Intolerancia y periodismo
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Opinión

Intolerancia y periodismo

 


De pronto comenzaron a gritarle. A intimidarle. A expulsarlo de la cabeza del contingente de mujeres que protestaban airadas el domingo 17 de septiembre en el centro de la Ciudad de México, por el asesinato de la joven Mara Castilla en Puebla…
No era un pedir que se retirara: Era un exigirle a empellones que dejara de estar ahí; furiosas le recriminaban involucrarse en ese apartado exclusivo para mujeres, se dijo.
Jenaro Villamil que se había incrustado en el contingente femenino no opuso resistencia y aun pudo decirles que, como periodista, ‘estoy haciendo mi trabajo’…
Alguna lo azuzaba con una especie de binza de piel; otra lo empujaba con las manos. Las más furiosas eran del tipo punk. Muchas gritaban que se largara de ahí, que ese espacio no era para hombres. Alguna gritaba en contra, y pedía inclusión de mujeres y hombres en la manifestación en defensa de género, de la no violencia y alto al feminicidio en México…
El periodista no tuvo más que salir de ahí azorado frente a una manifestación femenina, en ese momento, en su contra. El hecho generó un intenso debate en medios de información y, sobre todo en las redes sociales.
Así que de pronto al periodista Villamil se le subrayó su protagonismo histórico. Si vedetismo y el querer estar en todo y en todas. Se le dijo que meterse ahí era querer aparecer en la foto como personaje principalísimo de esta manifestación organizada por mujeres en defensa de las mujeres, y que se habían advertido las reglas y que los hombres que quisieran participar deberían ir al final de los contingentes y que los periodistas habrían de hacer su trabajo a la orilla de todo…
Por otra parte la defensa dice que él estaba haciendo su trabajo. Que un periodista debe estar en el centro de los acontecimientos para poderlos percibir y transmitir; para vivir el hecho y sus circunstancias: de eso –se dijo ahí—se nutre la información…
Por su parte hubo diversidad de opiniones de periodistas. Por ejemplo, el director general adjunto de Excélsior expresó lo ocurrido con un símil: “un periodista que cubre la fuente de box, no debe subir al ring durante la pelea para hacer su reporte… si debe estar en primera fila, pero no arriba del ring…”. María Elena Matadamas, periodista de larga data, dice que el periodista debe cubrir estos eventos desde distintos puntos de vista, recorrer, mirar, acercarse pero eso: reportear…
Otros más precisan la distinción entre la militancia personal y la responsabilidad periodística: el reportero tiene que informar con precisión y lo más cercano a la objetividad antes que colocar sus prejuicios, y sus adjetivos…
Si el personaje quería involucrarse y expresar su indignación como ciudadano de este tiempo aciago en México, está en su total derecho. Ser parte de la rabia por la inoperancia de las autoridades, por su incapacidad o la sospechosa negativa a investigar e informar en tono de complicidad, genera indignación y sí, hay que repudiarlo. Para esto no se necesita género; si se necesita coraje y voluntad de exigencia en democracia.
Pero la intolerancia de ese grupo de mujeres llega al extremo de repeler el apoyo. Su contenido de género les obnubila la posibilidad de sumar voluntades a favor y, sobre todo si estas voluntades provienen del género al que acusan de ser el gran problema en un país “machista”, dicen.
Con cierta frecuencia –que no siempre-, la ferocidad con la que actúan es la misma ferocidad con la que acusan agresiones aun cuando no existan, estimuladas por la defensa que se hace de ellas para cuidar su integridad física como moral y patrimonial…
Y sí, es importante ser parte de esa exasperación por los agravios históricos y presentes a la mujer, no sólo en este país, que ya se sabe que ocurren hechos como el de la joven Mara Castilla que duelen no sólo a cada uno, sino a todo el cuerpo social de México.
Como también es cierto que los periodistas no somos el centro de la información o de la sociedad o, incluso, de los periodistas, en una profesión que se presta mucho a esos protagonismos, a esa lucha por mostrarse como no se es ni se consigue mediante el trabajo periodístico cotidiano. Ocurren casos. El protagonismo es una enfermedad de parte del periodismo mexicano…
Y sin embargo, también es cierto que el periodismo cumple una función absoluta-total-definitivamente importante: informar; y si esta información es cierta, comprobada y sin la sola posibilidad de decir algo que no se pueda probar, según escriturara Miguel Ángel Granados Chapa, entonces es justo y está en ley que pueda y deba hacer su trabajo desde cualquier espacio y en todo momento en el que la sociedad se exprese, o le ocurran dolores a esa misma sociedad.
Lo de Jenaro es un detalle. Digamos que un mal entendido de las dos partes. Él ha construido una carrera periodística sólida mediante sus observaciones, reflexiones y preocupaciones en comunicación. Su obra lo avala.
Las mujeres están en su lugar y bien, dispuestas a dar la batalla para defenderse y para exigir alto a los agravios y los feminicidios. Pero al mismo tiempo deben ser respetuosas y ciertas en sus exigencias y en sus actos. Exigir de más a otros o acusar por acusar es hacer lo mismo que critican.
El punto de la justicia y el derecho son la balanza en la que debe colocarse este gran problema mexicano, y del mundo.