“Y es que siempre estamos viviendode noche”*
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“Y es que siempre estamos viviendode noche”*

 


*Canción del grupo Vini, Vidi, Vinchi, delos 90.

También hubo otro llamado
Rostros Ocultos.

Parecería que, de pronto, la obscuridad cayó sobre nuestro mundo. Y no es nada más ahora, en estos días en que la transformación de la naturaleza, que ha sido pródiga en dones para el mundo en sí, sobre todo nos ha proporcionado alimento (base esencial para vivir), medios para desarrollar la flora y la fauna que permiten a millones de personas, y además de comida, trabajo al aire libre y sentir la satisfacción de ver y palpar el resultado del trabajo realizado.

De este modo, también hemos tenido TODO lo necesario para que este mundo nuestro se convirtiera en un dechado de prodigios: industrias productivas que nos proporcionan con el uso de máquinas maquiladoras: ropa, calzado, enseres diferentes que nos facilitan el quehacer, tanto del hogar como laboral en todos los aspectos. Así, hemos tenido la facilidad del transporte con el uso de bicicletas y automóviles, siendo la gran ayuda ambos vehículos, sobre todo los segundos que nos permiten transportarnos con puntualidad y ánimo a nuestras respectivas ocupaciones (luego veremos los “peros” que han resultado de esto). Y tenemos autobuses tanto citadinos como pueblerinos, y en carreteras.

Están, además, esos grandiosos medios de transporte que son los TRENES, pero cuyo uso se ha visto restringido, lo cual perjudica a los usuarios que lo preferimos ante cualquier otro.

Para quienes vivimos un tiempo, no tan lejano, que nos permitía DISFRUTAR la vida en su plenitud, no concebimos el presente estado de cosas que se ha derivado de una economía impuesta por quienes la manejan a su antojo, esto es, vender, vender y vender.

Y se llegó así al paroxismo, a la locura: ya no lo útil y provechoso tanto para usuarios como para las empresas que los manejan, sino el exceso de TODO. Un ejemplo: teníamos en ese tiempo el TELÉFONO fijo, tanto en los hogares como en empresas, oficinas de gobierno, etcétera… pero, llegó el celular y convirtió a su predecesor en algo caduco pues ahora cargan los usuarios con este cachivache como si fuera una parte de sí mismos (as), porque son ya imprescindibles, lo cual significa: adicción.

Asimismo con todos los aparatos y… forma de vivir anómala, derivados, o no, de aquellos.

Entonces, con el mal uso y exceso todo, llegan desastres como los recién ocurridos: tormentas inesperadas con una frecuencia anómala: cuatro meses de duración continua en gran parte de NUESTRO país. Enseguida, terribles temblores de tierra que se convirtieron en TERREMOTOS (7 y 19 de septiembre pasados, y otros más, aunque no tan intensos pero ya más bien empeoraban el resultado y la angustia de las personas). Y las secuelas dolorosas y amargas que tienen a la población en un estado de conmoción continua: una amiga de quien esto suscribe platica que su hija, quien tiene una bebé de cuatro meses, vive en el octavo piso de un edificio, en la Ciudad de México, y está ahora recibiendo terapia pues cuando escucha la sirena de ambulancias, grita: “¡Alarma sísmica!”

Las y los lectores seguramente coinciden con quien esto suscribe en que la ciudadanía ya no puede continuar en situaciones como esta, que se ha agregado a muchas otras que dificultan la continuidad de un país que requiere firmeza y esmerada atención y ganas de superar con energía los muchos obstáculos que DEBEN YA desaparecer, obviamente con la firme y entera voluntad de quienes tienen la obligación de hacerlo, ¿o no?