Inexistente cultura para desastres
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Opinión

Editorial

Inexistente cultura para desastres

 


Los recientes sismos del 7 y 19 de septiembre, con efectos letales en Oaxaca, Chiapas, Ciudad de México, Morelos, Puebla y Guerrero, entre otras entidad, pusieron en la mesa de la discusión pública, no sólo la inexistencia en la sociedad mexicana de una cultura respecto al qué hacer en casos de desastres naturales, sino la urgencia de que se destine un presupuesto específico para integrar dicha asignatura pendiente en los programas escolares, en la difusión a través de los medios de comunicación, en los edificios públicos, etc. Es evidente que no hemos aprendido de las tragedias que han enlutado al país.

Tampoco de las lecciones que en Oaxaca han dejado decenas de movimientos de tierra que nos han afectado durante siglos. El razonamiento es simple: las autoridades han omitido las reglas de salvamento en casos de inundaciones, sismos, incendios o tsunamis, haciendo que la población sea cada día más vulnerable a los efectos de los siniestros. En ello hay que destacar la inexistencia de los comités de protección civil municipales, locales, en colonias, que nada tienen que ver con las áreas respectivas en los gobiernos federal, estatal o municipal.

Un ejemplo de ello es la situación tan deplorable que prevalece en las oficinas de la Comisión Estatal de Protección Civil (UEPCO), sin equipo y sin recursos humanos ni de otra naturaleza para enfrentar una emergencia. Bajo ese prisma hay que ver los adeudos existentes desde el gobierno pasado con las proveedoras o empresas que dan mantenimiento al sistema de alerta sísmica. Es decir, todo aquello que huela a protección civil es marginado por legisladores (as) ignorantes, que desestiman la importante labor que realizan las dependencias. Lo que recién hemos pasado en el estado y el país es una severa llamada de atención a quienes de un plumazo eliminan, cortan o limitan los presupuestos, al validar el Presupuesto de Egresos tanto de la Federación como del estado. Nunca como hoy mostramos el grado de vulnerabilidad que existe en la población ante los efectos demoledores de sismos e inundaciones. Es pues la prevención lo que hay que atender de inmediato y preparar a los niños, jóvenes y adultos de ambos sexos, para ponerse a salvo y, en casos específicos, conocer los elementos necesarios para participar en tareas de salvamento. Es increíble que en las escuelas tanto públicas como privadas, maestros, intendentes y otros, no sepan qué hacer para poner a salvo a los alumnos.

Justa demanda social

Desde hace mucho tiempo, los mexicanos hemos mostrado repudio e inconformidad con la suma multimillonaria que se otorga a los partidos políticos para las campañas electorales. Es indignante que habiendo en el país más de 50 millones de pobres, pese a las cifras de reducción de la pobreza que ha publicado el CONEVAL, con nuestros impuestos se siga manteniendo a una burocracia política que ha vivido del presupuesto público durante muchos años. Hay que ver sólo a esos especímenes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), de la Revolución Democrática (PAN), Acción Nacional (PAN) e incluso del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), incluyendo al propio Andrés Manuel López Obrador, que durante lustros ha pervivido de lo que aportamos los mexicanos con nuestros impuestos y con nuestra pobreza. En el tricolor son las mismas caras que se reciclan cada trienio o cada sexenio. En el PRD o PAN son pocas las caras nuevas. Son los mismos. Es decir, el Instituto Nacional Electoral (INE) asignó para el 2018, una cifra impresionante de recursos públicos para financiar las campañas de los partidos políticos que participarán en la contienda.

Los daños severos que provocaron los sismos, con sus escenas de devastación y muerte, promovieron en las redes sociales una petición justa y en verdad histórica, a través de las redes sociales y la firma de millones de mexicanos: que los recursos destinados a los partidos políticos para las campañas que vienen sean destinados a la reconstrucción de la zona del Istmo de Tehuantepec y otras regiones, así como poblaciones de la costa de Chiapas, afectadas duramente por el sismo del pasado siete de septiembre. Miles y miles de oaxaqueños y chiapanecos quedaron sin casa, con sus comunidades devastadas y llenas de desolación y muerte. Además, a los damnificados de la Ciudad de México, a los deudos de cerca de 300 personas que murieron, sin soslayar a los miles y miles de damnificados de Morelos, Puebla, Estado de México y Guerrero, que resultaron afectados por los efectos del sismo de 7.1 grados, del pasado 19 de septiembre. Estamos convencidos de que a partir de dichos siniestros, nuestra entidad, Oaxaca y el país es otro. No más dinero a partidos políticos; no más dispendio en campañas y publicidad. Que cada quien apele a su militancia y que el triunfo en las elecciones sea por convicción de los votantes no por dinero público tirado a la basura.