CEPCO: Revisión a fondo
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Editorial

CEPCO: Revisión a fondo

 


El nuevo titular de la Comisión Estatal de Protección Civil de Oaxaca (CEPCO), Heliodoro Díaz Escárraga, debe instrumentar los mecanismos necesarios para que se haga una revisión minuciosa y exhaustiva de casas en mal estado, edificios escolares, mercados, carreteras, puentes, plazas y otros, que pudieran haber resultado dañados con los siniestros recientemente. En este entorno se tiene que hacer una evaluación del estado que guardan algunas iglesias como la de “Consolación”, “La Defensa” o Catedral, que al menos fueron las más visibles en lo que respecta a daños estructurales. Un repaso por la ciudad para evaluar la situación de las casonas del siglo XVII al XIX, muchas de las cuales están a punto de venirse abajo, dará más confianza a la ciudadanía. No hay que olvidar los mercados y, sin duda alguna, a los edificios escolares, algunos de los cuales tienen fisuras o afectaciones estructurales que podrían poner en riesgo a la comunidad estudiantil. La situación no se concentra sólo en la capital, sino en varias comunidades tanto de los Valles Centrales como de otras poblaciones.

Como lo hemos publicado con toda oportunidad en EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, el lunes 25 de septiembre se descubrió un enorme socavón en una vía muy transitada perteneciente a Santa Cruz Xoxocotlán, y en otra jurisdicción, Santa Lucía del Camino, la carretera que corre paralela al Río Salado, ha mostrado daños. Por todos lados se observan los efectos de las lluvias y los sismos, además, evidentemente, del pánico, el terror y la zozobra. Sin duda alguna, la tarea de la CEPCO será aún más larga. Habrá de forjar entre los oaxaqueños –como ya hemos mencionado en este espacio editorial- una cultura para hacer frente a los desastres. Nadie ignora que vivimos por cuestiones de la Providencia o casualidad, en una zona de alta sismicidad. Oaxaca es el estado del país que mayor número de movimientos de tierra registra, inclusive algunos imperceptibles. Lo que ha pasado en las últimas semanas, es decir, los sismos del 7. 19 y 23 de septiembre, además de las intensas lluvias, obligan a adoptar una actitud de mayor madurez con los siniestros que nos golpean. Y la CEPCO aquí tiene la palabra. Es urgente y necesario, una vez que pase la emergencia, revisar la vigencia de los instrumentos existentes y aplicar lo que convenga a nuestra realidad.

Ni un peso a falsos redentores

Uno de los lastres más perniciosos que arrastra Oaxaca es un gigantesco directorio de organizaciones sociales, dirigidas por unos cuantos vividores que de manera permanente se pasan con la mano extendida para recibir el cochupo, la dádiva o el soborno, con el que supuestamente apoyan a los más pobres y desprotegidos de diversas regiones del estado. Dichos personajes se asumen autoridades, que obviamente no lo son, pues ni son objeto de elección popular ni alguien los eligió como tales. No obstante la ilegalidad con la que operan, exigen recursos públicos para proyectos productivos, obras sociales y otras, traslapando su función con la que tienen por ley las verdaderas autoridades. Es más, son proclives al chantaje, la manipulación y la amenaza. Cuando en el gobierno les dan no hay problema, pero se han convertido en un barril sin fondo, pues nunca sus dirigentes quedan satisfechos. Hoy les dan un millón y mañana bloquean carreteras, cruceros u oficinas para exigir diez millones. Así han operado al menos los últimos veinte años, en que se han multiplicado como parásitos, haciendo cierta la tesis de que en Oaxaca no hay negocio más rentable que la falsa lucha social.

Una de las exigencias de la ciudadanía oaxaqueña, ahora que la presión se volcó en contra de los partidos políticos y su jugoso financiamiento, para que se otorgara a las tareas de la reconstrucción, es que el gobierno de Alejandro Murat no conceda un peso más a las citadas organizaciones sociales. No más prebendas a esta casta de vividores y limosneros, que se han mantenido durante décadas del erario público y han hecho grandes fortunas. Ni un peso más a fondo perdido, del que no se rinden cuentas ni se sabe a dónde fue destinado. No más presiones ni chantaje para las autoridades, a quienes se intimida con movilizaciones y presiones. El pueblo oaxaqueño está convencido que después de la tragedia que hemos vivido recientemente, no habrá recurso disponible para engrosar fortunas de demagogos y parásitos del presupuesto estatal. Se trata de una demanda justa, que el gobierno de Murat no debe echar en saco roto. Insistimos, Oaxaca no es la misma ya. Empecemos pues con eliminar ese lastre pernicioso que tanto daño ha causado a la paz social, a la gobernabilidad y la estabilidad política y social. No más recursos sin transparencia, en la opacidad, en la discrecionalidad.