La Ciudad de México poco a poco recobra su ritmo habitual
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La Ciudad de México poco a poco recobra su ritmo habitual

 


La Ciudad de México poco a poco recobra su ritmo habitual; aunque también es cierto se respira un aire de tristeza y hasta desolación, aún quienes tenemos la fortuna de sobrevivir al sismo y no sufrimos pérdidas de seres amados o materiales, sentimos pena por quienes ahora padecen, y temor ante un nuevo temblor, por más simulacros de protección civil y medidas preventivas, se percibe la inquietud y la zozobra.
El terremoto mostró diversos rostros del mexicano, aquellos que de inmediato se sumaron al ejército de ángeles (jóvenes y adultos), que se dieron a la tarea de captar suspiros bajo los escombros y salvar vidas, hasta aquellas amas de casa que ofrecían desde un vaso de agua hasta un café y alimento para rescatistas, y cuanto mortal se aparecía en aquel momento, aunque tan sólo fueran mirones. Se mostró la generosidad de los mexicanos de todos los estratos sociales, que querían ayudar y paliar un poco la sed de unos, y la desgracia y tristeza da otros.

Imposible no mencionar el papel que desempeñaron médicos y enfermeras de hospitales públicos y privados en aras de salvar vidas. Incluso hubo quienes tuvieron que desalojar a pacientes de unidades médicas que a horas del sismo colapsaron.

Así como un ejército más de jóvenes rescató literalmente una librería de la colonia Condesa, y se dieron a la tarea de levantar estantes y acomodar volúmenes, cuando los dueños de la misma, sorprendidos, decidieron ofertar sus libros. Había una gran fila de jóvenes interesados en obtener libros de diversos temas, los propios estudiantes se organizaron para cobrar y administrar los recursos. Un rostro amable en medio de la tragedia.

Otros en cambio, tristemente decidieron aprovechar el evento para delinquir, se disfrazaron de topos para acceder a edificios dañados y robar lo que encontraban a su paso; a todos indignó cuando nos enteramos que un grupo de voluntarios llevaban ayuda a comunidades afectadas en Oaxaca, cuando su transporte fue interceptado por hombres armados, y una joven fue violada. Éste rostro es del que ya estamos hastiados los mexicanos.

Tal parece que nuestras autoridades federales y capitalinas están miopes, y en vez de interesarse en salvaguardar la integridad de los mexicanos, les importa únicamente allegarse de recursos a costa de los impuestos que pagamos la sociedad. Sexenios vienen y van como ya es costumbre, y los hombres en el poder se hacen de la vista gorda a la hora de dejarse sobornar para otorgar una licencia de construcción. Lo mismo ha dado si se cumplen o no las normas, si los materiales son los adecuados, si el suelo soporta las grandes edificaciones, si hay escasez de agua en la zona; para ellos lo trascendente es fregar a los ciudadanos, re etiquetar precios de los productos cada que les viene en gana, aplicar foto multas, y todo tipo de infracciones, incrementar el costo de la vida, todo a base de corrupción e impunidad.

Después de la catástrofe, llega la re construcción, hay mucho por hacer y el terremoto vaya que nos ha sacudido a todos; hemos visto como cuando los mexicanos nos decidimos podemos unirnos y emprender grandes obras, ahora muchos salieron a las calles con picos y palas en las manos para salvar vidas; de no corregir el rumbo, y no tomar conciencia, el día de mañana esos mismos mexicanos podrían armar una revolución en aras de crear una realidad distinta a la que hoy vivimos, donde se retomen valores, se haga justicia y prevalezca la cordura y honradez, a la hora de ejercer los recursos a favor del bienestar de la población.

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