civil (UEPCO). Los daños de muchos edificios escolares están a la vista, más aún, la calma no se ha generalizado en virtud de más de nueve mil réplicas. A diario tiembla y ello ha generado psicosis entre la población escolar e incluso entre la misma población. Montar aulas provisionales en comunidades como Asunción Ixtaltepec, Juchitán o Ixtepec, no ha sido el mejor antídoto para el regreso a clases. Los istmeños enfrentan hoy una nueva contingencia ambiental: los vientos de hasta 200 kilómetros por hora, que barren con todo y lo han hecho con aulas provisionales, con casas de campaña, con hospitales móviles, etc. Nada de ello ha permitido que las tareas de reconstrucción avancen a una velocidad considerable.

Sección 22: Empecinamiento

Ese cáncer social denominado magisterio sólo nos dio tregua por una semana. Esto implica que la “jornada de lucha” seguirá una vez que hayan pasado los festejos del “Día de Muertos”. Y es que tal parece que entre los asesores que tiene el gobernador Alejandro Murat, nadie le ha explicado paso a paso las atrocidades, los atropellos y abusos que ha cometido este gremio, amparado en que tiene más de ochenta mil miembros, la mayoría de ellos –obviamente- poco convencidos de los constantes bloqueos, paros locos y huelgas. Los métodos de lucha han calado hondo en el ánimo de los oaxaqueños que al escuchar la palabra “maestros” o “normalistas”, hace un gesto de repudio. Ahora se ha puesto en boga el tema la bilateralidad que no es más que en enfermizo propósito del Cártel-22 de recuperar el control del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) y volver por sus fueros a una institución en la que fue, desde el 28 de octubre de 1992 hasta el 21 de julio de 2015, juez y parte; trabajador y patrón. Se trata de un caso inédito y contra derecho que un sindicato opere en las oficinas públicas cual si fuera parte del Poder Ejecutivo o empleado del gobierno.

Esta semana veremos pues las presiones, el chantaje y los asaltos a automovilistas y camiones repartidores de mercancías por parte de la Coordinadora Estudiantil Normalista del Estado de Oaxaca (CENEO), cuyos miembros operan como viles delincuentes, pero se asumen intocables, pues parte de los latigazos que recibe la sociedad hay que explicarlos con el fenómeno de Ayotzinapa, que hizo a estos vándalos arropados por la impunidad. Ya los vimos el pasado martes, en el atraco vil y en descampado en la caseta de cobro de Ciudad Ixtepec. Fueron los de la Escuela Normal Urbana Federal del Istmo (ENUFI), al igual que las normalistas de Tamazulapan lo hacen en las casetas de cobro de Suchixtlahuaca o Huitzo. La bandera de lucha de la abominable Sección 22 se ha cifrado en la sobada bilateralidad y sobre dicho tema van con todo, hasta que exista una política de gobierno que los ubique y devuelva a sus salones de clases, en donde deben desquitar el salario que les paga el pueblo de México, el mismo al que tanto agreden con sus aberrantes métodos de lucha. El pueblo oaxaqueño está ya al borde del hartazgo y la sociedad civil algo tiene que hacer más que lamentar los atropellos y abusos de este gremio parasitario e irresponsable.